martes, 30 de marzo de 2010

Y vas que te….. Matas !!!


Esto es lo que debió de pensar Jaume Matas cuando decidió llevárselo crudo por su paso por la presidencia de la Comunidad Autónoma de Baleares. Ojito con los dichos populares y con las frases hechas. A partir de ahora la que encabeza este escrito puede ser, además de contundente en lo relativo a su significado popular, toda una declaración de que te estás llevando lo tuyo y todo lo de los demás. Realmente se le puede aplicar sin ningún tipo de equívoco al ex-ministro y ex- Presidente de la Comunidad autónoma Balear. Parece ser, y lo digo por aquello de que sin sentencia en firme todo el mundo es sólo presunto, que el señor Jaume Matas se lo ha llevado a manos llenas.
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El juez instructor del caso le ha imputado ni más ni menos que doce delitos de corrupción: siete de ellos por malversación de caudales públicos, tres por blanqueo de capitales, y dos delitos electorales. Todos estos delitos acumularían unas penas de hasta 64 años de cárcel, y para evitar de momento entrar en prisión una fianza de 3 millones de euros, una de las más altas de la historia sólo igualada por la impuesta a Roca en el escándalo del Ayuntamiento de Marbella.
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Creo que son datos más que suficientes para dar idea de lo grave del asunto. Creo que la podredumbre de nuestra clase política huele de lejos, apesta y el hedor contamina todo lo que está cerca de un cargo público con poca o mucha responsabilidad. No es sólo un mal de unos, aquí no se salva nadie, detrás de este supuesto señor aparece la supuesta señora Munar en la misma comunidad autónoma, y nos encontramos cada día un caso nuevo de un color u otro. Seguramente cometo una injusticia por la generalización en el colectivo, sé que este tipo de prácticas ilegales no afectan sólo a los políticos, que se dan en la vida privada y en cualquier sector de nuestra economía. Pero dicho esto, la gran diferencia es que estos señores que “vocacionalmente” se dedican al servicio público utilizan sus posiciones para enriquecerse personalmente a costa del esfuerzo y el dinero de la sociedad, termino abstracto que engloba a cada uno de nosotros como contribuyentes, pagadores de impuestos y víctimas de la incapacidad más que demostrada de todos ellos.
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Me invade una vez más la indignación, estoy harto de toda esta chusma que en nombre del bien social, de la entrega por los demás, del servicio a la comunidad, nos roben a todos, nos chuleen, y lo que es peor insulten a nuestra inteligencia. El señor Matas si se prueba alguno de esos doce delitos debe de ir a la cárcel, pero además debería devolver y con intereses hasta el último euro que se ha llevado. Lo mismo vale para él como para todo aquel que se ha enriquecido a costa de los ciudadanos. Hace poco salía de la cárcel el señor Roldan, ha pagado con 15 años de su vida sus delitos de la misma índole, pero tampoco ha devuelto ni un céntimo de lo que se llevo. Todos son iguales, todos están cortados por el mismo patrón, todos son de la misma ralea.
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Algo deberíamos hacer, no sé si como colectivo o cada cual a título personal, pero si no decidimos aniquilar a esta jarca de chorizos, ladrones, estafadores y gente de mal vivir vamos a terminar mal, muy mal, y seguro que más de uno con úlcera de estómago.
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domingo, 28 de marzo de 2010

La Gran Vía.


