viernes, 20 de septiembre de 2024

El novio de la muerte



Dicen los versos de este cuplé:

 

“Nadie en el tercio sabía,

Quien era aquel legionario

Tan audaz y temerario

Que en la legión se alistó”

 

Pues no es cierto. Hoy me he enterado de que sí, que la Legión conocía la identidad del mismo.

Leyendo un diario digital me he encontrado con un artículo de Raúl José Martín Palma que pone nombre y apellidos al susodicho.

La identidad de aquel valeroso legionario es conocida. Se llamaba Baltasar Queija de la Vega, onubense nacido en 1902 en Minas de Riotinto.



Queija de la Vega se alisto en octubre de 1920, firmando un compromiso por tres años. En 1921 defendiendo un yacimiento de agua, cerca de Sidi Ifni, los legionarios fueron atacados a la media noche por una partida de rifeños. uno de los tiros de los insurgentes había herido mortalmente a Queija de la Vega quien, a pesar de estar moribundo, se mantuvo fuertemente aferrado a su fusil. Antes de huir, el enemigo intentó apoderarse del arma y, al descubrir que el valiente legionario seguía con vida, fue pasado a cuchillo. Fue el único muerto del ataque.

Tras el asalto de los rifeños, los compañeros de Queija de la Vega, de acuerdo «con el sagrado juramento de no abandonar jamás un hombre en el campo hasta perecer todos» , se aprestaron a recoger su cadáver. 

Se cuenta que, días antes, nuestro protagonista había recibido una carta que le informaba del fallecimiento de la mujer de sus amores. Y que, desde ese mismo momento, había tomado la determinación de unirse a la muerte con la primera bala que llegase.

Ésta es la trágica historia que inspiró la composición de la más famosa de las canciones de la Legión: El novio de la muerte.

En el mes de julio de 1921, el letrista Fidel Prado Duque invitó a una cupletista de moda, Lola Montes, a escuchar la interpretación de su más reciente composición. La música la había puesto el catalán Juan Costa Casals. La audición emocionó a todos los presentes, de forma que Lola Montes incorporó el cuplé a su repertorio. Sería estrenado poco después en el teatro Vital Aza. El cuplé fue escuchado por Carmen Angoloti Mesa, duquesa de la Victoria, quien se convertiría en la principal responsable de la Cruz Roja española durante la guerra del Rif. La duquesa pidió a Lola Montes que interpretase la canción en Melilla para elevar la moral de la población. Sobre la ciudad española se cernían miles de cabileños acaudillados por Abd el-Krim dispuestos a aniquilar a la población.

La canción se estrenó en tierras africanas el 30 de julio, seis días después del desembarco de la Legión en socorro de Melilla tras una extenuante marcha de 101 kilómetros en día y medio. Al escucharla el entonces teniente coronel Millán Astray no dudó ni un instante en incorporar el cuplé al repertorio legionario. Únicamente se hicieron los retoques imprescindibles para adaptar la composición al ritmo de la marcha legionaria.

Esta es la verdadera historia de la más afamada canción del cuerpo de la legión. No es el himno de este cuerpo militar, pero sin duda alguna muchos de nosotros la conocemos desde hace mucho tiempo y la hemos escuchado en muchas y diversas ocasiones.

Yo he de reconocer que me encanta. Además, intento ver cada Jueves Santo la procesión del Cristo de la Buena Muerte.

 Seguramente mi año de servicio militar en Ceuta, y los desfiles en los que me tocó participar junto al cuerpo de la legión, mi destino allí fue el de Artillería, me permitieron aprender la letra de la canción y desde entonces, después de más de treinta años, aún la mantengo entre el repertorio de mis canciones favoritas.

Cosas del pasado que han formado parte de mi particular historia.


viernes, 6 de septiembre de 2024

Volver a las andadas.


 

Llevo mucho más tiempo de lo que siempre había imaginado sin hacer este ejercicio que tanto me deleita que es el de la escritura. Sin motivos aparentes, sin razones contundentes, sin casi querer, un día me alejé de esta mi mesa y este mi ordenador, y me olvidé, sin muchos remordimientos, del placer que me proporcionaba el hecho de dedicar con frecuencia un tiempo para escribir.

No puedo esconderme detrás de ninguna razón, no he sufrido grandes alteraciones en mi vida que justificasen este abandono. Ni tan siquiera puedo decir que sintiese el impulso de hacerlo y una incapacidad creativa me lo impidiese. Simple y llanamente lo dejé de hacer.

