Llevo días alejado del blog para no caer en la tentación de escribir sobre lo que ahora mismo voy a hacer. No quería ser uno más de los que durante todos estos días se han asomado a sus distintas ventanas de comunicación a criticar y comentar lo que estamos viviendo en nuestro país. Pero al final, como si de un remedio terapéutico se tratase, he decidido sumarme a los que ya han ido por delante, y evitar así una posible hemiplejia que pudiese dejarme más idiota de lo que por naturaleza soy. Lo que aquí voy a compartir es un desahogo, seguramente poco correcto y fruto de la mala leche que uno acumula cada día después de leer, ver y oír la cantidad de decisiones absurdas, hechos más que cuestionables, errores masivos y maledicientes, que se acumulan por segundo en nuestra vida pública y política.
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Vaya tropa nos ha tocado, seguro que llegamos tarde, muy tarde en el reparto. Se llevaron los excelentes, los buenos y hasta los regulares antes de que nos tocara elegir. Son muchos y malos, los peores, los más pésimos. Y da igual donde quieran jugar este partido, de un signo y del contrario, de un partido u otro, de una organización pública o de todas ellas, no se salva ni uno.
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Voy a intentar ser ordenado, controlar la ira y repartir entre todos, cada uno con su responsabilidad, o mejor expresado irresponsabilidad, cada uno con el rol que representa.
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Empiezo por el gobierno del desgobierno. Un gobierno que ha roto su contrato de confianza, credibilidad, ilusión y esperanza con los ciudadanos. Un gobierno que se ha confundido hace más de dos años en su pronóstico y en su gestión. Un gobierno que ha demostrado sus incapacidades para liderar situaciones graves, muy graves, pero que al fin y a la postre es al que le toca sacarnos de este atolladero en el que nos ha metido. No vale lanzar a sus ministros a todo tipo de programas de radio y televisión, incluidos alguno de los conocidos como tele basura, a explicar sus nuevos planes de ajustes, a pedir perdón por errores del pasado. No vale, y si no que se lo pregunten a los más de 4,6 millones de parados de nuestro país. Si en otro ámbito de la sociedad algún gestor mete la pata hasta el corvejón sale por la puerta a la voz de ya. A modo de ejemplo, si un médico y su equipo cometen un error en un diagnóstico poniendo en riesgo la vida de un paciente, a lo mínimo que se enfrentan es a una indemnización y seguro que a una inhabilitación temporal o definitiva dependiendo del alcance del error. Pues en este caso lo mismo, a la calle inhabilitados, y ya veremos si de por vida o por los siguientes cuatro u ocho años. No se puede ser frívolo con las cosas de comer, y estamos hablando de comer, de sobrevivir con lo justo para un alto porcentaje de conciudadanos. Si no hay capacidad para aportar soluciones, es mejor decir adiós y ceder el puesto. Aún hoy estamos esperando medidas para la creación de empleo, está muy bien que se ajuste el gasto, esta bien porque tenemos que demostrar en el exterior que somos capaces de gestionar el caos, pero sólo con ajustes no es suficiente, o son capaces de poner en marcha la tan manida reforma laboral, o son capaces de generar empleo y confianza, o seguiremos la misma senda de nuestros amigos los griegos. Ya no hay tiempo para especular, o se gobierna de una vez por todas o a la calle, han tenido suficientes oportunidades y el tiempo de la fe se ha terminado. Por favor, actúen y actúen de forma contundente y si no se sienten capaces dejen espacio para otros.