El próximo 4 de abril se cumplirán cien años del nacimiento de la calle más emblemática de Madrid. Aunque las obras se iniciaron ese mismo día de 1910 y se finalizó en 1929, no se entregó como obra terminada hasta el mes de septiembre de 1932. El proyecto original de ejecución de los entonces arquitectos municipales José López Sallaberry y Francisco Octavio Palacios se dividía en tres tramos: Avenida A (534 metros), desde la plaza de San Marcial (actual calle de los Reyes) hasta la de Callao; el Bulevar (409 metros), desde Callao hasta la Red de San Luis, y Avenida B (417 metros), desde la Red de San Luis hasta la calle de Alcalá. La longitud total sería de 1.316 metros y el ancho de 25 metros, salvo el bulevar que tendría 35 metros. Las obras fueron inauguradas por el Rey Alfonso XIII, siendo Presidente del Gobierno José Canalejas y Alcalde de la ciudad, José Francos Rodríguez. Las obras se fueron realizando por tramos, siendo el último en finalizarse el de la Avenida A. Los nombres originales que recibieron fueron: Conde de Peñalver, alcalde de Madrid cuando se firmó el proyecto, para la Avenida B, la primera en realizarse; Avenida Pi y Margall, en recuero del que fuera Presidente de la I Republica Española, para el segundo tramo el del Bulevar; y calle de Eduardo Dato, en recuerdo del que fuera Presidente del Gobierno, para el último en finalizarse, Avenida B.
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A lo largo de su historia la Gran Vía ha tenido diversos nombres oficiales y otros populares. Tres meses antes de comenzar la Guerra Civil, en 1936, los dos primeros tramos pasaron a denominarse Avenida de la CNT. Ya en tiempos de la Guerra, serían conocidos como Avenida de Rusia. Este nombre volvería a cambiarse en noviembre de 1937 por el de Avenida de la Unión Soviética. Durante este período también tuvo otros nombres populares como Avenida de los obuses o, la zona del bulevar, Avenida del quince y medio, en referencia a los proyectiles que el ejército franquista lanzaba sobre los pisos superiores del edificio de la Telefónica, que era usado como observatorio militar. En 1937 el tramo llamado Eduardo Dato recibió el nombre de Avenida de México. Al finalizar la Guerra Civil en 1939, con la victoria franquista y su entrada en Madrid, la calle pasó a llamarse desde el 24 de abril Avenida de José Antonio. En 1981, durante la Transición Española y siendo Alcalde de Madrid el socialista Enrique Tierno Galván, el Ayuntamiento cambió el nombre de veintisiete calles, entre ellas el de la Avenida de José Antonio, que desde entonces se denomina simplemente Gran Vía.
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Dejemos los datos de la historia para los expertos, sólo a modo de introducción he entendido que debía aportar un poco de información para situar el próximo aniversario de quizás la calle más conocida de Madrid. Si he venido aquí hoy no ha sido con otra intención que rendir mi pequeño homenaje compartiendo con vosotros la parte de mis recuerdos asociados a ella. He vivido la Gran Vía en distintos momentos de mi vida y cada recuerdo que tengo está asociado a momentos y épocas diferentes. Cuando era un niño, visitar la Gran Vía era todo un acontecimiento. Normalmente mi Padre nos solía llevar a pasear por ella, al menos en dos ocasiones al año, aunque seguramente pasábamos muchas más tardes en ella. Especialmente recuerdo cuando de noche en la primavera, nos llevaba cada año a mis hermanos y a mí, a ver el ambiente de las hinchadas de los equipos que venían a Madrid a celebrar la final de lo que hoy conocemos como la Copa del Rey de Fútbol, y entonces en mis primeros años de recuerdos se conocía como Copa del Generalísimo, que mayor nos hacemos. Era todo un espectáculo ver la riada de seguidores de uno y otro equipo, paseando por la Gran Vía con sus banderas, sus bufandas, sus cánticos, ebrios de alcohol, ebrios de ilusión y triunfalismo. Casi daba igual el resultado, tanto unos como otros celebraban el hecho de haber estado en una final y hacían de la calle un encuentro para la fiesta y la celebración. De aquellos mismos años mantengo en mi memoria, la segunda cita obligada. El paseo por Madrid en coche para ver el alumbrado de las Navidades. Siempre lo iniciábamos en la Plaza de España, subíamos la Gran Vía en sus tres tramos, llegábamos a Cibeles, calle Alcalá hasta Velásquez, subíamos hasta Joaquín Costa, vuelta por Serrano hasta la Puerta de Alcalá, y de nuevo la Gran Vía. Eran años, porque no reconocerlo, de una infancia feliz con simplemente compartir momentos muy marcados con el resto de la familia.
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Años más tarde fue la calle de los cines para mí. Junto con un amigo, y en ocasiones otro más, acudía los sábados a alguno de los grandes cines de toda la vida. Eran los primeros años de adolescente, con capacidad económica para ir a un estreno al menos cada mes, y el resto de fines de semana pases de sesión continua en alguno de los cines del barrio. También fueron tiempos de mi inicio en el arte del ligoteo, aunque he de reconocer que nunca fui un experto en estas lides, si es cierto que alguno de mis amigos bien conseguía atraer la atención de nuestros objetivos y a partir de ese momento a quién Dios se la diese, San Pedro le bendijese. Todo aquello ocurría siempre entre la Plaza de España, la parte de abajo de Princesa, y algún paseo que otro por Gran Vía.
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Ya con más edad he vivido la Gran Vía de otra manera, me ha encantado pasear por ella, ver la gente, oír el sonido de una calle llena de vida. He acudido a Chicote a tomar algún aperitivo, he ido a sus espaldas alguna noche golfa a tomar copas. Pero sobre el resto de las cosas me he dejado impresionar con su arquitectura, por la composición de sus edificios, por las gárgolas de sus tejados, por el señorío ya trasnochado de alguno de sus hoteles.
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Hace ya algunos años que sólo la visito de paso, cuando por algún motivo he de atravesar por ella con dirección siempre a otra parte de la ciudad, pero incluso ahora no deja de fascinarme. Creo que iré algún día de estos en compañía de mis hijos a enseñarles una calle ya centenaria, una calle que seguro que al igual que a mi les fascinará, una calle que es un emblema de nuestra ciudad y que seguro seguirá siendo así durante al menos otros cien años.
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sábado, 27 de marzo de 2010

