Cual héroes mitológicos de la cultura griega o romana, cual
héroes literarios o cinematográficos, cual héroes de las grandes guerras de la
historia de la humanidad, todos y cada uno de nosotros al menos durante un
minuto diario nos convertimos en estos personajes que aceptando el riesgo
incluso de nuestras propias vidas decidimos aceptar el desafío y el dilema que
se nos plantea. En tan sólo sesenta segundos debemos tomar con determinación
una decisión que pondrá en riesgo nuestra supervivencia y que generosamente adoptamos
para salvar la patria. No esperamos ningún reconocimiento a cambio, no buscamos
la medalla al valor, ni otra condecoración que reconozca nuestro arrojo y generosidad
por los demás, simplemente apostamos y damos sin pensar ese paso al frente que
nos convierte en semidioses dispuestos a todo.
.
Ocurre cada día, ocurre en las peores circunstancias, no nos
dejamos amilanar por nada ni por nadie. Somos capaces de realizar la hazaña que
ha de marcar el camino de la gloria, sabemos, o no, que seremos imitados por
una ciudadanía huérfana de referentes, dispuesta a seguir a ciegas a todos
aquellos que enarbolando la bandera de la generosidad arriesgaran su más
preciado tesoro por los demás. Somos millones de héroes anónimos que con una
misma decisión plantamos cara a la adversidad, superamos los miedos más
atroces, y decidimos ganar la batalla aún a riesgo de perder la vida en el
empeño.
.
Cada mañana cuando el despertador suena para rescatarnos de
nuestros sueños, cuando llega el momento de poner pie en tierra y empezar otra
nueva jornada demoledora, durante esos sesenta segundos tomamos la única
decisión posible, nos revestimos con los ropajes de los más afamados héroes de
la Historia y nos levantamos. No es moco de pavo, no es baladí la decisión, no
es un acto irreflexivo, somos completamente conscientes de que es nuestra única
salida, que a pesar de la que está cayendo no nos queda otra, que hay que ser
valientes y vencer a la pereza, dominar el sentimiento de desidia y abandonar
la idea de que les vayan dando a todos por donde más escuece. Nos transformamos
en seres superiores, salimos del calor de nuestras camas y sin más, con la cabeza
bien alta, el espíritu henchido y respirando valor por los poros de nuestra
piel, iniciamos la jornada seguros que en el intento dejaremos nuevos girones
de nuestro ser, que la lucha será a cara de perro, que la batalla más cruenta
aún está por llegar.
.
Somos héroes, no os quepa la menor duda de ello y si no
mañana al amanecer cuando la máquina infernal vuelva a tirar de vosotros para
traeros de vuelta al mundo real, dejar transcurrir ese minuto sin tomar decisión
alguna y ya veréis como pasado un segundo más de lo debido una sensación de mal
estar invadirá vuestro cuerpo y mente y al final, a la carrera, con el tiempo
ya pegado a los talones, empezaréis a correr para no perder el tren de los
valientes, para no perder el paso de los que acuden a guerrear con la única
idea de vencer y superar al enemigo.
.
Sólo queda daros las gracias: por el ejemplo diario, por la
ofrenda de sacrificio que regaláis cada jornada, por vuestra generosidad y
valentía, por marcar un camino a imitar, por transformaros en héroes anónimos y
en un ejemplo de vida para todos. Así de esta manera seguro que la batalla sólo
puede tener un vencedor: los ciudadanos de este país llamado España.
.
1 comentario:
Como bien dices, a la fuerza ahorcan, pero hay que seguir haciendo de la heroicidad algo normal y cotidiano. A por ellos que son pocos y cobardes. Suerte.
Publicar un comentario