domingo, 25 de octubre de 2015

Erudito, culto, intelectual y sabio.




Cuatro palabras que tendemos a confundir y a utilizar como sinónimos y que en realidad tienen significados distintos. Quizás no profundizar siempre en lo que cada vocablo significa nos lleva a error y a un mal uso de nuestro lenguaje. No es menos cierto que si buscas el significado de estas palabras en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua no aclara sus diferencias y nos puede hacer pensar que son intercambiables entre ellas.
Realmente no es así puesto que sus diferencias semánticas hacen incluso que se pudiesen clasificar como un escalafón, llegando a la conclusión que una persona erudita no tiene que ser culta por necesidad, o uno puede ser sabio sin necesidad de ser un intelectual a la vez.
Y a lo mejor os preguntáis como me da a mí por meterme un plácido domingo por la mañana en tal berenjenal, que más puede salpicarme y evidenciar lo que no soy ni pretendo parecerlo, que dejarme en un buen lugar como conocedor de la semántica española. Pues por obra y gracia de mi hermano Luis.
El pasado viernes tuve la fortuna de compartir mesa y mantel con él. Fue a todas luces una comida doblemente placentera, por las viandas de las que dimos cumplida cuenta, así como por su compañía. Como ya conocéis aquellos que fielmente seguís mis entradas en este blog, la familia juega un importante rol en mi vida. Despachar unas agradables horas de mesa y sobremesa con sangre de mi sangre me resulta placentero y satisfactorio hasta el extremo. Las reuniones inesperadas, casi improvisadas sobre la marcha resultan siempre las mejores y son las más disfrutadas.
No viene al caso por qué o por qué no decidimos quedar. Lo que hoy me ha traído aquí fue una reflexión que él hizo en un momento que compartíamos un excelente Gin Tonic, para ser exacto el segundo excelente que en esa sobremesa degustábamos. Él mismo, en un momento de la conversación y parodiando a no recuerdo que sabio de la antigua Grecia, se definió de la siguiente forma: Soy educado pero no ceremonioso, soy culto pero no erudito, soy rural pero no rústico. Estuve de acuerdo en la casi totalidad de su definición como persona. En lo relativo a la educación no he tenido duda alguna en mi vida y su condición rural le viene porque desde hace ya años vive en un pequeño pueblo de los campos de Castilla. La discrepancia surgió en la diferencia de erudito y culto, y de ahí la entrada de hoy.
Luis es una de las personas más cultas que he tenido la suerte de conocer en mi vida, y son unos pocos. Tiene vastos conocimientos  de prácticamente todas las artes y muchas ciencias. Es una persona que ha leído con frenesí desde bien pequeño y mantiene una enorme curiosidad por todo. Devora conocimientos a diario y aprende cada día más y más de cualquier materia. Este reconocimiento lo mantengo ya desde hace mucho tiempo, incluso y para ser sincero con una envidia sana y una admiración absoluta. Pero bajo mi criterio no sólo es culto, también es erudito e intelectual. Intento esclarecer las diferencias. Un erudito es una persona que tiene conocimientos profundos y extensos sobre una o unas pocas materias. Él por su formación académica y profesional tiene una enorme erudición en materias específicas como urbanismo, políticas medioambientales, cálculos de estructuras, etc... Su especialización profesional le ha hecho un erudito en estas materias. Para mi aquí radica la gran diferencia entre erudito y culto, en el primer caso puedes saber más que nadie en tu materia pero ser un zote en el resto de los conocimientos. Creo que pasa mucho en perfiles súper especializados, grandes conocedores de sus contenidos específicos y bastante livianos en el resto de conocimientos.
Y además mantengo que es un intelectual, por qué además de la extensa cultura para alcanzar tal categoría necesitas tener la capacidad de entrelazar todos estos conocimientos, expresarlos en condiciones óptimas, compartirlos con interés, conseguir que los receptores conozcamos, entendamos y comprendamos lo que él conoce. Es importante que su intelecto trabaje así como es importante que haga trabajar el intelecto de los demás. Hay mucha gente culta que no tiene la capacidad de los intelectuales. Sus conocimientos pueden ser una inmensidad pero al no compartirlos construyendo argumentos o ideas se quedan en un ocultismo indeseado, egoísta y desaprovechado.
Quizás lo que aún no ha llegado a ser es sabio. La sabiduría creo que se puede incluso alcanzar sin la cultura. Una persona sabia puede ser inculta, puede ser pobre en muchos conocimientos, pero su sabiduría la alcanza por la experiencia de vida, por la observación de la naturaleza, por las vivencias acumuladas. Ser sabio es ser un magister de la vida, y aquí la edad también suma. Estoy convencido que con el tiempo será también capaz de alcanzar la sabiduría, y que además su cualidad de rural le ayudará en este nuevo logro.
Utilizando la figura de mi hermano he intentado marcar las diferencias entre los que muchos confundimos en nuestras apreciaciones del saber y el conocimiento. Seguramente puede que hayan muchos que discrepen sobre esta disertación, al fin y a la postre es la mía en particular y además proyectada sobre alguien al que quiero y admiro. Lo he hecho, como decía, desde la admiración a su persona y sabiendo que por comparación pierdo por goleada, me considero un mero aprendiz a su lado, pero disfruto sobremanera de conversaciones estimulantes que me ayudan a crecer como persona, a desarrollar mi intelecto y ganar en conocimientos. El privilegio de compartir parte de mi vida con él es un regalo que bien vale la pena.


