sábado, 16 de junio de 2012

“Hay ladrones a los que no se les castiga, pero que nos roban lo más preciado: el tiempo.”



Una vez más recurro al plagio para encontrar el título más adecuado a la entrada. En esta ocasión, y ya son varias, Napoleón es mi víctima propiciatoria. Francamente las citas son un yacimiento inacabable de ideas, no sé que haría yo sin ellas, además de destrozarlas con comentarios pueriles y muy alejados de la grandeza de sus autores y del legado que nos dejaran como herencia.
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Necesitaba encontrar un titular contundente, creo que estamos muy lejos de comprender, entender y valorar lo importante que es que nadie nos haga mal gastar nuestro tesoro más escaso y menos valorado. Si algo nos falta cada día es tiempo, bastante lo perdemos nosotros solos como para que venga cualquiera a robarnos tan sólo un segundo de tan minúsculo caudal. Mis jornadas diarias son muy largas, desde que me levanto hasta que vuelvo a la cama pasan cada día unas 19 horas. Con esto no quiero decir que emplee cada minuto del día en cosas productivas, pero al menos da una idea de lo agotadoras y extensas que son. Para mi desgracia hay un porcentaje mayoritario de cada día que lo dedico a trabajar, no me siento orgulloso de ello, muy al contrario me siento culpable de no ser más productivo para dedicarme a otras actividades que me gustan mucho más y estoy completamente seguro que me harían más feliz, mejor persona y más completo como ser humano. Es una desgracia vivir como vivo y aunque sé que en mis circunstancias hay infinidad de congéneres, no resulta ningún consuelo.
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Con este panorama es intolerable cruzarte cada día con gente que se dedica a enredar, a no hacer nada, a hacer aún más difícil y complicadas las tareas diarias, a incordiar, a buscar y plantear el camino siempre más largo para obtener el mismo fin, a bombardear lo ya hecho para tener que volver a empezar, a poner palos en las ruedas e impedir el avance, a desorganizar, a restar y dividir en el esfuerzo. Existe una prole ingente de personas que se dedican impunemente a robar nuestro tesoro. Y la culpa es nuestra, porque lo toleramos, porque de forma condescendiente lo permitimos, porque emocionalmente nos dejamos invadir, porque por empáticos parecemos bobos, porque confundimos las churras con las merinas y hacen y deshacen a su antojo pero siempre a nuestra costa. Suelen ser ladrones de guante blanco, que con sus mejores modos y formas irrumpen en tu espacio y sin darte cuenta te levantan preciados minutos de un tiempo que no tienes. Y casi siempre para nada, para complicarte más tu vida, para obligarte a extender una extenuada jornada que poco o nada da más de sí, o para que al final le robes tiempo al poco tiempo disponible que te queda y así recuperar el que se han llevado de la forma más vil e ignominiosa.
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He decidido crear una fortaleza ante esta gente de catadura tan ruin, voy a proteger y defender mí tiempo ante los continuos ataques de todos ellos, y desde este preciso instante voy a denunciar públicamente a todos los que como oficio sin beneficio se dedican al pillaje y saqueo de los tesoros de los demás. No hay tregua para los que tal latrocinio realizan, el tiempo es oro y como tal lo debemos valorar.
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1 comentario:

Anónimo dijo...

He llegado a este blog por casualidad...o mejor, por causalidad. Muy cierto lo que dices, entre los que nos roban el tiempo, los que machacan las ilusiones y un que otro saboteo propio a los sueños dejamos pasar los dias ...y con ellos se van lo mas preciado que tenemos. Suerte en tu lucha ;-)