Sí, soy un tipo con suerte. Lo llevo sospechando una larga
temporada. Desde hace meses lo vengo rumiando en mi interior. Todos los signos
a mí alrededor me lo venían confirmando. Me costaba aceptarlo porque nunca en
mi vida he sido agraciado con ningún estipendio, el azar nunca me premio, y lo
que hoy tengo lo he ganado con cada gota de sudor de mi propia frente, nunca
con la del de enfrente.
Además soy un tipo importante. No puede ser de otra manera.
También lo he aceptado con el paso del tiempo, especialmente en estos últimos
años. He llegado a esta sublime conclusión a pesar de mi naturaleza campechana
y nada historiada personalidad, un desecho de humildad y sencillez.
Y os preguntaréis cómo es posible que así tan de repente, de
ayer para hoy, haya alcanzado tal corolario de presunciones. Extremadamente
fácil. Todo se lo debo a mi trabajo, y especialmente al sector de la economía
donde desarrollo mi actividad profesional. Así de sencillo ha sido después de
tantos años haciendo casi lo mismo.
Para ser aún más sincero, he de reconocer que las sospechas
que ya barruntaba en tiempos pasados se han visto confirmadas desde que decidí
participar en Linkedin, una red On Line de profesionales, que principalmente se
dedica a conectarnos a unos con otros, aunque no nos conozcamos de nada y
estemos a años luz de kilómetros de distancia. Vamos acumulando seguidores como
mi madre acumulaba los “puntos de hogar” que después pegaba en unas cartillas
que finalmente canjeaba por regalos. Seguro que alguno de vosotros os acordáis
de aquella fiebre irresistible de las amas de casa de hace ya algunos años por
acumular puntos para canjearlos por horrendos regalos y utensilios del hogar.
Pues esto de Linkedin a mí me recuerda a aquellos años, y en particular a
aquella manía instalada en muchos hogares españoles. Sumas y sumas seguidores y
contactos, pero que en este caso no son canjeables por regalo alguno, y cuantos
más tienes más importante te crees.
Y siendo importante tus seguidores en esta red, lo mejor de
todo no termina aquí. No, lo mejor son los puestos profesionales que ocupan en
sus compañías. Los títulos que definen sus actividades laborales. Yo soy un
tipo con suerte, soy un tipo importante. Tengo más de tres mil seguidores y
entre ellos los hay que ocupan posiciones como: Senior Enterprise sales
manager, Founder and CMO, Business Insights Consultant, PMO/OPM Expert, PPP
adviser, y un largo etcétera. Seguro que a muchos de vosotros os doy una
tremenda envidia. Y lo mejor es que no tengo ni idea a que se dedican
realmente, ni a estas alturas me importa. Son gente que trabajan con PMP’s u
Open Exchanges, que en sus compañías hacen RTB, desarrollan DMP’s, que realizan
streaming y crean Brand contents. Genial, ¿verdad?. Es de lo más divertido.
Oyes hablar a todos aquellos de todo esto y te entra una sensación y un
sentimiento de importancia que te podrías caer de espalda. Yo que pensé que mi
actividad era tan mundana como comprar y vender espacios publicitarios, he
vivido toda mi larga experiencia profesional engañado. Cuando uno en su entorno
trabaja con gente con títulos tan complicados que no tienen traducción del
inglés a nuestro ilustre y vasto idioma, es que es la leche. Cuando uno para
realizar su trabajo necesita utilizar una de cada tres palabras en inglés es
que se sale de la tabla por arriba de lo importante que es. Tengo suerte, lo
decía al principio, estoy aprendiendo inglés sólo por inercia, cuando vuelva a
Londres en algún viaje de asueto voy a dejar pasmados a los hijos de la Gran
Bretaña.
Trabajo con General Managers, estoy rodeado de KAM’s,
Strategic Planners, DCS… Negocio con Sale Managers,
Advertising Managers, Account Managers. Discuto con Financial Controllers y me rodeo de Head Of
Digital, Head of Performance o Head of Data, cada día de mi vida profesional.
Realmente estoy convencido: soy un tipo importante y con
mucha suerte. Quien me lo iba a decir a mi cuando empecé, hace ya más de 25
años en esta profesión.
Ante tal aluvión de reiteradas cursilerías, ante tal cúmulo
de estupideces, he decidido que a estas alturas de mi vida lo único que puedo
hacer para equilibrar mi persona es cambiar el título de mi tarjeta y
convertirme en Director de Asuntos sin Importancia. De vez en cuando es bueno
caerse del guindo para volver a poner los pies sobre la tierra.
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