martes, 11 de agosto de 2009

Naranja. El color de nuestras vidas


Nunca llegue a pensar que importante iba a ser este color en nuestras vidas. No se trata además de un tema ligado a la moda, aunque me consta que es un color que se ha hecho muy popular durante estos dos últimos veranos. Me refiero a la importancia social que ha adquirido en nuestro país como símbolo de todas las alertas posibles y por haber.
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Llevo días escuchando y leyendo noticias, viendo mapas de colores, siendo testigo de la cantidad de riesgos que asumimos por el mero hecho de existir. Últimamente además he ido adquiriendo conciencia de que vivir cada día es un milagro mayor, un don del que disfrutamos sin ser enteramente conscientes del regalo que nos han hecho y del trabajo que le supone a nuestro estado mantenerlo con nuestro agradecimiento, o muy a pesar de nosotros, seres inconscientes que nos lo jugamos en cada esquina, en cualquier momento del día.
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Hemos pasado de estar en alerta naranja en la mayoría de las provincias españolas por la ola de calor, a pasar a alerta naranja también por el riesgo de lluvias torrenciales, alerta naranja por tormentas de granizo, alerta naranja por posibles vientos huracanados y alerta naranja por cualquier fenómeno meteorológico todos ellos caprichos de la naturaleza. Parece como si desde hace unos años nuestras vidas están sujetas a riesgos que nunca antes se habían presentado. Llover, granizar, padecer las típicas tormentas de verano, se han convertido en amenazas mortales para los ciudadanos. No estoy seguro, pero tengo la impresión que todos nuestros mayores han debido ser unos inconscientes, han debido vivir la vida pendiente de un hilo las 24 horas del día, nunca han conocido el riesgo que les suponía una concentración de chubascos más allá de 25 o 30 litros por metro cuadrado. Deberían ser suicidas potenciales que se arriesgaban a salir y entrar de sus casas sin la menor información sobre todas estas alertas y muchas más que se cernían sobre sus vidas. Es posible que ellos vivieran la vida en blanco y negro y de ahí la dificultad de avisar de las alertas naranjas que les acechaban a la vuelta de cada esquina.
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Dentro de unos días tenía planeado salir de vacaciones a una playa andaluza, pero ya no sé que hacer. Tengo la sensación que me veré inmerso en un continuo riesgo, que estaré viviendo una situación continuada de alerta naranja. No sé si me tocará por el calor, si por las lluvias, el granizo, los vientos o las tormentas. Asumir tal responsabilidad en nombre de mi familia me produce una angustia y pesadumbre difícil de soportar. También pienso que si me quedo en casa el riesgo de alerta naranja seguirá siendo el mismo, y por los mismos motivos. Menuda encrucijada en la que me encuentro.
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Creo que finalmente voy a volver a la era de la desinformación, a la época del blanco y negro, no ver la vida de forma tan cromática como la actual seguro que me ayuda a liarme la manta a la cabeza y marcharme los días previstos a la playa.
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Una cosas si os digo, entre mi vestuario de verano será imposible encontrar una prenda de color naranja, es un color que me produce angustia.
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2 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Quién dijo que vivir era fácil? Actualmente nos ponemos siempre en alerta y nos perdemos parte del riesgo que tiene que ver con la vida. Ayer, alucinado, miraba una campaña que han sacado el colegio de médicos de Madrid con lo de la gripe A. Recomendaban no tocarse, no besarse, solo saludarse. Yo quiero tocar y besar a mis seres queridos. Porque cuando me vaya de esta tierra quiero llevarme eso conmigo. Los abrazos y besos tiernos de mis hijos, muchas veces llenos de temores, de llanto. Otras de alegría. La caricia de mi pareja. Los abrazos y los besos de mis hermanos. Debe ser el Mediterráneo donde vivo, pero cada día necesito más el contacto de la gente que quiero. No me gustría perderme ese tacto por un virus. Qué triste sería vivir en una burbuja aséptica y morirte igual.

Jorge Martínez Beneyto dijo...

Que razón tienes hermano anónimo. Yo también prefiero tocar y ser tocado, besar y ser besado y si al final me contagio del virus A N1H1 sólo espero que las autoridades sanitarias hayan encontrado las soluciones necesarias para el tratamiento de esta nueva enfermedad. Al fin y al cabo vivir es relacionarse y que aburrido se presenta nuestro futuro si no podemos fumar, beber, conducir con libertar, tocar ni besar. Viviremos muchísimos años pero que tediosos serán cada uno de ellos.