Disculpad que hoy haya titulado la entrada en inglés. Se me
ocurrió la misma la otra tarde después de hablar con mis hijos, cuando me
explicaban el acrónimo de YOLO (you only lives once). Me pareció fascinante que
siendo unos adolescentes en sus cabezas ya barajen este tipo de conceptos. Aun
teniendo toda la vida por delante querían hacerme ver lo importante que es
disfrutar de la misma cada minuto de su tiempo. No es incompatible con sus
responsabilidades. Durante la charla no querían imponer una filosofía pegada
sólo al disfrute, huyendo del trabajo, del esfuerzo o de los compromisos. A su
modo, con sus palabras, intentaban compartir conmigo lo importante que les
resulta disfrutar de sus vidas, saber que en cada instante deben sonsacar lo
mejor que ésta les ofrece. Sinceramente me quede pasmado, como el famoso Rey de
Torrente Ballester. Sin haber cumplido ninguno de los dos quince años y lo
claro que ya lo tienen, apuntan maneras, es bueno que las generaciones que nos
siguen sean capaces de sentir y pensar que sólo se vive una vez.
Aquella conversación me ha llevado a la entrada de hoy. Creo
que cuando la última página de este año está a punto de terminarse es bueno que
pensemos que ha llegado el tiempo de vivir. Llevamos más años de los que
queremos encorsetados, amedrentados, preocupados por los aspectos económicos de
una crisis que nos mordió como perro de presa y aun hoy nos mantiene sujetos por dientes y mandíbulas sin
darnos un respiro, bloqueando nuestras voluntades y paralizados por el miedo a
que en la pelea por soltarnos nos rasgue por completo la vida.
Este año tampoco ha sido nada bueno, a pesar de que en los
últimos meses parece que hay ciertos datos que nos ofrecen una mínima
esperanza, hemos vivido doce meses de pesares, hemos sufrido como en los
anteriores todo tipo de calamidades económicas, volvimos a los cuarteles de
invierno con la intención de dejar pasar la tormenta y esperar a ver si
escampaba. Ha sido un largo año, hemos vuelto a pelear cada día por seguir en
la picota, o por salir del abismo, hemos batallado hasta la extenuación por no
perder, el empate nos parecía un buen resultado. Y con este panorama nos hemos
olvidado de vivir. Llevamos mucho tiempo siendo muertos vivientes, tristes
espectros de lo que fuimos, cadáveres andantes, fantasmas de un pasado no muy
lejano. Ha llegado el momento de recuperar la alegría, de sonreír cada día, de
disfrutar de la única vida que tenemos.
Al nuevo año que empieza en poco más o menos doce horas sólo
le pido que sea permisivo con nosotros, que nos dé un poco de aliento, que nos
ofrezca un poco de tregua, que nos deje ser nosotros mismos, y que nos regale
unas cuantas alegrías. Quiero apuntarme al movimiento del YOLO; quiero sentir
que estoy vivo, quiero hacer cosas que me ayuden a volver a disfrutar con las
cosas más insignificantes, quiero que cada día del próximo año, cuando esté a
punto de dormir llegada la noche, pueda pensar que en el transcurso del mismo hice
algo que mereció la pena, por mi o por alguno de los demás.
Cuando uno se va haciendo mayor como yo, cuando se ha vivido
ya más años de los que quedan por disfrutar, al resto del camino se le pide
poco. No se buscan grandes emociones, se buscan sendas sin grandes altibajos,
más planas y cómodas de transitar. No por ello renuncio a disfrutar de lo que
resta del paseo, hay mil y un incentivos, hay mil y una ilusiones, hay mil y
una emociones que están esperando alegrarnos la vida.
Al año nuevo que está a punto de entrar sólo le pido que nos
dé la oportunidad de convencernos que aún hay tiempo de vivir, que tu sólo
vives una vez y que nos permita ser y estar: ser felices y estar vivos otros
doce meses más.
It’s time to
live, recuerda You only lives once.
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