sábado, 5 de febrero de 2011

Sinestesia. El arte de ver la música, tocar la tristeza y oler los colores.


Este es el título de un artículo que he leído hoy y me ha fascinado.

La sinestesia es descrita por los neurólogos como una comunicación anómala entre áreas cerebrales, lo que el vulgo define de forma clara y llana como un cruce de cables. Debido a este fenómeno psicofisiológico algunas personas pueden experimentar sensaciones en un determinado sentido (por ejemplo, el oído) cuando se estimula otro (pongamos, el tacto). Es decir, que pueden ver formas geométricas de colores cuando escuchan una canción, por ejemplo.

Lo más común (en un porcentaje de un 49%) es que se crucen los cables de los estímulos léxicos (letras, números o palabras escritas) con los colores, de forma que el sinesteta léxico ve los grafemas de un determinado color, siempre el mismo, independientemente del tono en que esté impreso. La “a” siempre será roja y la palabra “teléfono”, por ejemplo, siempre será amarilla, la lea donde la lea.

También es bastante frecuente (28%) que el sinesteta vea colores y formas cuando escucha ciertos sonidos (sinestesia musical). Por eso Frank Liszt le pedía a su orquesta que tocara “un poco más azul” o “no tan rosa”, algo que lógicamente los músicos no acababan de comprender.

Hay otros tipos de sinestesia menos frecuentes, como los provocados por el sabor (4%), el olor (4%), el dolor, el tacto o incluso las personas (3%).

Esta anomalía sólo la padecen el 0,05% de la población, es un trastorno de la percepción pero sin restar capacidades como podría ser la ceguera o la sordera, muy al contrario añade nuevas percepciones enriqueciendo en muchos casos la original.

Me parece extremadamente fascinante que exista gente con la posibilidad de oír de un color determinado los sonidos metálicos, ver un país de color azul, los días de la semana de colores diferentes, o distinguir entre números femeninos y masculinos. Me encantaría saludar cada mañana en verde al llegar a la oficina, oír azules las risas de mis amigos, saborear en rojo los besos que recibo y oler alegría en cada rincón de mi casa.

Seguro que ser sinesteta es ser más sensible, es ser más creativo, es ser más perceptivo y especial. Creo que en estos momentos donde todos vemos en negro el presente y parte de nuestro futuro sería una ventaja padecer sinestesia para incorporar el arco iris al completo en la visión de nuestras vidas.

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1 comentario:

Juan Manuel Beltrán dijo...

Lo poco que se estudiaba en la Facultad obre esto se centraba en la tortura de aquellos que la padecían, pues la realidad es un poco menos edulcorada de lo que el artículo presenta.
El diferente siempre padece la presión de la norma y en este caso, más. Combinaciones anómalas de estímulos hacen que el sujeto atribuya causas diferentes de las que originan los mismos, de forma que las consecuencias sociales no acaban de configurar un buen panorama.