Tampoco puedo justificar esta desidia por un cambio de hábito. Mantengo la mayoría de ellos, los que me han acompañado durante muchos años de mi vida, especialmente la lectura, complemento imprescindible de la escritura. Mi vida no es más compleja, ni más emocionante. Sigo siendo un tipo normal, con una vida normal, con tiempo suficiente, especialmente los fines de semana, para ocupar un rato cada día para rellenar alguna hoja en blanco con mis ideas, pensamientos e incluso mis sentimientos.

Hoy vuelvo a esta cita con la intención de quedarme algún tiempo, espero que mucho tiempo, e intentar recuperar un placer satisfactorio y un poco egocéntrico, no está de más reconocerlo, que tan alejado he mantenido de mi persona.

Me siento entumecido, con falta de ritmo en el flujo de las ideas, torpe en la selección de las palabras adecuadas, pero convencido, a la vez, que según vaya recuperando el hábito, poco a poco alcanzaré el nivel de prosa que tuve hace ya algunos años, ni bueno ni malo simplemente el suficiente para mi propio deleite y conformidad.

No me planteo cuales serán las nuevas andanzas. Desconozco los vericuetos de los nuevos caminos. Tendré que recorrer nuevas sendas que aún hoy son desconocidas para mí, y están por descubrir. No sé si mis escritos serán trascendentes o por el contrario llenos de banalidades. No sé si habrá más opinión en ellos, o simplemente pensamientos vagos que quiera compartir. Desconozco si hablaré de mis sentimientos y sensaciones. Posiblemente habrá, como en el pasado, un poco de todo ello. No busco ser relevante, ni el aplauso o la crítica de nadie. Es simplemente un ejercicio egoísta con un placer personal que quiero y pretendo recuperar.

Hace unos días en un evento de mi sector profesional tuve la ocasión de escuchar a un poeta, Fernando Beltrán, que se definió así mismo además de poeta como nombrador. Y un nombrador, ha conseguido que la Real Academia Española reconozca este vocablo, es una persona que se dedica a hacer nombres para empresas. Nos ilustró con una serie de ellos que ha realizado, algunos muy conocidos y para compañías muy importantes de nuestro país, pero de toda su ponencia yo me quedé con algo que dijo y me llegó muy dentro:” Amo a las palabras y siempre he querido vivir de ellas”.

En mi caso, no pretendo vivir de las palabras, ni mucho menos, no creo que llegue a amarlas, pero si reconozco que disfruto mucho con ellas, tanto al leerlas en los libros como al utilizarlas cuando escribo.

Doy por bueno este primer escrito de esta nueva etapa. No lo alargo mucho más, no puedo enroscarme dando vueltas a lo mismo. He decidido volver a las andadas, a mis andadas, y ahora sólo queda cumplir el compromiso adquirido.


viernes, 11 de noviembre de 2022

jueves, 10 de noviembre de 2022

Smile.


 

Sonríe, y quizás mañana descubrirás que la vida aún merece la pena.


viernes, 17 de abril de 2020

Luis Sepúlveda Calfucura.


Otra víctima más de la pandemia que padecemos. Un muerto más que nos deja con una premura innecesaria e inmerecida, aún no era su hora, nunca es la hora para el último tránsito, pero seguro que este viaje sin retorno se ha adelantado en su salida mucho más de lo previsto.

Se ha ido otro gran escritor, otro de los que hicieron grande el arte de la literatura a lo largo de su existencia. Este chileno rojo, muy rojo desde el día que nació, como él mismo decía acerca de sus orígenes idearios, luchador por las libertades de su país, preso en el régimen de Pinochet y exiliado de su país, ha sido uno de los mejores escritores contemporáneos de nuestra época.

Para Luis Sepúlveda la única obligación del escritor era «contar bien una buena historia y no cambiar la realidad, porque los libros no cambian el mundo. Lo hacen los ciudadanos». Así lo repetía el narrador, una y mil veces a lo largo de su vida.

Yo entré en su universo a través de una de las novelas que más me han gustado, y por cierto más he regalado nunca, “Un Viejo que leía novelas de Amor”. Fue, recuerdo bien, en el verano de 1988 y desde aquel día me conquistó y me convertí en uno más de sus fieles seguidores literarios.

