domingo, 3 de marzo de 2013

Para vivir la vida hay que mirar hacia delante, pero para entenderla hay que mirar hacia atrás.



Sustraigo hoy esta frase del emotivo discurso que Antonio Banderas regaló el pasado día 28 de febrero en el día de Andalucía en el acto en que fue nombrado Hijo Predilecto de su tierra natal. Fue un regalo a la memoria de otro de los que en ese acto se homenajeaban, el sindicalista Manuel Fernando García Caparros, asesinado el 4 de diciembre de 1977 en Málaga en una manifestación que reivindicaba la autonomía de Andalucía.
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La hago mía no para hablar de política o de situaciones acaecidas en nuestro pasado, en nuestra historia más cercana. No pretendo ni quiero plagiar una frase para defender o atacar situaciones ya vividas, huérfanas todas ellas del sentido más común del ser humano, no busco un recuerdo que enarbolar ni a favor ni en contra de un ideal, de una posición, de una determinación. Como cada hijo de vecino de este país, yo también tengo un pasado que la sangre, el dolor y el sinsentido marcó mi vida, e hizo de mi lo que hoy soy como hombre para lo bueno, y por supuesto para todo lo malo que en mi tiene cabida también.
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Sustraigo la frase y la hago mía por lo que tiene de verdad en su significado más amplio y general, que cierto es que nadie entendería su vida sin conocer su propio pasado. No sólo hemos de saber aquellos pasos ya dados por mandato de nuestra propia voluntad, también hemos de reconocer aquellos que no dimos por azar, por decisiones impuestas por los demás, por voluntades ajenas, por errores ya cometidos y sus lecciones aprendidas, por impulsos controlados y también por aquellos que no controlamos, por un destino esquivo o por la fortuna regalada en forma de aciertos en los momentos más críticos de nuestras vidas.
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 Somos lo que fuimos, lo que nos dejaron ser, lo que quisimos ser, lo que heredamos y moldeamos para bien o para mal. A cierta edad somos ya más una parte de nuestro propio pasado y un poco menos de nuestro propio presente y futuro. Entiendo y comprendo mi propio ser cuando me veo en el espejo y escudriño mis canas más que incipientes, las arrugas de mi piel, las marcas de mi vida, las cicatrices del ayer, el peso de un cuerpo ya cansado, el alma herida de una vida ya vivida. Soy un producto del ayer, del recuerdo de los años ya vencidos. Soy casi en mi totalidad una parte más de la historia y un espacio cada día más diminuto de un futuro que aún ha de llegar para acumular experiencias, vivencias y sentimientos que han de llenar mi peregrinar en esta vida.
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Miro adelante para seguir vivo, para continuar mi camino, pero el horizonte se ve más próximo y cercano. El recorrido aún pendiente se acorta cada día, la meta se sospecha más próxima, y el final se adivina con una mayor certeza. Mis ojos ven más allá por los más jóvenes que me rodean, a través de ellos extiendo un tiempo que en poco ya no será mío, con ellos vivo por adelantado lo que a mi no me ha de llegar, por ellos imagino un futuro que me será negado y que obtendré como premio en la extensión de sus vidas. Me complace la juventud ajena, me gusta la compañía de los que aún no han cruzado el meridiano de sus vidas, disfruto de sus ilusiones, de sus capacidades, de sus fuerzas e ímpetus, de sus rebeldías, de sus sueños y quimeras. Hago mías parte de sus vitalidades, cual parásito sin desgaste propio me alimento de sus fuerzas, y como tronco arrastrado por la corriente dejo que sus empujes me lleven a la calma de un mar dormido que espera en su inmensidad la llegada del fin de otra vida.
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No me quejo, y sé que el camino por recorrer aún no será corto. Sé lo que soy porque entre mis verdades y mis mentiras reconozco mi historia, mi pasado. Entendí mi vida ya hace tiempo, nunca he dejado de mirar atrás buscando mis raíces, conociendo mis principios. Nunca he permitido que mi equipaje lastrara mis siguientes pasos, he caminado un sendero a veces elegido por mi y algunas otras descubriéndolo sobre la marcha. El libro de mi vida está muy avanzado en sus capítulos, pero antes de llegar a su epílogo quedan algunas páginas por escribir.
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2 comentarios:

Juan Manuel Beltrán dijo...

Es curioso que los pensamientos se aproximen tanto cuando ha pasado más agua bajo el puente de la que pasará en el futuro.

XE2EW dijo...

"La vida solo se entiende mirando hacia atrás, pero ha de vivirse mirando hacia delante.» ( Søren Kierkegaard)