miércoles, 21 de octubre de 2015

¿Te atreves a soñar ?




Muy pedagógico, pero a la vez muy cierto.

Y tu, ¿te atreves a soñar?

viernes, 9 de octubre de 2015

Un tipo con suerte.



Sí, soy un tipo con suerte. Lo llevo sospechando una larga temporada. Desde hace meses lo vengo rumiando en mi interior. Todos los signos a mí alrededor me lo venían confirmando. Me costaba aceptarlo porque nunca en mi vida he sido agraciado con ningún estipendio, el azar nunca me premio, y lo que hoy tengo lo he ganado con cada gota de sudor de mi propia frente, nunca con la del de enfrente.

Además soy un tipo importante. No puede ser de otra manera. También lo he aceptado con el paso del tiempo, especialmente en estos últimos años. He llegado a esta sublime conclusión a pesar de mi naturaleza campechana y nada historiada personalidad, un desecho de humildad y sencillez.

Y os preguntaréis cómo es posible que así tan de repente, de ayer para hoy, haya alcanzado tal corolario de presunciones. Extremadamente fácil. Todo se lo debo a mi trabajo, y especialmente al sector de la economía donde desarrollo mi actividad profesional. Así de sencillo ha sido después de tantos años haciendo casi lo mismo.

Para ser aún más sincero, he de reconocer que las sospechas que ya barruntaba en tiempos pasados se han visto confirmadas desde que decidí participar en Linkedin, una red On Line de profesionales, que principalmente se dedica a conectarnos a unos con otros, aunque no nos conozcamos de nada y estemos a años luz de kilómetros de distancia. Vamos acumulando seguidores como mi madre acumulaba los “puntos de hogar” que después pegaba en unas cartillas que finalmente canjeaba por regalos. Seguro que alguno de vosotros os acordáis de aquella fiebre irresistible de las amas de casa de hace ya algunos años por acumular puntos para canjearlos por horrendos regalos y utensilios del hogar. Pues esto de Linkedin a mí me recuerda a aquellos años, y en particular a aquella manía instalada en muchos hogares españoles. Sumas y sumas seguidores y contactos, pero que en este caso no son canjeables por regalo alguno, y cuantos más tienes más importante te crees.

Y siendo importante tus seguidores en esta red, lo mejor de todo no termina aquí. No, lo mejor son los puestos profesionales que ocupan en sus compañías. Los títulos que definen sus actividades laborales. Yo soy un tipo con suerte, soy un tipo importante. Tengo más de tres mil seguidores y entre ellos los hay que ocupan posiciones como: Senior Enterprise sales manager, Founder and CMO, Business Insights Consultant, PMO/OPM Expert, PPP adviser,  y un largo etcétera.  Seguro que a muchos de vosotros os doy una tremenda envidia. Y lo mejor es que no tengo ni idea a que se dedican realmente, ni a estas alturas me importa. Son gente que trabajan con PMP’s u Open Exchanges, que en sus compañías hacen RTB, desarrollan DMP’s, que realizan streaming y crean Brand contents. Genial, ¿verdad?. Es de lo más divertido. Oyes hablar a todos aquellos de todo esto y te entra una sensación y un sentimiento de importancia que te podrías caer de espalda. Yo que pensé que mi actividad era tan mundana como comprar y vender espacios publicitarios, he vivido toda mi larga experiencia profesional engañado. Cuando uno en su entorno trabaja con gente con títulos tan complicados que no tienen traducción del inglés a nuestro ilustre y vasto idioma, es que es la leche. Cuando uno para realizar su trabajo necesita utilizar una de cada tres palabras en inglés es que se sale de la tabla por arriba de lo importante que es. Tengo suerte, lo decía al principio, estoy aprendiendo inglés sólo por inercia, cuando vuelva a Londres en algún viaje de asueto voy a dejar pasmados a los hijos de la Gran Bretaña.

