sábado, 19 de diciembre de 2009

Historias por Navidad. (Antonio Martínez Beneyto)




Ya tenemos el segundo de los relatos. Esta vez he sido yo el que ha retrasado la publicación del mismo, entre semana me hes más difícil dedicar un poco de atención a nuestra cambra, pero por fin lo puedo compartir con todos vosotros. Espero que os guste, creo que Antonio nos regala un canto a la esperanza, al amor y a la amistad. Realmente deberíamos renovar estos mismos compromisos cada día, no esperar a estas fechas para hacerlo, merece la pena imaginar y después trabajar por un mundo mejor y como hemos compartido en otras ocasiones es responsabilidad nuestra, de cada uno de nosotros. Estoy seguro que con pequeños esfuerzos podremos dejar una herencia mejor a nuestros hijos, y a los hijos de nuestros hijos, y cada nueva generación deberá mantener los mismos compromisos con sus hijos y así hasta el final de los tiempos.

Estas fechas son propicias para las historias, para los cuentos que se inician con ‘Érase una vez..”. Pequeñas historias de chimenea y manta de cuadros en el sofá mientras te tomas un chocolate caliente humeante. Cuentos de nacimientos milagrosos, de reyes mágicos, de hadas de bosques nevados, de duendes que ayudan a Papá Noel. Historias llenas de amor y de buenos sentimientos. Niños que se pierden y son acogidos en casas de desconocidos en una noche fría y extraña; mayores que son ayudados por otros hombres o por algún personaje mágico; hombres y mujeres que reflexionan su vida ante el nacimiento del hijo de Dios.
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Pero....érase una vez que se era una tierra que cada día se volvía más estéril. Una tierra que perdía el color y se envolvía en un tono grisáceo y que poco a poco iba cubriendo a cada uno de los hombre y mujeres que vivían en el planeta.
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Las ilusiones desaparecían, todo valía y todo servía. La perdida de principios fundamentales en el desarrollo de la humanidad se hacía cada día más aguda. La mentira, el egoísmo, la charlatanería, el robo, el chantaje, la extorsión y el asesinato se iban instalando con total normalidad en la vida cotidiana de cada uno de los países. Guerras, magnicidios, pandemias, violencia en todas sus expresiones se habían convertido en la moneda de cambio.
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Faltaba esperanza; compromiso; comprensión y sobre todo, amor. Nada, ni nadie era capaz de insuflar un poco de optimismo en los resecos y yermos corazones de los habitantes de la tierra.
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Esto ha ido ocurriendo cíclicamente a lo largo de la historia de la humanidad en distintos grados y por desgracia seguirá ocurriendo. Pero hoy, como hace dos mil años volverá a nacer un niño, un bebé inocente que cada segundo y en todo el mundo salen de miles, de millones de vientres de mujeres de todas las razas, religiones y condición. Niños y niñas que aglutinan toda la bondad y todo el amor del mundo en si mismos, como aquél que nació en Belén. Cada uno de estos niños irá creciendo e irán perdiendo esos sentimientos puros con los que nacieron. Pero seguro que habrá uno, o varios, o miles que intentarán, guardar en un pequeño rincón de su corazón, esa bondad y ese amor con los que vieron la luz. Esos, son los que, al igual que Jesús, conseguirán que no olvidemos nunca los principios éticos fundamentales para la supervivencia de la humanidad.
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Feliz Navidad a todos y que en 2010 podamos ser un poco mejores. Si no lo queréis hacer por vosotros, pensar que al final la podredumbre se contagia y esta tierra solo necesita de amor para seguir existiendo.

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