viernes, 17 de abril de 2020

Luis Sepúlveda Calfucura.


Otra víctima más de la pandemia que padecemos. Un muerto más que nos deja con una premura innecesaria e inmerecida, aún no era su hora, nunca es la hora para el último tránsito, pero seguro que este viaje sin retorno se ha adelantado en su salida mucho más de lo previsto.

Se ha ido otro gran escritor, otro de los que hicieron grande el arte de la literatura a lo largo de su existencia. Este chileno rojo, muy rojo desde el día que nació, como él mismo decía acerca de sus orígenes idearios, luchador por las libertades de su país, preso en el régimen de Pinochet y exiliado de su país, ha sido uno de los mejores escritores contemporáneos de nuestra época.

Para Luis Sepúlveda la única obligación del escritor era «contar bien una buena historia y no cambiar la realidad, porque los libros no cambian el mundo. Lo hacen los ciudadanos». Así lo repetía el narrador, una y mil veces a lo largo de su vida.

Yo entré en su universo a través de una de las novelas que más me han gustado, y por cierto más he regalado nunca, “Un Viejo que leía novelas de Amor”. Fue, recuerdo bien, en el verano de 1988 y desde aquel día me conquistó y me convertí en uno más de sus fieles seguidores literarios.

Después fueron muchas más sus obras que he comprado, leído y deleitado: “Patagonia Express”,” Nombre de torero”,” Mundo del fin del mundo”, “Diario de un killer sentimental & Yacaré”, “Historia de una gaviota y del gato que la enseñó a Volar” ….

Luis Sepúlveda, descansa en paz, y que nadie dude nunca que él fue un buen contador de excelentes historias sin cambiar la realidad.