domingo, 15 de julio de 2012

El minuto heroico de cada día.




Cual héroes mitológicos de la cultura griega o romana, cual héroes literarios o cinematográficos, cual héroes de las grandes guerras de la historia de la humanidad, todos y cada uno de nosotros al menos durante un minuto diario nos convertimos en estos personajes que aceptando el riesgo incluso de nuestras propias vidas decidimos aceptar el desafío y el dilema que se nos plantea. En tan sólo sesenta segundos debemos tomar con determinación una decisión que pondrá en riesgo nuestra supervivencia y que generosamente adoptamos para salvar la patria. No esperamos ningún reconocimiento a cambio, no buscamos la medalla al valor, ni otra condecoración que reconozca nuestro arrojo y generosidad por los demás, simplemente apostamos y damos sin pensar ese paso al frente que nos convierte en semidioses dispuestos a todo.
.
Ocurre cada día, ocurre en las peores circunstancias, no nos dejamos amilanar por nada ni por nadie. Somos capaces de realizar la hazaña que ha de marcar el camino de la gloria, sabemos, o no, que seremos imitados por una ciudadanía huérfana de referentes, dispuesta a seguir a ciegas a todos aquellos que enarbolando la bandera de la generosidad arriesgaran su más preciado tesoro por los demás. Somos millones de héroes anónimos que con una misma decisión plantamos cara a la adversidad, superamos los miedos más atroces, y decidimos ganar la batalla aún a riesgo de perder la vida en el empeño.
.
Cada mañana cuando el despertador suena para rescatarnos de nuestros sueños, cuando llega el momento de poner pie en tierra y empezar otra nueva jornada demoledora, durante esos sesenta segundos tomamos la única decisión posible, nos revestimos con los ropajes de los más afamados héroes de la Historia y nos levantamos. No es moco de pavo, no es baladí la decisión, no es un acto irreflexivo, somos completamente conscientes de que es nuestra única salida, que a pesar de la que está cayendo no nos queda otra, que hay que ser valientes y vencer a la pereza, dominar el sentimiento de desidia y abandonar la idea de que les vayan dando a todos por donde más escuece. Nos transformamos en seres superiores, salimos del calor de nuestras camas y sin más, con la cabeza bien alta, el espíritu henchido y respirando valor por los poros de nuestra piel, iniciamos la jornada seguros que en el intento dejaremos nuevos girones de nuestro ser, que la lucha será a cara de perro, que la batalla más cruenta aún está por llegar.
.
Somos héroes, no os quepa la menor duda de ello y si no mañana al amanecer cuando la máquina infernal vuelva a tirar de vosotros para traeros de vuelta al mundo real, dejar transcurrir ese minuto sin tomar decisión alguna y ya veréis como pasado un segundo más de lo debido una sensación de mal estar invadirá vuestro cuerpo y mente y al final, a la carrera, con el tiempo ya pegado a los talones, empezaréis a correr para no perder el tren de los valientes, para no perder el paso de los que acuden a guerrear con la única idea de vencer y superar al enemigo.
.
Sólo queda daros las gracias: por el ejemplo diario, por la ofrenda de sacrificio que regaláis cada jornada, por vuestra generosidad y valentía, por marcar un camino a imitar, por transformaros en héroes anónimos y en un ejemplo de vida para todos. Así de esta manera seguro que la batalla sólo puede tener un vencedor: los ciudadanos de este país llamado España.
.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Como bien dices, a la fuerza ahorcan, pero hay que seguir haciendo de la heroicidad algo normal y cotidiano. A por ellos que son pocos y cobardes. Suerte.