sábado, 28 de noviembre de 2009

Navidad


A menos de un mes para el día de Navidad, he decido con un día de retraso sobre el Ayuntamiento de Madrid, inaugurar el periodo de las fiestas. Por eso os encontráis los tres primeros villancicos.
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No soy un gran devoto de estas fiestas, son fiestas para los niños más que para los mayores que convivimos con la dualidad de las ausencias, y la obligación moral de impregnar estos días de la ilusión y la magia que los más pequeños se merecen.
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Me gustaría convencer a alguno de mis seguidores habituales a que envíen sus propios escritos sobre la Navidad. Sé que al menos uno escribe, o ha escrito algún cuento dedicado a los verdaderos protagonistas de estas fechas. Cuentos redactados con mucho cariño y más esmero, cuentos de Navidad, relatos cortos escritos con el único fin de sembrar una semilla de ilusión en los corazones de los pequeños y no tan pequeños. Estaría encantado de publicar un relato de alguien que estando lejos durante prácticamente todo el año, acude puntualmente a esta cita cada año, vuelve a casa por Navidad para hacer de estos días unos días más entrañables regalando siempre una sonrisa, mucho humor y más amor. Si te decides y te apetece ya sabes que este es tu sitio tanto como el mío.
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Espero también compartir con todos el primer cuento que Belén, mi hija, está preparando para compartirlo con toda nuestra familia la Noche Buena. Está muy ilusionada con la idea, pero en un exceso de confianza puede ser que le pille el toro, y al final toda su buena voluntad se quede en eso, en voluntad y en la promesa que para el año próximo si llegará.
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Silent Night .( Neil Diamond)

Santa Claus Is Comin' To Town (Neil Diamond)

I, I, I, I'm Dreamin' Of A White Christmas.(Neil Diamond)

Un paseo hasta la cima



Había llegado al parking del puerto de Cotos unos minutos antes de que dieran las ocho de la mañana. Como cada año, había esperado a los primeros días del nuevo verano para ascender hasta la cima. A diferencia de los últimos años en esta ocasión haría en solitario aquella nueva subida. Se había convertido en una cita obligada. Las últimas veces, desde el primer año que subieron todos juntos para despedir dos vidas que se habían agotado casi a la vez, lo había hecho en compañía de uno de sus hermanos. Todavía acudía a su memoria la subida de aquel día. El dolor que les había acompañado durante todo el camino, el silencio que les recibió en la cumbre solitaria, el viento que mezclo las cenizas de ellos con las lágrimas de todos cuando llego el momento de dejarles para siempre unidos en aquel pico que tantas veces habían ascendido juntos. Desde aquel año no faltaba nunca, era una necesidad, no tanto una obligación. Hacer aquella subida año tras año le permitía sentirse muy cerca de los que allí se habían quedado. El recorrido se hacía siempre prácticamente en silencio, se intercambiaba con su hermano las palabras justas para conocer como iba haciendo mella en cada uno los esfuerzos por hacer cumbre. Se respetaban un mutuo sentimiento lleno de añoranza, lleno de los recuerdos compartidos con los que arriba esperaban sin estar, otro año más. Esta vez iba a ser distinto, él llegaba a la cita anual en solitario.


Salió del coche para cambiar sus zapatillas de deportes por las botas de montaña, nunca conducía con botas, no se sentía cómodo con ellas, y además era una costumbre heredada de su tío, él fue quien le inició en la montaña hacía ya muchos años. Sacó del maletero su macuto, pequeño, con lo justo para sentirse bien durante la caminata, algo más de cuatro horas y media entre subir y bajar. Ya no tenía la fortaleza del pasado, ni la necesidad de demostrarse a si mismo la capacidad de mejorar el tiempo empleado en cada marcha. Cogió también su viejo bastón de montaña, su compañero más fiel durante muchos años. No podía evitar una sonrisa nostálgica, durante un tiempo en el trabajo le habían apodado "El Tío la Vara", seguramente por un carácter que se había agriado con el paso de los años y sin ser él muy consciente de aquel cambio. Había sido una etapa muy especial en su vida y la guardaba en esa parte del alma reservada para sus mejores y más especiales recuerdos.