Always Look on the bright side of life.

Pues eso, siempre mira el lado brillante de la vida. Silba y recuerda siempre que el úlimo en reir seras tú.

domingo, 21 de marzo de 2010

Día Internacional del Síndrome de Down


El 21 de Marzo se eligió como emblema y representa la síntesis simbólica de la trisonomía del par 21, por eso el día 21. El número 3, correspondiente al mes de marzo, representa la cantidad de genes, uno más de lo normal, que aporta una persona en el cromosoma 21 cuando padece Síndrome de Down.

Seguramente el día de hoy se habrá pasado inédito para la mayoría de nosotros, sólo en aquellas familias donde uno de sus componentes padezca está enfermedad habrán sabido lo que hoy se conmemora.

Nos queda mucho camino por recorrer en el reconocimiento por parte de la sociedad de estas personas. Creo que no somos capaces de mirar con los ojos que han de buscar todo lo que nos acercan a ellos, todo lo que en común tenemos y compartimos. No somos capaces de igualar nuestros sentimientos a los suyos, de sentir como ellos sienten, de aceptar que al fin y a la postre sólo nos diferencia algo tan minúsculo y diminuto como un único gen en un cromosoma. Esa es la única distinción real que hay entre ellos y nosotros.

Hace ya muchos años estuvo de moda una canción de amor, una canción de AMOR con mayúsculas. Hablaba de sentimientos, de mil hormigas que recorren los pies cuando dos miradas se cruzan de forma furtiva en un comedor, de paseos por un jardín, de una felicidad sin igual cuando dos manos se entrelazan entre sí, de una flor como regalo, de un dibujo de algo parecido a un corazón. Esta canción habla del amor entre una mujer y un hombre, de una declaración de amor. Si este día ha de tener un himno, “Sólo pienso en ti” ha de ser sin duda alguna quién lo represente. Si existe algún sentimiento que más nos iguale a todos, ese es el amor. Nos enamoramos todos: jóvenes y viejos, ricos y pobres, moros y cristianos, hombres y mujeres. Si existe amor, hay comprensión, aceptación, ilusión, compromiso, y felicidad.

Creo que hoy es un buen día para cambiar nuestra mirada, para empezar a ver de otra manera a aquellos que siendo iguales nos parecen tan distintos. Creo que compartir el amor por los que hasta hoy creíamos diferentes, es aceptar que no lo son, que son nuestros iguales y que seguramente seremos capaces de dar infinitamente menos de lo que ellos están dispuestos a regalarnos sin nada a cambio. He tenido la fortuna de conocer y compartir algún tiempo con una persona con Síndrome de Down, y os puedo asegurar que nunca he sentido una mirada más limpia, una sonrisa más generosa, y una alegría e ilusión mayor por el simple hecho de estar vivo y disfrutar de cada instante, de cada detalle, de todas esas pequeñas cosas que al final son las que realmente valen la pena.

viernes, 19 de marzo de 2010

Embrace Life - always wear your seat belt

Dance With My Father - Luther Vandross (Lyrics)

Este es uno de los regalos que me ha hecho hoy mi hijo Pablo. Junto con un poema y un dibujo, son todos ellos regalos muy especiales para mi.

domingo, 14 de marzo de 2010

La visión de una vida.