Después fueron muchas más sus obras que he comprado, leído y deleitado: “Patagonia Express”,” Nombre de torero”,” Mundo del fin del mundo”, “Diario de un killer sentimental & Yacaré”, “Historia de una gaviota y del gato que la enseñó a Volar” ….

Luis Sepúlveda, descansa en paz, y que nadie dude nunca que él fue un buen contador de excelentes historias sin cambiar la realidad.

lunes, 16 de marzo de 2020

#Yomequedoencasa

Resultado de imagen de quedate en casa


No tenía pensado escribir nada sobre el covid-19. Sinceramente no tenía pensado escribir ni sobre esto ni sobre nada en particular. No soy nadie para dar una opinión sobre algo tan serio, ni tan siquiera voy a juzgar las medidas tomadas por el gobierno, ni los tiempos, ni los momentos en tomarlas, o no tomarlas. Los protocolos están para seguirlos, debe de haber un único mando y el resto de ciudadanos estamos obligados por responsabilidad personal a cumplirlos. Ya tendremos tiempo para comentar, opinar, criticar, ensalzar y hacer o decir cualquier cosa que hoy estemos pensando. Son momentos donde debemos dar lo mejor de nosotros mismos por todos los demás, y también por qué no decirlo por nosotros mismos.

Sólo quiero compartir con vosotros algún vídeo que nos ayude a pasar entretenidos algunos momentos de los largos días de confinamiento. La música y la lectura, hoy pueden ser salvavidas necesarios para no ahogarnos en los océanos de horas interminables, de días y noches sin fin.

Si con esta entrada he ayudado al menos a que alguno de vosotros hayáis podido olvidaros durante unos pocos minutos de la rutina tediosa de estos días, ya habrá valido la pena. Con esto tan nimio yo me doy por satisfecho, y para mi habrá significado mucho que este granito de arena haya servido para romper la monotonía de un inmenso desierto de aburrimientos encadenados.






  






jueves, 18 de julio de 2019

Las Lágrimas de Montalbano.




Salvo se ha levanto muy pronto. No ha podido conciliar el sueño en toda la noche. Ayer, sin duda alguna fue el peor de sus días. No ha querido despertar a Livia, la ha dejado dormir un poco más. A ella también le costó conciliar el sueño, se durmió casi con el amanecer de este nuevo día.

Se ha vestido con su vieja sudadera y un pantalón de chándal, y descalzo se ha ido a pasear por la playa. No ha querido hacer ruido, y directamente ha renunciado a ese café expreso que cada mañana le devuelve a la vida.

No quiere compañía, camina abatido por la orilla de la playa dejando que las olas del mar mojen sus pies y revitalicen su cuerpo. Su alma está dormida. Son tristes los pensamientos que le acompañan. Le invade una congoja profunda y sus ojos están llenos de lágrimas a punto de derramarse.

Sabe que todo ha terminado, ha llegado la hora, el fin está próximo. Sus vidas siempre estuvieron ligadas. Ayer le despidieron, le acompañaron todos en el último trayecto. Sabían que podía pasar en cualquier momento, el propio cansancio de Salvo en los últimos años era el más claro síntoma del agotamiento de él.

El camino ha sido largo, veintinueve años juntos. Han vivido de todo, siempre en su Vigata natal, en Lampedusa, siempre cerca de casa, Marinella. Han defendido la justicia más allá de la propia justicia, han defendido la verdad, han luchado contra enemigos organizados, sociedades delictivas. También es verdad que en todos estos años han disfrutado de los placeres de la vida, y especialmente de la comida, y nos han enseñado lo mejor de una gastronomía no por local menos espectacular.

Ayer, todos los que le pertenecían, acompañando a Salvo y a Livia le ofrecieron su último adiós.

No faltó ninguno: Mimi Augello, Fazio, Galluzzo, Catarella. También el Dr. Pascano y el fiscal Tommaseo. Adelina y sus hijos, Ingrid, y Niccolo Zito. Todos fueron a despedirle y después y como no podía ser de otra manera terminaron cenando en la Trattoria de Enzo. Un último homenaje a la altura del maestro.

Ayer, todos y cada uno de ellos despidieron al gran maestro italiano de la novela negra: Andrea Camilleri. Se fue con sólo 93 años, debería haber existido otros tantos para que, a pesar de su ceguera de los últimos años, nos hubiese regalado muchos más momentos de intriga, ironía, y su excelente hacer literario. Se ha ido un maestro de la literatura y le echaremos siempre en falta.

