sábado, 8 de agosto de 2009

Pereza


Estoy de vacaciones. Tres semanas por delante para no hacer nada. Tres semanas enteras para intentar descansar de un "curso" duro, muy duro, con muy pocos resultados profesionales, pero con un desgaste como hace tiempo no había vivido, tres semanas para intentar olvidar meses de esfuerzo, de trabajo y de sinsabores. Tres semanas, con sus veintiún días completos para disfrutar del placer de no tener que hacer nada más que aquello que en cada momento me pueda apetecer. Tres semanas para leer, escribir, pasear, para estar con mis hijos e intentar recuperar parte del tiempo que me pierdo cada día de ellos, para hacer un poco de deporte, oír música, incluso bañarme en la piscina con un poco más de frecuencia de lo habitual.
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Pero la verdad es que de momento lo único que quiero es no hacer nada. Lo único que persigo es disfrutar de uno de los siete pecados capitales, la pereza. Seguro que no es nada edificante, seguro que como tal pecado que es debe ser malo, muy malo, pero si he de elegir en estos momentos enemistarme con Dios, no se me ocurre mejor elección. He mirado sinónimos del término, y tanto me vale el cuarto de los pecados capitales como: gandulería, flojera, haraganería, holgazanería. Estoy dispuesto a asumir todos y cada uno de ellos, al menos durante unos días, sin remordimiento, sin acto de contrición. Además voy a alejar de mi la tentación de redimir mi bajo instinto combatiendo este sentimiento con la virtud de la diligencia, reconocida en el Catecismo de la Iglesia católica y romana como la virtuosa herramienta para combatir tan atroz pecado.
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Voy a hacer de la pereza mi bandera, mi patria, mi himno, mi refugio, mi hogar. Voy a ser el mayor de los holgazanes, de los haraganos, flojos y gandules. Me corono pues, este verano, como el Rey de todos ellos. Seré su líder espiritual y material, seré el espejo donde han de mirarse los ejércitos de miles de seguidores, pecadores todos ellos contra este vicio capital. Hoy ejerzo mi poder y como primer edicto de este mi nuevo reino, promulgo el derecho y el deber de no hacer nada.
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Y para ser consecuente con lo que aquí proclamo termino aquí esto que hoy he empezado a escribir lleno de flojera, invadido por la mayor de las perezas y holgazanería. Si no vuelvo hasta terminadas mis vacaciones, no dudéis que será fruto de que instalado en el trono de mi nuevo reino estoy disfrutando sin un ápice de remordimiento de no hacer nada.
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Disfrutar de vuestro verano y saber que siempre seréis bienvenidos a engordar las filas de este mi reino, de este vuestro reino si así lo decidís.
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