Me estoy haciendo mayor. Cada día siento más nostalgia del pasado, busco en mi memoria recuerdos de la niñez, recuerdos de una vida ya pasada, de días de felicidad e ilusión, de estabilidad y despreocupación, momentos llenos de alegría, donde los problemas no eran aún una sombra si quiera de lo que todavía estaba por llegar.
Hace poco, matando algún rato desocupado, entretenido en no hacer nada, descubrir en el océano de Internet una página que me lleno de nostalgia, un espacio para recordar, http://www.teacuerdas.com/ , una llave para abrir el baúl de la memoria y traer hasta hoy algunas de las cosas casi olvidadas en la cambra de mi persona. Fui descubriendo los juegos con los que tantas horas compartí con mis hermanos, los comics, los tebeos, libros, mis cromos, aquellas series de televisión que tanto nos impactaron, la música, los "nuevos" coches que dejaban ya al mítico seiscientos viejo y anticuado. Volví a mi pasado de golpe, en mi cabeza se agolpaban muchos de mis recuerdos, imágenes de mi niñez, reuniones familiares, eternos partidos de fútbol con porterías señaladas con piedras en algún descampado, pedir a pies para elegir tus compañeros de equipo, el dueño del balón que jugaba siempre, mediar por mi hermano un poco más pequeño, pero un defensa letal que en más de una ocasión iniciaba una batalla campal con el equipo contrario por llevar a las máximas consecuencias su postulado de que o pasa el balón o pasa el delantero, pero nunca los dos juntos. Yo fui un niño de pan y chocolate para merendar, fui un niño de horas de calle con los amigos, jugando al fútbol, al churro media manga, manga entera, a policías y ladrones. Fui un niño que de vuelta del cole, cada tarde podía salir a la calle hasta que el sol se escondía, para volver después a casa, hacer los deberes, siempre estaban "chupados", un baño, cenar y a la cama. No había manera de sortear el implacable control de mi madre y de mi abuela, para entretenerme despistado junto con mis hermanos en el salón, esperando el inicio de aquellas películas de dos rombos, que insinuaban siempre mucho más que mostraban. Fui un niño que se crió con "El Virginiano", "Bonanza", los domingos a las tres comidas familiares con un exquisito pollo a la sal, que mi abuela primero y después mi madre cocinaban con todo su amor para nosotros.
Nostalgia de un pasado de "Cuentame", nostalgia de una niñez alejada de todos los sinsabores que hoy como adulto vivo y me ha tocado vivir, alejada en el tiempo del dolor de los seres queridos ya desaparecidos, alejada de todos los duelos que en esta vida, o quizás en cualquier otra, nos araña el alma, la hiere de muerte; nostalgia de todas las ilusiones que están aún por llegar, de esos planes y proyectos que hace algunos días relataba, y que por entonces estaban todos por cumplir, sin renunciar a nada en la vida, teniendo todo por hacer, sintiendo que el mundo que te rodea es lo suficientemente seguro que nada en el futuro producirá una sola lágrima de dolor.
Las cosas de ayer, las cosas que me han hecho como hoy soy, como hoy me veo, como hoy me veis; momentos, seres queridos, amigos, vivencias de mi pasado, mi infancia.
Las cosas de ayer, que en el fondo son las cosas de hoy, las que me han acompañado durante todos estos años, las cosas que han moldeado mi ser. Ni buenas, ni malas, iguales o distintas a las tuyas, pero las cosas que definitivamente me han hecho la persona que ya seré hasta el último de mis días.
2 comentarios:
El año pasado fui a ver un monólogo que ha tenido un éxito increíble, creo que aún se puede ir a ver en Madrid, en el treatro de Gran Vía. EL título "Espinete no existe" muy significativo, no?
Lo mejor de ese monólogo fue descubrir que allí estábamos unas doscientas personas muertas de risa recordando emocionados los mismos momentos de risas, los bocadillos de mortadela para merendar en la calle mientras se jugaba al látigo, al rescate o a la goma; Epi y Blás, Coco, triki, Heidi, Marco, la abeja maya... o de los chicles chein de fresa ácida que costaban 1 peseta, los juegos en la calle después de los obligados deberes...
Como nota curiosa, te cuento que en aquella función acabamos cantamos la canción de los mosqueperros (sí sí PERROS!!) todos a una dando palmas como si tuviéramos siete años! Fue fantástico!ja!
He cotilleado un poquito en la web que propones y cuando se la enseñe a mi padre... no va a haber quien le quite del ordenador en busca del Capitán Trueno! (Tiene casi toda la colección de cuando tenía 10 años y mi padre es del 49...)
Creo que tienes razón, a través de nuestra infancia vamos construyendo nuestro carácter, salvando nuestros miedos y aprendiendo a afrontar los problemas del mañana y por eso creo que es fundamental que se cuide mucho para que el futuro personal de cada niño sea sano (psicológicamente hablando).
Te mando un link increíble sobre la educación de los niños de un profesor japonés. A mí me encantó.
Recomendado para todos. Viva el profesor Toshiro!! ;-) Un besito.
http://www.elblogalternativo.com/2008/12/11/toshiro-kanamori-y-la-pedagogia-para-ser-feliz-y-pensar-en-los-demas-otra-educacion-es-posible/
Gracias Virginia, te prometo que entraré en la página del profesor japones.
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