Salvo está sólo en la playa, llora en silencio su falta, llora en silencio un río de lágrimas. Él sabe que su final está cerca, que cuando el maestro dejó el mundo de los vivos su final llegaría en el mundo de las letras.

Salvo no conoce que hay un episodio final. Queda una última entrega, hay un relato en un cajón de la mesa del editor esperando ver la luz. Estaba todo previsto, el maestro no dejó nada al azar. No sabemos cuándo, pero veremos su última entrega. En algún momento, y a título póstumo, nos llegará a los fieles lectores del maestro Camilleri el final del comisario Montalbano.

Ese día las lágrimas de Montalbano serán nuestras lágrimas.


jueves, 24 de enero de 2019

De tanto perder, aprendí a ganar.....




Hoy por casualidad, o por causalidad no lo tengo muy claro, me he encontrado con un poema de Nadine Stair, mal atribuido a Jorge Luis Borges, que da nombre a esta entrada. Sin duda alguna, son uno de esos que encajas como un claro resumen de la vida. De todo aquello que en infinidad de veces has pensado sobre ti mismo. Aquello que te escupes en silencio en los pocos momentos de soledad buscados para intentar sintetizar los años ya vividos. Seguramente nos impacta más a los que ya llevamos transcurridos mucho más de la mitad de nuestras vidas, y perdimos la ingenuidad en aquella época que en nuestras memorias nos cuesta recuperar por estar más licuada por el transcurso de los años. 

Puedo hacer mío casi todo lo que en el texto he leído, con palabras muy parecidas, y más de una y alguna vez más lo he pensado. Quizás si repaso otras entradas del pasado encontraría argumentos muy similares. No se trata de repetirme una y mil veces, sólo quiero compartir aquello que me llama más la atención, de invitar a alguna que otra reflexión y por supuesto quedarme con su sentencia final, puesto que no puedo estar más de acuerdo que lo bueno aún está por llegar.

"De tanto perder aprendí a ganar, de tanto llorar se me dibujó la sonrisa que tengo. Conozco tanto el piso que sólo miro al cielo. Toqué tantas veces fondo que, cada vez que bajo, ya sé que mañana subiré. Me asombro tanto como es el ser humano, que aprendí a ser yo mismo. Tuve que sentir la soledad para aprender a estar conmigo mismo y saber que soy buena compañía. Intenté ayudar tantas veces a los demás, que aprendí a que me pidieran ayuda. Trate siempre que todo fuese perfecto y comprendí que realmente todo es tan imperfecto como debe ser (incluyéndome).

Hago sólo lo que debo, de la mejor forma que puedo y los demás que hagan lo que quieran. Vi tantos perros correr sin sentido, que aprendí a ser tortuga y apreciar el recorrido. Aprendí que en esta vida nada es seguro, sólo la muerte... por eso disfruto el momento y lo que tengo. Aprendí que nadie me pertenece, y aprendí que estarán conmigo el tiempo que quieran y deban estar, y quien realmente está interesado en mi me lo hará saber a cada momento y contra lo que sea. Que la verdadera amistad si existe, pero no es fácil encontrarla. Que quien te ama te lo demostrará siempre sin necesidad de que se lo pidas. Que ser fiel no es una obligación sino un verdadero placer cuando el amor es el dueño de ti. Eso es vivir....La vida es bella con su ir y venir, con sus sabores y sin sabores.... aprendí a vivir y disfrutar cada detalle, aprendí de los errores, pero no vivo pensando en ellos, pues siempre suelen ser un recuerdo amargo que te impide seguir adelante, pues, hay errores irremediables. Las heridas fuertes nunca se borran de tu corazón pero siempre hay alguien dispuesto a sanarlas. Disfruta de la mano de Dios, todo mejora siempre. Y no te esfuerces demasiado que las mejores cosas de la vida suceden cuando menos te las esperas. No las busques, ellas te buscan. Lo mejor está por venir."


sábado, 9 de junio de 2018

Soy un corazón tendido al sol






Aunque soy un pobre diablo
casi siempre digo la verdad
como fuego abrasador
siempre quise ser el que no soy
no transcurre el tiempo junto a ti
no existe el reloj
no tiene sentido entre tú y yo.