“El hombre de 50 años que ve el mundo de la misma manera en que lo veía a los 20 años, ha desperdiciado 30 años de su vida.” (Muhammad Ali).
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Hoy he leído esta cita. Me he topado de bruces con ella y no la he podido pasarla por alto. Creo que la cercanía a los 50 me tiene últimamente especialmente sensible con todo aquello que me voy encontrando en mis lecturas y hacen referencia a esta edad. No sé si recupero del baúl de la memoria mis percepciones más infantiles, recuerdos de la niñez, imágenes de mis mayores. Si sé que cuando a penas levantas un metro y pocos centímetros más del suelo, las percepciones de las personas que te rodean en esos años de tu vida son unas y que según avanzas acumulando años a tus espaldas estas son diametralmente distintas y opuestas a las sentidas en el pasado.
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No es que sienta una especial admiración por el dueño de esta cita, una persona que a lo largo de su vida ha recibido muchos cientos o miles de duros impactos en su cabeza debe de tener un batido neuronal difícil de digerir. Pero seguro que en el momento de expresar la citada idea, los axones hicieron su trabajo y fueron capaces de conectarse unos con otros hasta articular dicha sentencia. Y creo además que tiene razón.
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La vida nos cambia en una lenta, pero inexorable evolución. Igual que físicamente experimentamos los cambios derivados del uso y desgaste de nuestros cuerpos, de la misma manera evolucionamos en nuestra visión de todo aquello que nos rodea y que conforman el hatillo de nuestras vivencias, experiencias, sensaciones, sentimientos, deseos, voluntades y objetivos. Es una ley natural, o es simplemente la vida que a cada cual nos toca vivir. Pero si creo firmemente, estoy seguro de ello, que cada día nacen y mueren a la vez en nosotros mismos diminutos cambios que configuran una personalidad distinta hasta el mismo día en que todo se termina.
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Una vez leí que cada uno de nosotros somos tres personas en una, y no es la respuesta a la imagen de la Santísima Trinidad, es más humano y mucho más fácil de entender si necesitar del esfuerzo de la Fe. Uno es como es realmente, como se ve a si mismo, y como lo ven los demás. Tres formas de ser, y cada una de ellas diferente. Lo pensé y medité durante un buen rato, y lo acepte como una verdad absoluta. Nuestro real ser tiene mucho que ver con la genética heredada, con el uso que cada cual le hemos dado a nuestras vidas, a nuestros cuerpos, al entorno en donde nos criamos, educamos y vivimos. Del ser nacido como consecuencia de cómo nos vemos se derivan miles de factores: desde la autoestima, la autocrítica, la sinceridad con uno mismo, la indulgencia personal, el estado de ánimo, nuestro aspecto físico, el desarrollo de nuestro intelecto y si me apuráis conceptos más banales como el desarrollo de nuestro ego. Tendemos a reconocernos más guapos, más altos, más delgados, inteligentes, amables, sensibles y especiales de lo que realmente somos. Por último de estas dos proyecciones anteriores de nuestra persona resulta la última concepción de nuestro ser, como nos ven los demás. Nunca coincide realmente con las realidades anteriores, en muchas de las ocasiones para bien y en la mayoría de ellas para nuestra desgracia. Ni somos tan guapos, ni tan listos para el resto de la humanidad, y además incluso puede ser que este último ser se multiplique por un número indeterminado ligado al número de personas con las que nos relacionamos y conocemos. Aceptando esta idea como buena y cierta, es fácil adivinar que efectivamente la vida se ve de distinta manera desde el prisma de los 20 años que desde los 50. No podríamos convivir con un tres en uno sin muchas contradicciones y esperar que estos sean inmutables con el paso del tiempo.
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Seguramente la cita del afamado campeón de los pesos pesados se pueda evolucionar, y todos aquellos que multipliquen la distancia por dos, verán que a los 80 la vida se entiende y se experimenta de una forma muy distinta que a los 50 y por supuesto que a los 20. No creo que tenga la oportunidad de comprobarlo, pero si alguno de vosotros llegáis a ese tramo del camino, acordaros, (o mejor escribir hoy el compromiso y guardarlo bien, no vaya a ser que a esas edades uno olvide lo que vivió en estas fechas) de compartir con el resto el cambio de visión experimentado, seguro que esta en las antípodas.
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