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El problema son los otros también. Desde el mirador y el observatorio de nuestra realidad cotidiana, si los primeros dan miedo, los que en teoría están por llegar dan pánico. Tampoco se puede hacer peor desde la oposición. Ya lo decía al principio son muchos y muy malos. No se puede especular con el desgaste de los que gobiernan, no se puede mirar siempre a otro lado, no se puede negar todo por principio y por estar a la contra por definición. Es mala estrategia esta de esperar en la puerta a ver pasar el cadáver del enemigo. Nunca resulta bien cuando tanto hay en juego, y lo que se están jugando es nuestro país. Quieren llegar al sorteo del 2012 con muchas papeletas acumuladas para recoger el primer premio, pero ojo que el premio se puede convertir en castigo, y cuando quieran alzar el trofeo de la victoria igual se encuentran con que no hay nada que hacer, que estamos muertos y no de parranda. Hay falta de lealtad, o peor aún también hay incapacidad, la misma incapacidad que han demostrado los primeros. Si en el primer partido de la oposición hubiese el más mínimo compromiso, si tuviesen las soluciones y una batería de ideas para impedir el caos donde vivimos, han tenido la obligación y el tiempo suficiente para demostrarlo. Es momento de ser generosos, de ofrecer lo mejor de cada uno, si es que lo tienen. Es lícito no dejar que el contrario se apropie de tu valor, de tus conocimientos de tus capacidades, pero es más lícito aún ceder, si las tiene, las soluciones a los problemas, y después convencernos a todos de que estas son suyas, que con sus soluciones hemos podido salir adelante, que gracias a su generosidad mañana tendremos una esperanza, por pequeña que esta pueda ser. Es muy ruin por su parte no colaborar, no estar dispuestos a arrimar el hombro, dejar que nos hundamos en la mayor de las miserias con el único objetivo de alcanzar el máximo poder y sustituir a los que hoy están, aunque parezcan que no hayan venido. No digo que estos sean más responsables que los anteriores, a cada cual lo que le corresponde, pero son cómplices de los primeros, son aún menos leales y más egoístas. En el fondo no les importa lo que todos sufrimos, en el fondo tienen sólo un objetivo y tampoco coincide con el que todos los ciudadanos demandamos.
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Y de los agentes sociales que decir. Son incapaces de llegar a un acuerdo de mínimos para afrontar una reforma laboral que es imprescindible para salir de este pozo. No nos puede extrañar, si la CEOE la dirige un empresario incapaz de gobernar sus propias compañías, si su mayor logro ha sido llevar a todas ellas a un concurso de acreedores, si no hay una que se salve. Eso si, no hay quién lo mueva de su posición al frente de nuestros empresarios, ni con agua hirviendo deja el cargo, igual desde su puesto es capaz de seguir medrando y salvar algo de su patrimonio personal, no el empresarial. Y en frente los sindicatos. Organizaciones que viven de la sopa boba del gobierno, organizaciones subvencionadas hasta decir basta y que con la excusa de la paz social no han sido capaces de presionar y defender los intereses de los trabajadores, los intereses de los millones de parados. Hemos tenido que oír de uno de sus dirigentes que no iban a presionar y convocar una huelga general para no hacerle el caldo gordo al PP. No se puede ser más vacío, por no decir algo mal sonante y peor. Si todo lo que puedes ofrecer a los miles de afiliados y resto de trabajadores y parados, es que prefieres no hacer nada para no tener que favorecer las posturas e intereses de aquellos que están en las antípodas de tu ideario político, es mejor que os marchéis y cuanto más lejos mejor. Cuando la situación que hay es la que es, lo menos que esperas de las organizaciones sindicales y toda su capacidad de presión para conseguir los mejores logros para los que siempre son los más necesitados, se haga el caldo gordo o no a los demás, antes que nada y lo más importante es intentar solucionar los problemas de los que tu representas y en ti han depositado toda su confianza. Así es imposible pensar que algo se va a solucionar en este país. Dios no lo quiera, pero o echamos a todos al mar y atados cada uno de ellos a una gran piedra para que no puedan volver a nado, o nos hundimos como las goletas de nuestra Marina Imperial en la batalla de Trafalgar.
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Joder con la tropa, son ejército, y de los peores. Se han convertido o quizás ya lo eran en el ejército de Pancho Villa, y lo siento por la memoria del afamado revolucionario mexicano, pero la historia nos ha contado que no había ejercito más desorganizado y chapucero que el suyo.
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