Llegó el momento de iniciar la caminata, cruzó la carretera desde el parking y empezó a adentrarse en el bosque por el ancho camino que iniciaba la ascensión. Su meta estaba a 2.430 metros de altitud. Sabía que no había prisa por llegar, que tendría que adecuar su paso al ritmo que le obligaban marcar sus ya mal tratados pulmones, muchos años de tabaco a su espalda le hacían caminar con una marcada sensación de ahogo continuado. Caminaba acompañado de un sonoro silencio, la brisa de un suave viento movía las hojas de los árboles, algún que otro pájaro despertaba al día, y por lo demás una soledad absoluta en el frondoso bosque. Dentro de unos minutos empezaría a ser pasado por jóvenes montañeros que, al igual que él, preferían empezar temprano para evitarse después el ir y venir de numerosos grupos de excursionistas que se acercaban hasta la sierra con la intención de pasar un soleado día de campo. Las primeras cuestas siempre habían sido penosas, calentar los músculos de sus piernas, superar las primeras exigencias de un cuerpo anquilosado y ya un tanto avejentado, dominar mentalmente las primeras renuncias al esfuerzo pendiente. Visualizaba el recorrido que también conocía y no podía dejar de sentir una punzada de dolor físico pensando en todo lo que aún quedaba por delante. Primero llegaría al Mirador de la Gitana, un poco más adelante el cobertizo del Depósito, quedarían algunas curvas y muchas rampas hasta llegar al desvío del camino que lleva a la Laguna coronada por el refugio Zabala. Un infierno hasta llegar a las cimas de Dos Hermanas, y desde allí hasta la subida más abrupta para coronar el pico un tramo de descanso. Por último el esfuerzo final hasta alcanzar la meta, Peñalara.


Cuando por fin terminó su calvario, se sentó en una de aquellas rocas, cerró los ojos y dejo que el viento golpeara su cara, sintió como su cuerpo se estremecía por todos y cada uno de los sentimientos que le acompañaban. Estaba más exhausto que ningún otro año. El silencio que le acompañaba era absoluto, de momento no había nadie más junto a él. Los que ya le habían pasado por el camino estarían seguro camino del Risco Claveles para bajar a las Lagunas de los Pájaros y cerrar el recorrido de vuelta por la Laguna del Peñalara. Dejó fluir sus pensamientos, recuperó sus recuerdos más íntimos y personales, y como cada año no pudo evitar un pequeño reguero de lágrimas que brotaban de aquellos ojos ya muy cansados. La imagen de sus dos seres queridos se hicieron muy presentes. Siempre les recordaba de la misma manera, siempre acudían a su mente sonriendo, felices. Tan parecidos en casi todo, en su aspecto físico, en sus ademanes y gestos, en sus ganas de vivir y disfrutar la vida, cada uno a su estilo, en su forma de luchar por lo que se proponían, en su generosidad con todo y con todos. Siempre, cada año, los recordaba con el mismo amor y con el mismo respeto, admiración y orgullo. Así continuó un buen rato, hasta que el silencio se rompió con la llegada de un pequeño grupo que jovialmente celebraban el fin de su trayecto. Saludó a los recién llegados, intercambió con ellos los parabienes típicos de los que se unen por un esfuerzo ya realizado. Se levantó y mirando hacia el norte, atisbando en la lejanía La Granja y un poco más allá Segovia, se despidió con un mudo y doliente hasta el próximo año de su hermano y su tío. Ellos eran el motivo de aquella cita, a ellos iba cada año a rendir aquel pequeño homenaje de esfuerzo y sufrimiento. Por ellos, y por todo lo que cada uno le habían dado en su vida, subía año tras año hasta el pico más alto de nuestra sierra, para compartir no sólo los momentos de soledad en aquel techo, era una compañía con la que caminaba tanto en la subida como en la bajada de vuelta a casa. Sintió una punzada de temor, de desazón, no sabía si sería capaz de cumplir con la próxima cita, su caminar por el sendero de la vida se estaba acercando a su final. Respiró hondo y empezó a descender, con la idea de que él también estaría allí junto a ellos cuando llegara su momento. Formar parte de aquel paraje era su último deseo.