Trabajo con General Managers, estoy rodeado de KAM’s, Strategic Planners, DCS… Negocio con Sale Managers, Advertising Managers, Account Managers. Discuto con Financial Controllers y me rodeo de Head Of Digital, Head of Performance o Head of Data, cada día de mi vida profesional.

Realmente estoy convencido: soy un tipo importante y con mucha suerte. Quien me lo iba a decir a mi cuando empecé, hace ya más de 25 años en esta profesión.

Ante tal aluvión de reiteradas cursilerías, ante tal cúmulo de estupideces, he decidido que a estas alturas de mi vida lo único que puedo hacer para equilibrar mi persona es cambiar el título de mi tarjeta y convertirme en Director de Asuntos sin Importancia. De vez en cuando es bueno caerse del guindo para volver a poner los pies sobre la tierra.

miércoles, 9 de septiembre de 2015

Hijos.



La semana pasada recibí un whatsapp que me dejó gratamente impactado. Lo compartí por el mismo medio con más gente y recibí comentarios similares a mis pensamientos una vez leído el texto que en él aparecía. Por ello me he animado a traerlo hoy aquí aunque igual muchos de vosotros ya conozcáis su contenido.

Se trata de una maravillosa definición del que fuese gran escritor y dramaturgo portugués José Saramago, Premio Nobel de Literatura en 1998. Es la más cierta y a la vez bella definición que jamás nadie haya escrito sobre un hijo.

Hijo: “Hijo es un ser que Dios nos prestó para hacer un curso intensivo de cómo amar a alguien más que a nosotros mismos, de cómo cambiar nuestros peores defectos para darles los mejores ejemplos y, de nosotros aprender a tener coraje. Sí. ¡Eso es! Ser madre o padre es el mayor acto de coraje que alguien pueda tener, porque es exponerse a todo tipo de dolor, principalmente de la incertidumbre de estar actuando correctamente y del miedo a perder algo tan amado. ¿Perder? ¿Cómo? ¿No es nuestro? Fue apenas un préstamo…. El más preciado y maravilloso préstamo ya que son nuestros sólo mientras no pueden valerse por sí mismos, luego le pertenece a la vida, al destino y a sus propias familias. Dios bendiga siempre a nuestros hijos pues a nosotros ya nos bendijo con ellos”.

Realmente me fascina más cuanto más la leo.

 Yo he tenido la suerte de ser agasajado con  los dos más preciados y maravillosos préstamos que nunca jamás hubiese imaginado. Yo he sentido y siento cada día la incertidumbre de estar actuando correctamente, padezco a diario el miedo a perder algo tan amado.

Hago diariamente ese curso intensivo de como amar a alguien más que a mí mismo e intento cambiar mis peores defectos para darles a ellos los mejores ejemplos. Fui bendecido por partida doble y espero que Dios les bendiga a ellos hoy y para siempre.

Hoy son ellos, mis hijos, los protagonistas de esta entrada, a ellos está dedicada y espero y deseo que algún día sean receptores de sus propios préstamos. Cuando llegue el momento igual recuerdan que algún tiempo atrás leyeron la más cierta y bella definición de los que serán mis nietos.

jueves, 3 de septiembre de 2015

¿Qué es lo que más deseas en la vida?



