Dice así la canción:
"Sevilla tuvo que ser,
con su lunita plateada,
testigo de nuestro amor,
bajo la noche callada.
Y nos quisimos tú y yo,
con un amor sin pecado,
pero el destino ha querido ,
que vivamos separados.
Están clavadas dos cruces,
en el monte del Olvido,
por dos amores que han muerto,
sin haberse comprendido,
que son el tuyo y el mío.
Están clavadas dos cruces,
y en el monte del Olvido,
por dos amores que han muerto,
que son el tuyo y el mío."
Sevilla tuvo que ser la razón y el motivo de juntar dos amores moribundos. Dos amores que terminaron huérfanos sin haberse comprendido. Felipe y Alfonso, Alfonso y Felipe se reúnen de nuevo después de más de quince años para respaldar, dar calor y apoyar a su amigo Alfredo, candidato a la presidencia del gobierno por el PSOE. Como dos viejos rockeros vuelven a los escenarios en ayuda de su colega, uno de los suyos, uno de los de toda la vida, de los de siempre, de los históricos, de los camaradas de verdad.
Un salto al pasado, un viaje a los recuerdos, a los momentos de gloria, a los tiempos de la victoria sin paliativos y por derecho. Dos épocas, dos momentos, el pasado y el futuro, sin presente que es negro y oscuro, sin José Luis que es gafe, el responsable del desplome y la vergüenza, la imagen de la derrota, un líder terminado y agotado para la causa.
Mala estrategia la del PSOE, enterrar vivo al que hoy gobierna en el desgobierno, esconder como apestado al jefe de las filas socialistas ya herido de muerte. No pelean por una victoria que hoy ya es misión imposible, remontar una distancia de más de diez y seis puntos en quince días es cuestión baladí, pero no plantan cara a su enemigo intentando recortar la distancia, para mermar una mayoría que por aplastante será infranqueable e incuestionable en todas sus decisiones futuras de gobierno.
La pelea es otra, el objetivo es interno, el resultado que se busca es la permanencia en el partido, la legitimidad para continuar, la cifra son los 125 diputados, condición necesaria y quizás suficiente para obtener el mando necesario para no salir del aparato y continuar al frente como Secretario General.
Me parece un engaño para los votantes, una vez más nos declaran una causa que poco o nada tiene que ver con la realidad. No quieren quemar sus navíos, nadar y guardar la ropa, la derrota ha de tener los menos daños colaterales posibles. La campaña es para una victoria oculta, opaca e interesada, el premio de consolación ya les vale si al terminar su objetivo está salvado. Cambio la pareja de baile, busco antiguos compañeros de viaje para alcanzar una meta de puerto de tercera en una vuelta ciclista. Las estrellas del pasado son hoy los mejores gregarios, hay que llegar a la cima sin perder el liderato del equipo y mañana otro día será.
Y mientras tanto, en la Moncloa, José Luis rememora estos versos:
“Cuando bajo del tren siento frío,
he dejado mi casa, ahora estoy sólo.
¿Qué hago aquí? ¿Quién me espera en
este lugar excavado en el silencio?"
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