sábado, 1 de enero de 2011

Hace un año poco más o menos.


Hace un año poco más o menos, subí a nuestra Cambra el vídeo de la canción “Color Esperanza”. Os contaba que sería mi himno para los 365 días que ya han perecido. Intentaba extraer de su letra los mensajes de esperanza, los mensajes de voluntad, de valentía necesaria para enfrentarnos a un año que asustaba desde su nacimiento. Hablaba de ser menos egoístas, de ser menos “yo” y buscar el “nosotros” para intentar vencer todas las dificultades que ya preveíamos en sus inicios. El año que ayer terminó no fue nada bueno, fue áspero, duro, difícil; fue complicado, negro, frustrante, doloso. El año que ayer moría a la media noche nos ofreció muy pocas alegrías, enlutó el alma de muchos, sangró las heridas de otros tantos, hirió a la mayoría. Han sido doce meses para el olvido, fueron la prolongación de otros anteriores igual de nefastos. Hemos deseado su fin con la misma intensidad que uno desea salir de una larga enfermedad, hemos asistido a su muerte con el alborozo del muerto el can se acabo la rabia. Ayer le deseaba en sus últimas horas que descansará en paz, cuando lo que sinceramente quería pedir es que nos dejará en paz.

Hoy hemos iniciado un nuevo camino, seguro que tortuoso, seguro que empinado desde hoy mismo, plagado de incertidumbres, de muchos miedos, de muchas trabas y alguna trampa. Somos conscientes que la pendiente aún no se suaviza, que el tramo por recorrer aún es pedregoso, que el aliento nos va a faltar en el esfuerzo, que la subida hasta la cima imaginaria es muy prolongada, que pasaremos frío, que nos dolerá el alma en el intento, que coronar y alcanzar la meta nos obligará a ser constantes, a trabajar lo indecible, a mirar sólo para delante, a no escatimar recursos, a sacar fuerzas de nuestra flaqueza, y a luchar cada paso hasta lograr el objetivo.

Sé que no nos queda más remedio, que será una lucha de titanes, que tendremos que dar lo mejor de cada uno de nosotros cada día, cada semana, cada mes. Me gustaría aventurar una excursión de auténtico placer, un paseo de domingo por bucólicas praderas, un camino ancho y rectilíneo, con buen suelo para que pisemos cómodos al andar, con buen tiempo, con un sol cálido y protector. Pero una vez más no será así, no debemos esperar un año más un regalo divino que nos alivie el dolor de cumplir con este calvario. Pintan bastos y la partida ha de ser a cara de perros.

Siento iniciar este nuevo año con un mensaje tan duro y extremo en su forma y contenido, pero creo que el mejor favor que nos podemos hacer todos es concienciarnos de las dificultades, prepararnos para lo peor y obligarnos cada día al máximo esfuerzo. Sólo de nosotros, de todos nosotros, dependerá que al final logremos la victoria, alcancemos la gloria y la satisfacción por haber resistido sea inmensa.

Nos ha tocado luchar y lo debemos hacer por nosotros, por las siguientes generaciones, porque también ha habido muchos que lo han pasado aún peor, que a nuestros padres y abuelos no les regaló nada la vida, que aún hoy están cerrando heridas en sus almas mucho más profundas que las nuestras, que a pesar de ello nos hicieron felices, que han sido y serán el ejemplo a seguir, y que es el espejo donde nos debemos mirar para no desfallecer.

Hoy hemos empezado el año 2011, nos quedan 364 días más, espero que al final lleguemos todos con la misma sensación del deber cumplido, podamos celebrar la entrada del siguiente año con la seguridad de que lo peor ya ha pasado, que ya hemos dejado atrás los peores momentos y que estemos en disposición de mirar con ilusión lo que aún nos quedará por ver, por sentir, por vivir en el futuro más inmediato y en muchos años más.
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