sábado, 7 de noviembre de 2009

I Have a Dream


Apenas tenía yo ocho meses cumplidos, cuando aquel 28 de agosto de 1963 Martin Luther King realizó su famoso discurso "I Have a Dream" en la ciudad de Washington. Nadie como él supo encarnar la protesta contra la discriminación racial. Su doctrina de resistencia pasiva, de no colaboración, y de no violencia, lo convirtieron en el máximo exponente de los movimientos antirracistas durante las décadas de 1950 y 1960. Los conceptos "satyagraha" (la fuerza de la verdad) y "ahimsa" (la no violencia) alma de la insurrección liderada por Gandhi, fueron el modelo en el que basó su actuación social Martin Luther King. Premio Nobel de La Paz en 1964, fue asesinado el 4 de abril de 1968 en la terraza de la habitación de su hotel en Memphis, cuando un tiro disparado por James Earl Ray le abatió seccionando la mitad de su garganta. Aquel día murió un hombre, pero no su idea.
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Han pasado ya cuarenta y seis años de aquel día, y aquel sueño se cumplió, o no. Se coronó hace un año con la elección del primer presidente afroamericano en los Estados Unidos de América, o no. Tengo serias dudas que aquel sueño, el sueño de un pastor protestante nacido en Atlanta en 1929 se haya visto cumplido después de tantos años.
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No hablo de un país en concreto, no hablo de una raza en particular, no hablo de los cambios sociales que durante todo este tiempo se han producido en las sociedades occidentales. Hablo de la desigualdad económica, hablo de la pandemia de pobreza que asola el mundo subdesarrollado, hablo de las guerras, del terrorismo, de la falta de libertad, de la hipocresía, hablo de dolor, persecución y de muerte de hombres, mujeres y niños. Hablo de la falsedad del mundo en el que vivimos, de la pasividad del ser humano ante la injusticia de sus semejantes, de la opresión del más fuerte sobre el más débil, de la intransigencia de unos y de los otros, del fanatismo religioso, del resurgir de ideologías extremas, de la corrupción, de la delincuencia, de podredumbre política, de envidia, y de odio.
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Yo también sueño cada día, pero sueño cuando más despierto estoy, sueño cuando mis sentidos más alerta están, cuando veo y oigo cada día el lado más oscuro de la naturaleza humana. Sueño despierto que llegará el día en que todo esto cambie, sueño que nunca más, ni una sola vez, la hiel de este mundo inundará mis sentidos, mis sentimientos. Sueño que llegará el día en el que se cumplirá el sueño de Martin Luther King, su último sueño: "Cuando repique la libertad y la dejemos resonar en cada aldea y en cada caserío, en cada estado y en cada ciudad, podremos acelerar la llegada del día en que todos los hijos de Dios, negros y blancos, judíos y cristianos, protestantes y católicos, puedan unir sus manos y cantar las palabras del viejo espiritual negro: "¡Libres al fin! ¡Libres al fin! Gracias a Dios omnipotente, ¡somos libres al fin!"
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Os preguntaréis porque hoy he escrito con este tono de desesperanza y amargura. La respuesta la podéis ver vosotros mismos. La respuesta es un vídeo de cinco minutos, un vídeo que no os dejará impasibles, un vídeo que os ha de revolver al menos en lo más profundo de vuestro ser, y si no lo consigue, es que estáis muertos, sois muertos vivientes, sin sentimientos, sin conciencia, sin valores. Lo encontráis aquí: http://www.youtube.com/watch?v=h_CWQTfeQIE
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No os pido que lo disfrutéis, no se puede disfrutar, pero si os invito a que al menos hagáis una pequeña reflexión, y si al final os ha removido como a mí las entrañas, si os pido un favor: intentar al menos cada día de vuestra vida cambiar algo, por pequeño que sea, de este miserable mundo que estamos construyendo. La suma de infinitas pequeñas acciones seguro que servirán para mejorar al menos un poquito nuestras vidas y las vidas de nuestros semejantes. Yo ya he comenzado, por favor pasa tú también a la acción, no te quedes parado.
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domingo, 1 de noviembre de 2009