Aunque soy un pobre diablo
se despierta el día y echo a andar
invencible de moral
que difícil es buscar la paz
convivir venciendo a los demás
nuestra sociedad
es un gran proyecto para el mal.

Dejo sangre en el papel
y todo lo que escribo al día siguiente rompería
si no fuera porque creo en ti
a pesar de todo tú me haces vivir
me haces escribir dejando el rastro de mi alma
y cada verso es un girón de piel
soy un corazón tendido al sol.

Aunque soy un pobre diablo
sé dos o tres cosas nada más
sé con quién no debo andar
también se guardar fidelidad
sé quien son amigos de verdad
sé bien donde están
nunca piden nada y siempre dan

Dejo sangre en el papel
y todo lo que escribo al día siguiente rompería
si no fuera porque creo en tí
a pesar de todo tú me haces vivir
me haces escribir dejando el rastro de mi alma
y cada verso es un girón de piel
soy un corazón tendido al sol.


Y dice bien la canción, como si fuera parte de la verdad de mi vida, yo soy un pobre diablo que casi siempre dice la verdad, y que casi siempre quise ser el que no soy.

Como dice bien la canción se despierta el día y echo andar, invencible de moral , que difícil me resulta buscar la paz. Dejo sangre en el papel, y todo lo que escribo al día siguiente rompería. Escribo dejando el rastro de mi alma y cada verso o frase es un girón de piel del que me desprendo. Soy un corazón tendido al sol. 

Aunque soy un pobre diablo, sé dos o tres cosas nada más, sé con quién no debo andar, también sé guardar fidelidad, sé quienes son mis amigos de verdad, y sé muy bien donde están, nunca me piden nada y siempre me dan.

Soy un corazón tendido al sol, soy un alma regada por la luz de una luna llena en una noche de verano, cerca del mar a solas con mis contradicciones, mis alegrías y mis penas. 

Soy lo que no fui, soy lo que no seré, soy simplemente lo que hoy puedo ofrecer. Soy un sueño roto por una pesadilla a media noche. Soy un proyecto de todo y una verdad de casi nada.

Quise todo lo mejor pero hice lo de siempre, nada o muy poco, siempre insuficiente, siempre escaso para mi y todos los demás. Soy un pobre corazón tendido al sol.

Que difícil es buscar la paz, convivir con los demás, y ser fiel a mi mismo. Que difícil ser lo que uno tiene que ser, quiere ser. Que alto precio es el que uno ha de pagar para no terminar corrompiendo la única verdad de la única vida que hemos de vivir.

Soy un corazón tendido al sol. Soy un trozo pequeño de lo que debería ser, de lo que quería ser, soy lo que soy. Soy, hasta que deje de ser, un grano de arena en un océano infinito de deseos anhelados.


viernes, 20 de abril de 2018

Tres eran tres las hijas de Elena....



"Tres eran tres las hijas de Elena,
tres eran tres y ninguna buena."

No es el caso, ni el tema de esta entrada, muy al contrario. Hoy quiero hablar de tres actitudes, o capacidades del ser humano que debo desarrollar hasta límites insospechados en éstos momentos de mi vida: La paciencia, la tolerancia y la resiliencia. Tres eran tres, y todas ellas buenas.

Según el diccionario se entiende por paciencia a la capacidad de sufrir y tolerar desgracias y adversidades o cosas molestas u ofensivas, con fortaleza, sin quejarse ni rebelarse. También se define como calma o tranquilidad para esperar. 

La tolerancia es la es la actitud de la persona que respeta las opiniones, ideas, o actitudes de las demás personas aunque no coincidan con las propias.

Y por último se define resiliencia como la capacidad de los seres humanos para adaptarse positivamente a situaciones adversas.

Y la pregunta que surge después es ¿y porqué las debo desarrollar? Pues de esto se trata mi reflexión de hoy. 

Muchos de vosotros no sabéis, y no teníais porque saberlo, que desde el pasado mes de enero mi vida ha sufrido un giro de muchos grados. Hay decisiones que una vez tomadas desencadenan una serie de circunstancias, una serie de cambios y muchas situaciones nuevas. En enero y después de siete años y medio abandoné de forma voluntaria y consensuada la empresa en la que trabajaba. Fue una decisión tomada desde la reflexión, desde la tranquilidad y desde la más absoluta certeza de que había llegado el momento de dar por terminada otra etapa de mi vida profesional. A la vez y aprovechando el momento de una mayor libertad y disponibilidad de un tiempo siempre tan escaso, decidí o mejor dicho decidió un cirujano dar solución a un problema de salud nada grave, pero infinitamente molesto. Y de esta forma y con estos cambios iniciaba mis andaduras en este año.

