sábado, 6 de febrero de 2010

Oxímoron


 
Metafóricamente hablando vivo en un eterno oxímoron, o dicho de otra manera soy un oxímoron con patas que deambula por la vida siendo una completa contradicción.
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Antes de continuar dejarme que os cuente que significa este vocablo tan poco conocido e infinitamente usual en nuestro léxico, que os ilustre con algunos ejemplos literarios explicativos todos ellos de lo que encierra con afán liberador esta figura literaria:
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Oxímoron. (Del gr. oxymoron). m. Ret. Combinación en una misma estructura sintáctica de dos palabras o expresiones de significado opuesto, que originan un nuevo sentido; p. ej., un silencio atronador. (Según el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua)
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Oxímoron. Nombre masculino. Lit. Figura retórica de pensamiento que consiste en complementar una palabra con otra que tiene un significado contradictorio u opuesto: la soledad sonora de la que habla san Juan en sus versos es un claro ejemplo de oxímoron. (Diccionario de uso del español)
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Lope de Vega:
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Sosiega un poco, airado temeroso,
humilde vencedor, niño gigante,
cobarde matador, firme inconstante,
traidor leal, rendido victorioso.
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Quevedo:
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Es hielo abrasador, es fuego helado,
es herida que duele y no se siente,
es un soñado bien, un mal presente,
es un breve descanso muy cansado.
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San Juan de la Cruz:
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Que tiernamente hieres, soledad sonora, música callada
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William Shakespeare:
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Santo maldito, honorable villano, engaño leal...
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Qué raro suena en si mismo y que fácil es de entender en palabras de genios de la literatura.
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Retomo pues mi escritura y como os decía me siento ni más ni menos que un completo oxímoron. No sé si os pasa lo mismo a los demás, pero según voy cumpliendo años tengo la serena sensación de no hacer aquello que realmente me apetece, de estar en el sitio equivocado, en el momento erróneo, con los planteamientos opuestos, en las antípodas de las vivencias que me gustarían acumular. Al menos he de reconocer que soy consciente de ello, que cada mañana me levanto con la misma sensación de vivir una eterna contradicción, de iniciar cada jornada en el sentido contrario de la dirección acertada. No es que viva desquiciado por ello, es como decía una serena sensación, una nítida aceptación de uno mismo, una amistosa convivencia con el sinsentido. Es fácil la justificación de lo que somos, de lo que tenemos. Es simple y sencilla la razón de la sinrazón, es cómodo el sentimiento de lo establecido, es confortable convivir con lo ya alcanzado en la vida.
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Pero dentro de mí existe una llama, que languidece cada día, que da calor a la insurrección, a la búsqueda de los anhelos, a la revolución de mi ser, a la lucha sin cuartel por conseguir romper la cadena del ancla de una vida ya establecida. Quién fuera pirata, quién bucanero para surcar los mares de nuevas incertidumbres, de lejanas y nuevas ilusiones. Atravesar océanos de nuevas experiencias, de grandes misterios, navegar sin rumbo fijo hasta el ocaso de la vida.
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Que difícil convivencia entre la aceptación y la insurrección, entre el sosiego y el anhelo, entre la serenidad y la inquietud, la razón y la sinrazón. Quizás toda esta contradicción sea simplemente la vida, que estar vivo se simplifique y se resuma en esta eterna pelea entre lo que somos y lo que nos gustaría ser, entre lo que hacemos y lo que nos gustaría hacer. Quizás no seamos seres humanos, simplemente somos oxímoron (parece ser que tal figura literaria carece de plural) en el teatro de la vida.
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2 comentarios:

Anónimo dijo...

La vida, nuestra vida, siempre nos muestra la falta de control que tenemos sobre ella. Lo que somos y lo que queremos ser; lo que soñamos y lo que logramos; lo que conseguimos y lo que se nos escapa.
Pero el hombre/mujer (pongo los dos géneros por hacer un homenaje a la Pajines, Aídos etc) tenemos, y además es lo que nos diferencia, algo que el resto de animales nunca tendrán que es la capacidad de soñar, de inventar, de crear con la imaginación.
Es en este punto donde pudimos ser 'fabricados' a la imagen y semejanza de Dios. Nuestra cabeza puede conseguir llegar a donde nuestro cuerpo no nos deja; nuestra imaginación puede crear futuros que no por no ser reales, nos llenen de satisfacción.
Quizás todos seamos un Oxímoron. Llenemos nuestras insatisfacciones con las posibilidades de nuestra imaginación. Busquemos momentos donde gracias a nuestra mente podamos vivir todo aquello que la dura realidad no nos permite. Y sobre todo, busquemos el equilibrio que seguro nos trasladará a una, subjetiva e individual, felicidad. Los demás nos lo agradecerán.
Besos hermano

Juan Manuel Beltrán dijo...

Nada más cierto que el convencimiento de que el río nos lleva exactamente en la dirección contraria a la que hemos elegido, pero asumimos que el río es el que manda. ¿Alguien se atreve a enfrentarse al río?