El pasado viernes 1 de Octubre se cumplió el primer centenario de la Residencia de Estudiantes. Fue fundada por la Junta para la Ampliación de Estudios en 1910 como producto directo de las ideas renovadoras que había iniciado en España Francisco Giner de los Ríos con la fundación en 1876, junto con Teodoro Sainz Rueda, Gumersindo de Azcarate y Nicolás Salmerón entre otros, de la Institución Libre de Enseñanza, al separarse de la Universidad Central de Madrid para defender la libertad de cátedra y negarse a ajustar sus enseñanzas a cualquier dogma oficial en materia religiosa, política o moral, tras la puesta en marcha del modelo político de Cánovas en 1875.
Desde su nacimiento La Residencia fue el centro neurálgico de la cultura de este país es sus diferentes épocas. En la primera de ellas coincidieron tres de las más importantes figuras de la cultura española del siglo XX: el cineasta Luis Buñuel, el poeta Federico García Lorca y el pintor Salvador Dalí. A este grupo de amigos hay que añadir el del ingeniero Pepín Bello uno de los más longevos habitantes de la institución. Entre residentes e invitados asiduos por ella han pasado lo más granado de nuestra cultura del siglo pasado: Jorge Guillén, Severo Ochoa, Miguel de Unamuno, Manuel de Falla, José Ortega y Gasset, Pedro Salinas, Blas Cabrera, Eugenio d’Ors, entre los primeros y Rafael Alberti, Juan Ramón Jiménez, Gerardo Diego y tantos otros entre los segundos.
Creo que nunca ha existido en lugar alguno una mayor concentración de intelectuales de las distintas disciplinas que forman el vasto mundo de la cultura, al menos en nuestro país. Creo que ésta debería ser un lugar de culto, una visita obligada para todos, para poder respirar seguro un aire exclusivo, único, con una concentración infinita de conocimiento y arte por milímetro cúbico.
Siento una nostalgia imposible, una envidia maledicente, una frustración impropia de alguien que por edad y nacimiento nunca podría haber compartido unas vivencias únicas y exclusivas de unos pocos. Fantasear e imaginar son ejercicios que uno puede desarrollar hasta extremos ilimitados, y en esos sueños que uno tiene despierto acaricia la falsa realidad de haber compartido tan sólo un pequeño ápice de aquella vida impregnada de liberalismo, de modernismo, de nuevos movimientos culturales, de respeto y admiración. Si existe un privilegio en esta vida que realmente te hace un ser distinto e inmensamente rico en el plano intelectual y espiritual, en el plano de lo intangible como ser humano, este es el del conocimiento, y no existe mejor manera para aumentar tan preciado tesoro que compartir e intercambiar con lo más granado del mundo de la cultura las ideas, las obras, los hechos, los avances, las tendencias y la expresión personal de la creación individual de las artes.
Para aquellos que admiramos sin límites el mundo intelectual, La Residencia debería ser un centro obligado de peregrinación. Debemos alegrarnos de que después de un siglo siga aún viva dando cabida a los artistas de hoy, albergando todo tipo de actos culturales, reuniendo entre sus paredes lo mejor de cada una de las disciplinas que configuran nuestro bagaje cultural, de todos los que en el mundo entero dejan nuestra huella y señal de identidad como país que está y debe permanecer en la vanguardia de un mundo que crean unos pocos para el deleite de todos.
Desde este blog me sumo a los homenajes y al reconocimiento que en estos días se celebran de lo que yo denominaría como la verdadera Casa de la Cultura.
1 comentario:
La foto que has elegido es, para los del Ramiro de siempre,el Hispano Marroquí, que formaba parte anexa a la Residencia original que ya estaba fuera de los límites del instituto. En esas clases que ves, estudié yo primero y segundo de Bachillerato.
Me sumo al homenaje y añado una desgracia más a la larga lista de ofensas: estudiamos allí, heredamos el lugar, pero jamás, nadie, nos comentó nada de la tradición,de la gloria y de la enorme relevancia de la Residencia de Estudinates, de Giner de los Ríos o de la Institución Libre de Enseñanaza: nos emocionamos años después. Gaudeamus.
Me encanta el tema que has elegido, de verdad y te añado: creo que puedes afirmar que,por tiempo de existencia, es la institución con más premios del mundo.
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