Hay veces que no encuentro las palabras  para poder expresar lo que realmente siento.
En esas ocasiones tengo la suerte de encontrar en mi camino vídeos como el que ahora comparto.
Es cierto que en este caso, como en muchos otros, una imagen vale más que mil palabras.
Desearía ser el hombre más rico en todas las cosas que no se pueden pagar con dinero.
Sólo son un puñado de escogidos aquellos que su riqueza no se mide ni en dinero ni lujosas posesiones, sólo en sentimientos y sensaciones.

domingo, 30 de agosto de 2015

Y si no, morir en el intento….




Hoy me he levantado con el firme propósito de escribir una entrada en el blog. No puede ser que la sequía continúe, que sigan pasando los días, semanas y meses y que sea incapaz de terminar un solo escrito para La Cambra. No es la primera vez que me pasa en la vida de este blog, y me temo que no será la última tampoco. De vez en vez entro en periodos de auténtica inoperancia, de carencia de ideas, incluso de ganas. Sé que la única manera de vencer la desidia es sentarme delante del ordenador y obligarme a estrujar las neuronas para terminar alguna entrada de la mejor manera posible. Lo que antaño eran episodios de placer, momentos de esparcimiento, horas de entretenimiento, se convierte en un calvario de mala conciencia por el abandono al que someto a ésta página. Siento que traiciono mi compromiso de enriquecer un espacio que quise en sus inicios que fuera de unos pocos, o quizás de algunos más de los previstos, fieles seguidores con los que compartir algo de mí, ya sea en forma de pensamientos, ideas, sentimientos o incluso fútiles intentos de pésimos relatos pseudoliterarios.

Éste sentimiento de traición según pasan los días se convierte en un pesar enorme con una gran sensación de mal estar e incluso de culpabilidad. Me resulta imperdonable no cumplir con una tarea que no debería ser tal, puesto que libremente decidí en su día iniciar este trecho de mi camino bajo la fórmula de la satisfacción de hacer público aquello que ya en el pasado elaboraba con cierta frecuencia en la intimidad.

Compruebo además que las faltas acumuladas me restan frescura, capacidad, y facilidad para juntar palabras, expresar ideas y sentimientos. Lo que siempre me había resultado más o menos fácil se va transformando en un complicado reto lleno de inseguridades y plagado de dudas.

No he querido dejar pasar un día más y aquí estoy intentando terminar esto que voy pariendo sobre la marcha, o por lo contrario moriré en el intento.

En estos más de tres meses han pasado muchas cosas, infinidad de acontecimientos, un océano de noticias, situaciones incontables. No sólo en el mundo en el que vivimos y nos rodea, también en mi reducido e insignificante ecosistema profesional y particular. Han sucedido, o mejor dicho están sucediendo a cada instante situaciones merecedoras de ser comentadas, analizadas, compartidas. Hay en este tiempo presente miles de realidades que serían fuente inacabable de inspiración. He sentido todo tipo de reacciones ante lo que la vida nos ha ofrecido en estos últimos noventa días. Pero he sido incapaz de sentarme a escribir de cualquiera de ellas, o incluso de abstraerme de todas ellas y simplemente elaborar inocuas entradas como rechazo a lo más negativo que cada jornada nos impacta.

He vuelto hoy decidido a romper una dinámica que en el fondo me estaba empujando a un cierre adelantado del blog. Sé, soy consciente de ello, que en algún momento daré por terminada esta etapa y que llegará un día que cerraré la puerta con llave para no volver más. Dejaré que este baúl imaginario se clausure y se pierda en el tiempo y en el espacio para no abrirlo nunca jamás, y sin remordimientos lo olvidaré en una memoria débil y seguro quebradiza por el paso del tiempo. Pero eso será en otro momento, y de otra manera.

 No podía permitir que ésta desidia continuará instalada en mí y que me llevase a concluir ésta actividad por un atajo no deseado. Los caminos que uno inicia de forma voluntaria en la vida tienen que recorrerse en su totalidad antes de alcanzar los finales deseados, y si alguno de ellos se ve truncado en su recorrido, ha de ser por una total imposibilidad de alcanzar la meta a pesar de intentarlo antes hasta la extenuación.

Hoy he vuelto aquí más por obligación que por devoción. Sé que estos párrafos que he unido con pespuntes gruesos no aportan nada a nadie, pero me permito la licencia de traerlos a nuestra Cambra más como una demostración personal y particular de que la férrea voluntad puede vencer cualquier dificultad. Tenía la necesidad de romper una mala racha que como les pasa a los tahúres me dé la mínima confianza para seguir en esta partida.


