Apenas tenía yo ocho meses cumplidos, cuando aquel 28 de agosto de 1963 Martin Luther King realizó su famoso discurso "I Have a Dream" en la ciudad de Washington. Nadie como él supo encarnar la protesta contra la discriminación racial. Su doctrina de resistencia pasiva, de no colaboración, y de no violencia, lo convirtieron en el máximo exponente de los movimientos antirracistas durante las décadas de 1950 y 1960. Los conceptos "satyagraha" (la fuerza de la verdad) y "ahimsa" (la no violencia) alma de la insurrección liderada por Gandhi, fueron el modelo en el que basó su actuación social Martin Luther King. Premio Nobel de La Paz en 1964, fue asesinado el 4 de abril de 1968 en la terraza de la habitación de su hotel en Memphis, cuando un tiro disparado por James Earl Ray le abatió seccionando la mitad de su garganta. Aquel día murió un hombre, pero no su idea.
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Han pasado ya cuarenta y seis años de aquel día, y aquel sueño se cumplió, o no. Se coronó hace un año con la elección del primer presidente afroamericano en los Estados Unidos de América, o no. Tengo serias dudas que aquel sueño, el sueño de un pastor protestante nacido en Atlanta en 1929 se haya visto cumplido después de tantos años.
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No hablo de un país en concreto, no hablo de una raza en particular, no hablo de los cambios sociales que durante todo este tiempo se han producido en las sociedades occidentales. Hablo de la desigualdad económica, hablo de la pandemia de pobreza que asola el mundo subdesarrollado, hablo de las guerras, del terrorismo, de la falta de libertad, de la hipocresía, hablo de dolor, persecución y de muerte de hombres, mujeres y niños. Hablo de la falsedad del mundo en el que vivimos, de la pasividad del ser humano ante la injusticia de sus semejantes, de la opresión del más fuerte sobre el más débil, de la intransigencia de unos y de los otros, del fanatismo religioso, del resurgir de ideologías extremas, de la corrupción, de la delincuencia, de podredumbre política, de envidia, y de odio.
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Yo también sueño cada día, pero sueño cuando más despierto estoy, sueño cuando mis sentidos más alerta están, cuando veo y oigo cada día el lado más oscuro de la naturaleza humana. Sueño despierto que llegará el día en que todo esto cambie, sueño que nunca más, ni una sola vez, la hiel de este mundo inundará mis sentidos, mis sentimientos. Sueño que llegará el día en el que se cumplirá el sueño de Martin Luther King, su último sueño: "Cuando repique la libertad y la dejemos resonar en cada aldea y en cada caserío, en cada estado y en cada ciudad, podremos acelerar la llegada del día en que todos los hijos de Dios, negros y blancos, judíos y cristianos, protestantes y católicos, puedan unir sus manos y cantar las palabras del viejo espiritual negro: "¡Libres al fin! ¡Libres al fin! Gracias a Dios omnipotente, ¡somos libres al fin!"
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Os preguntaréis porque hoy he escrito con este tono de desesperanza y amargura. La respuesta la podéis ver vosotros mismos. La respuesta es un vídeo de cinco minutos, un vídeo que no os dejará impasibles, un vídeo que os ha de revolver al menos en lo más profundo de vuestro ser, y si no lo consigue, es que estáis muertos, sois muertos vivientes, sin sentimientos, sin conciencia, sin valores. Lo encontráis aquí: http://www.youtube.com/watch?v=h_CWQTfeQIE
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No os pido que lo disfrutéis, no se puede disfrutar, pero si os invito a que al menos hagáis una pequeña reflexión, y si al final os ha removido como a mí las entrañas, si os pido un favor: intentar al menos cada día de vuestra vida cambiar algo, por pequeño que sea, de este miserable mundo que estamos construyendo. La suma de infinitas pequeñas acciones seguro que servirán para mejorar al menos un poquito nuestras vidas y las vidas de nuestros semejantes. Yo ya he comenzado, por favor pasa tú también a la acción, no te quedes parado.
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