Don Juan Tenorio


“Si ese plazo me convida para que gozaros pueda,
pues larga vida me queda, dejad que pase la vida.
Si de mi amor aguardáis, señora, de aquesta suerte
el galardón en la muerte, ¿qué largo me lo fiáis?”
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¿ Qué ha sido de Don Juan? Es la pregunta que hoy día 1 de Noviembre me hago, día de Todos los Santos, previo al día de Difuntos y fecha en la que toda mi vida , año tras año, he revivido este drama religioso publicado en 1844 por José Zorrilla. Donde se esconden Don Juan Tenorio, Doña Ines de Ulloa, Don Luis Mejía, Doña Ana de Pantoja, Don Gonzalo de Ulloa, Don Diego Tenorio, Marcos Ciutti, Gastón, Brígida, La Abadesa de las Calatravas de Sevilla, Don Rafael de Avellaneda.
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¿Donde están todos ellos, que por primera vez desde que tengo uso de razón, han caído en el olvido? Es el primer año que no he visto, ni oído una sóla mención del mítico Tenorio. Llegar al 1 de Noviembre era siempre el reencuetro anual con la figura del mito de Zorrilla.
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"Por donde quiera que fui,
la razón atropellé
la virtud escarnecí,
a la justicia burlé
y a las mujeres vendí.
Yo a las cabañas bajé,
yo a los palacios subí,
yo los claustros escalé
y en todas partes dejé
memoria amarga de mí.".
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¿Tanto está cambiando todo?. ¿Es posible que en el ostracismo dejemos nuestras tradiciones?¿Ha perdido Don Juan su última batalla? ¿Haloween, tradición irlandesa, ha vencido al poderoso Don Juan? Pues parece que si, ya no están los tiempos para revivir las andanzas donjuanescas, ni existen doña Ines ultrajadas, muertas por amor. Ya no están los tiempos para burlas, asaltos, y falsos enamoramientos. Ya no hay apuestas pendencieras, ni escenas del diván.
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"¡Ah! ¿No es verdad, ángel de amor,
que en esta apartada orilla
más pura la luna brilla
y se respira mejor?
Esta aura que vaga, llena
de los sencillos olores
de las campesinas flores
que brota esa orilla amena:
esa agua limpia y serena
que atraviesa sin temor
la barca del pescador
que espera cantando el día,
¿ no es cierto, paloma mía,
que estás respirando amor?"
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Don Juan desaparece del teatro de nuestras vidas, muere en el olvido, muere a manos de un rival foraneo, cambiamos tradición por tradición, y el mundo anglosajón impone su criterio y su costumbre. Seguramente va ligado a las nuevas generaciones, entiendo que es más divertido una noche de terror, que un drama del siglo XIX, seguramente es más divertido disfrazarse de muerto viviente, de bruja, momia, esqueleto andante, visitar casa por casa a todos tus vecinos y emplazarles al gran dilema del "Truco o Trato." Sé que Don Juan muere entre nuestras generaciones y las anteriores, hoy es Halloween quién se impone entre nuestros niños, jóvenes y no tan jóvenes. Yo mismo soy cómplice con mis hijos de esta batalla desigual. Espero al menos que en estos días y noches de terror, aunque Don Juan nos abandone, no dejemos de recordar a nuestros difuntos. No soy de visitar cementerios, lo respeto y mucho, pero si es cierto que en estos días siempre encuentro un momento para recuperar en mi memoría a todos los que hoy ya no nos acompañan.
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"Llamé al cielo, y no me oyó,
y pues sus puertas me cierra,
de mis pasos en la tierra
responda el cielo, no yo."
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Espero mantener otras tradiciones, disfruto con los Buñuelos, que le voy a hacer soy un goloso empedernido, no así con los Huesos de Santo. Sé que nada puedo hacer contra la corriente, además me considero una persona capaz de adaptarse y aceptar todo lo bueno que de cualquier parte nos llega. Pero si es verdad, que hay costumbres y usos muy arraigados en mi, seguro que por educación recibida, seguro que por edad, seguro que por respeto a lo que mis mayores me inculcaron. Por ello, cuando veo que alguna de mis tradiciones se pierden, se menoscaban, se dejan en el limbo del olvido, es como si una parte de mi y de mi pasado se perdiera con ellas. Muchas han sido las noches de Todos los Santos pegados a la televisión, cuando la televisión era una e incluso muchos años después, viendo año tras año la representación del drama de Don Juan. He visto una y mil veces la obra, con distintos Don Juan y Doña Ines, era parte de la festividad, era el cierre al día de los Santos y el inicio a la noche de los Difuntos. Ya pasaron aquellos días, ya no habrá más Don Juan, creo que perdemos en el cambio. Me gustaría mantener vivo el mito, me gustaría que llegado el día no tenga que explicar a mis hijos por su desconocimiento lo que hoy recoge una expresión tan cotidiana en nuestro idioma o lengua como "fulanito de tal es un Don Juan". Hay cosas que en si mismas para nosotros son sencillas de entender, las hemos mamado, las hemos conocido, entendido y vulgarizado por el uso y por el conocimiento de nuestra cultura. Don Juan, el mito, era una de ellas.
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"Sólo en la vida más pura
los justos comprenderán
que el amor salvó a Don Juan
al pie de la sepultura."