Creo que he conseguido un punto y seguido, que el último punto y aparte del mes de mayo ha dejado de ser el primero de muchos puntos suspensivos que me llevaban irremediablemente a un punto y final aún no deseado.

domingo, 3 de mayo de 2015

Los Deshollinadores.

 
 

Una tarde, cuando el anochecer empezaba a visitar el día, un rabino rezaba en soledad sentado en un banco de la sinagoga.
Tan concentrado estaba en sus rezos que no se percató de la entrada de un joven que, en silencio, fue lentamente acercándose al lugar donde rezaba. El joven, cuya edad rondaría los dieciséis años se situó detrás del anciano rabino intentando que percibiese su presencia. Pasado varios minutos  y, viendo que el rabino seguía concentrado en sus rezos, el joven se acercó poniéndose esta vez frente a él.
-          Rabino, disculpe, buenas tardes.
El rabino, sorprendido, alzó la cabeza, se quitó sus gafas y respondió:
-          Buenas tardes hijo, ¿qué deseas?
-          Quisiera charlar con usted… si tiene tiempo y no le molesto.
El joven hablaba con respeto, aunque su tono y actitud demostraban la decisión y urgencia de esas edades, en las que las respuestas han de ser inmediatas.
-          Tú dirás, le apremió el rabino, mi tiempo es de quien me necesita.
-          Rabino he venido a verle porque quiero ser judío, señaló con un tono más serio.
Antes de que pudiese continuar, el rabino le interrumpió:
-          Me parce muy bien jovencito, pero antes déjame que te pregunte por qué quieres ser judío qué razón te ha impulsado a tomar esa decisión.
-          Es muy sencillo rabino, todos los judíos que conozco sois ricos y yo quiero ser rico, así que he pensado que si aprendo el Talmud encontraré la respuesta para conseguir mi objetivo.
El rabino se frotó los ojos y con un ademán de la mano le invitó a sentarse a su lado, aquella conversación iba a ser larga.
-          Mira hijo, quiero que me escuches con atención. Ser judío es algo muy distinto a lo que tú estás planteando. Ser judío es una religión, una filosofía de vida, una manera de afrontar el futuro que está más allá de nuestra existencia.
El joven gesticuló mostrando desacuerdo e impaciencia, como si ya supiese de antemano que el rabino no le iba a atender.
-          Mire rabino, si usted no quiere enseñarme el Talmud y prepararme para ser judío, me parece muy bien. Creo que lo mejor será que busque otra sinagoga donde el rabino sea más comprensivo.
Al mismo tiempo que decía esto, se incorporó, alargo su mano hacia el rabino y se despidió:
-          Gracias rabino, hasta siempre.
El rabino le siguió con la mirada al tiempo que pensaba en el error que iba a cometer aquel chico. Aquel planteamiento era un error que le iba a costar muy caro en su vida.
-          Espera, ¡Te propongo un trato!. No quiero que te marches así. Así que te propongo que lleguemos a un acuerdo.
-          ¿Qué acuerdo?
-          Verás te haré cuatro preguntas. Te aseguro que ninguna de ellas tiene una dificultad técnica o conceptual que no puedas resolver, son preguntas para las que estás sobradamente preparado. Si aciertas la respuesta de al menos una de las cuatro preguntas que te haré, dijo el rabino mirando fijamente al joven, te prometo que te enseñaré el Talmud. Ahora bien, si no eres capaz de acertar ni siquiera una, tú me tienes que jurar que abandonarás la idea de ser judío.
El rabino extendió su mano hacia el joven para que en un gesto de honor se comprometiera con el acuerdo. El joven de inmediato estrecho la mano del rabino y éste comenzó las preguntas.
-          Muy bien, quiero que te concentres y que sólo cuando estés preparado me des la respuesta a la pregunta. ¿Estás preparado?
-          Sí Rabino, cuando quieras.
-          La primera pregunta es la siguiente: dos deshollinadores judíos están limpiando una chimenea y se caen por el hueco de la misma. Cuando salen uno está limpio y el otro está sucio. La pregunta es: ¿quién de los dos va a lavarse?
El joven miró al rabino entre escéptico y seguro. La respuesta no sólo era obvia, era muy fácil.
-          Rabino, es evidente que el que está sucio.
-          No es así amigo mío, porque desde el punto de vista de la REALIDAD, lo que ocurrirá es que el que está sucio miraría al que está limpio y pensaría ¨no me he manchado¨. Sin embargo el que está limpio miraría al que está sucio y pensaría ¨me he manchado¨. Así que iría a lavarse el que está LIMPIO.
El joven miró al rabino incrédulo pero no se atrevió a contradecirle, aún quedaban tres preguntas.
-          Bien continuemos, dijo el rabino. La segunda pregunta es la siguiente: dos deshollinadores judíos están limpiando una chimenea y se caen por el hueco de la misma. Cuando salen uno está limpio y el otro está sucio. La pregunta es: ¿quién de los dos va a lavarse?
El chico le miró con una expresión que delataba no saber muy bien qué estaba pasando, no sabía si debía contestar, decirle al rabino que le estaba tomando el pelo, o simplemente irse y buscar a otro rabino. El problema es que había hecho una promesa y debía cumplirla. Así que decidió contestarle.
-          Según lo que me has dicho antes, irá a lavarse el que está limpio.
-          No señor, espetó el rabino. Porque desde el punto de vista de la VERDAD, lo que pasaría es que el que está limpio se miraría a si mismo y diría ¨no me he manchado¨. El que está sucio se miraría a si mismo y diría ¨me he manchado¨. Luego iría el que está SUCIO.
-          Muy bien rabino, si tú lo dices… el chico no sabía qué hacer, ni decir, pero su curiosidad le animaba a seguir el juego.
-          Vamos a ver hijo, debes concentrarte en la preguntar y pensar antes de contestarla. Llevas la mitad de las oportunidades falladas, así que no te precipites le pidió con un tono suave y paternalista. Está bien, pasemos a la tercera pregunta: dos deshollinadores judíos están limpiando una chimenea y se caen por el hueco de la misma. Cuando salen uno está limpio y el otro está sucio. La pregunta es: ¿quién de los dos va a lavarse?
Al chico se le dibujó una sonrisa en la cara y contestó rápidamente:
-          Está muy claro, rabino. Una vez el limpio y otra el sucio.
El rabino negó con la cabeza:
-          No señor. Desde el punto de vista METAFÍSICO es imposible que dos personas que han caído por el mismo agujero, una salga limpia y otra sucia. O salen los dos limpios o salen los dos sucios, luego ésta situación es imposible.
-          Lo que tú quieras rabino….Si tú lo dices… la desesperación del chico iba creciendo por momentos.
-          Te queda la última oportunidad, y ya sabes lo que me has prometido: si no aciertas ninguna pregunta, deberás abandonar la idea de ser judío. Muy bien cuarta y última pregunta: dos deshollinadores judíos están limpiando una chimenea y se caen por el hueco de la misma. Cuando salen uno está limpio y el otro está sucio. La pregunta es: ¿quién de los dos va a lavarse?
-          Mira rabino, está muy claro. Desde el punto de vista de la realidad: el limpio. Desde el punto de vista de la verdad: el sucio. Y desde un punto de vista metafísico tenemos que decir que ésta situación es imposible, con lo que no tiene solución.
La cara del chico reflejaba la sensación del triunfo y de desafío al maestro, algo así como: ¨Ahora veremos qué me dices…¨
-          Hijo mío, suspiró el rabino, no has entendido absolutamente nada, según y cómo piensas tú, lo que jamás verás en tu vida es a dos judíos que sean deshollinadores.
Ésta historia se la escuché en una ponencia hace ya algunos años a Juan Mateo, excelente consultor, formador y escritor de distintos libros sobre liderazgo. Hoy releyendo uno de estos “Cuentos que mi jefe nunca me contó” no he podido resistir la tentación de reproducirlo en nuestra Cambra. Creo que nos ofrece una moraleja que podemos aplicar a todos los ámbitos de nuestras vidas. No sólo cuenta nuestro punto de vista, tenemos que analizar siempre todas y cada una de las alternativas que tenemos a nuestro alcance. No sólo existe una realidad o una verdad, estamos obligados a analizar cualquier posibilidad y respetar otras razones si finalmente pretendemos alcanzar cualquier acuerdo en la vida. Hay gente que lo intenta a diario, que aplica ésta lección a cada uno de sus actos, planteamientos y comportamientos. Aprendamos de los más sabios y tengamos la humildad suficiente para, al menos, reconocer que siempre hay más de una verdad, siempre hay más de una posible solución cuando tenemos la voluntad férrea de alcanzar un acuerdo.


viernes, 1 de mayo de 2015

El genocidio de la honestidad.




La honestidad es un valor o cualidad propia de los seres humanos que tiene una estrecha relación con los principios de verdad y justicia, y con la integridad moral. Una persona honesta es aquella que procura siempre anteponer la verdad en sus pensamientos, expresiones y acciones. Así, esta cualidad no sólo tiene que ver con la relación de un individuo con otro u otros o con el mundo, sino que también puede decirse que un sujeto es honesto consigo mismo cuando tiene un grado de autoconciencia significativo, y es coherente con lo que piensa.
Genocidio es el exterminio o eliminación sistemática de un grupo social por motivo de raza, de etnia, de religión, de política o de nacionalidad.
Con los conceptos claros desde el inicio y adaptando a mi interés con una mínima licencia el significado de genocidio, declaro con la solemnidad que se merece el exterminio de la honestidad.
Nuestra sociedad ha eliminado de manera sistemática éste valor que antaño era una cualidad propia de nuestra especie. No puedo señalar cuando fue el inicio de tal devastadora catástrofe, no encuentro el origen exacto de tan dañina eliminación, pero hoy sé que, con honrosas excepciones a la vez que mínimas, el ser humano ha fulminado de sus principios uno de sus más importantes valores.
La verdad unida a la justicia y la total integridad se desvanecen en nuestras relaciones. Creo que mucho tiene que ver con una autoindulgencia mal entendida, también con la escasa autocrítica de cada uno, y la ponderación benévola que nos aplicamos de los principios de justicia e integridad. Siendo inconscientes en la mayoría de los casos nos hemos desprendido de todo aquello que nos incomoda, nos molesta, y supone un freno a la hora de alcanzar un banal confort.
Ser honesto es más difícil, es más complicado, en ocasiones incluso supone un esfuerzo denodado por el desafecto de los demás. Ser honesto en esta sociedad, que más se parece a un gigante estercolero, implica una lucha interior por la incomprensión generalizada y una confrontación con aquellos quienes te rodean. La ruindad instalada en los acomodados, en los resignados y en los hipócritas, hace de los honestos un grupo marginal, incómodo para el resto de las conciencias y prescindible socialmente. Nadie quiere oír las verdades del barquero, a nadie le gusta enfrentarse con sus míseros comportamientos, la cobardía humana rechaza ver en un congénere aquello que les recuerda sus peores cualidades. Es mejor que el honesto desaparezca de la faz de la tierra, es preferible moldear la injusticia y la mentira a los propios intereses para que la conciencia no castigue el alma y vivir una mentira de espalda a la justa realidad.
Honestidad, verdad, justicia, integridad y coherencia están íntimamente relacionados en las personas valientes. Son los pilares básicos del conjunto de valores que determinan el bien y el mal. La ausencia de éstos nos conduce irremediablemente a una vida despreciable, abyecta, e infame. Nos hacen sin duda alguna peores personas, más ruines, viles e indignos como seres humanos.
Me duele profundamente estar viviendo este genocidio, comprobar comportamientos miserables e injustos, me duele hasta decir basta descubrir la incoherencia y la falta de integridad en personas cercanas. Me duele la cobardía ajena, la omertá con que algunos callan y tapan la verdad.
No presumo de nada, no me señalo como ejemplo de nada, sólo intento mantener una coherencia que a la vez recoja en mi persona la integridad y la honestidad suficiente para intentar cada día vivir en la verdad y la justicia. No impongo mi razón a nadie, respeto la diferenciación con los demás, pero al menos si pretendo que aquellos que pensando y actuando de forma diferente a la mía lo hagan desde la convicción de la defensa de sus principios.
Hoy sé que ser honesto te pasa un recibo muy caro de pagar en una sociedad donde las cualidades y los valores han dejado de importar.


domingo, 26 de abril de 2015

Carminho - A noite gosta de mim




Un fado increíble, una voz que encandila el alma.
Saudade, nostalgia, añoranza, tristeza y melancolía.
El fado no es alegre ni triste,
el fado es el cansancio del alma fuerte.