Tanto en el plano profesional como en el personal, había introducido sin temor alguno muchos cambios y novedades. Los días serían distintos desde la mañana a la noche, los tiempos los ocuparía de manera muy diferente y podría recuperar o introducir innumerables actividades ociosas que siempre habían estado en la bandeja de pendientes. Craso error, la vida no siempre respeta los incipientes planes que el ser humano se propone. He aquí la clave, cuando uno no está acostumbrado a que las cosas se trunquen por voluntades ajenas hay que empezar a desarrollar hasta el infinito la paciencia, la tolerancia y la resiliencia. 

Debo ser paciente con la recuperación de la pequeña intervención quirúrgica que me realizaron  en el mes de enero. La evolución es mucho más lenta de lo deseado, las molestias no han desaparecido del todo, las curas y tratamientos se realizan a rajatabla, pero con palabras  exactas del doctor hay que tener mucha paciencia. y yo le pregunto ¿más?. Pues si, más, mucha más, hay que seguir así y volver a finales del mes de mayo para ver como evoluciona todo. Sinceramente no me quejo mucho, siempre hay que relativizar todo y pensar que las cosas podrían ser siempre peor, sólo me piden paciencia y porque no he de tenerla, al fin y a la postre hoy soy lo que en términos médicos se llama "paciente", y quizás su explicación nace de ahí: para sanar y curarse de las enfermedades, para aguantar las pruebas y curas, para mejorar tu salud debes de tener una paciencia infinita.

Estoy a la vez aprendiendo a ser más tolerante. En el ámbito profesional especialmente. Aunque di por terminada mi última etapa profesional no quiere decir que haya terminado mi vida laboral, ya me gustaría a mi. Estoy en una situación cómoda temporalmente en lo referente al tema económico, pero es inevitable que me vuelva a incorporar al desenfreno del trabajo diario durante unos años más. Sin prisas pero sin pausas inicié la búsqueda de nuevos proyectos profesionales, como todo en la vida lleva su tiempo e incluso las cosas que más pueden apetecer o donde piensas que más puedes ofrecer, por criterios ajenos, y no digo subjetivos, se vuelven negaciones, y allá donde no habías visto tu mejor oportunidad, te surgen posibilidades realmente interesantes y a la vez ilusionantes. En estás me veo y aquí ser tolerante es fundamental. Hay que saber aceptar y tolerar posiciones, opiniones y actitudes contrarias. De esta tolerancia bien entendida saldrán nuevas oportunidades. Muchas veces damos por hecho situaciones o resoluciones sin ponernos en las posiciones contrarias. Algunas veces no nos gusta oír opiniones contrarias y puntos de vista opuestos a los nuestros, pero sin duda esta actitud bien extendida en la persona te hace ser más rico en conocimientos y más rico en convivencia. Al final la tolerancia te ayuda en todo lo que tiene que ver con la vida compartida, y en nuestra sociedad compartir es fundamental para crecer como individuo, no rechazar nada de antemano por opuesto que sea a ti te hará más grande y más completo como ser humano.

Y además necesito ser más resiliente. Estoy convencido que tendré que levantarme después de recibir algún duro golpe, que tendré la obligación de adaptarme con toda mi positividad posible a más de una situación adversa que estarán en el devenir de la vida. Uno no sólo ha de ser más fuerte ante las frustraciones, es necesario además ser más positivo para volver a intentar vencer a las adversidades una y otra vez hasta conseguir nuestros objetivos. No podemos darnos por vencidos a las primeras de cambio, hay que seguir adelante siempre, y estamos obligados a aprender de nuestros fracasos para aplicar las lecciones aprendidas a los nuevos proyectos. Uno no debe derrumbarse y estar todo el día lamiéndose las heridas, no debemos ser calimeros, la vida te regala tantísimas cosas que lo menos que puedes hacer es pasar por ella con alegría y optimismo, y hay que hacerlo siempre por uno mismo y por todos aquellos que te rodean.

Al final, tres son tres, como las tres Gracias de Rubens, como tres patas para un banco, o como un triángulo equilátero. Las tres condiciones necesarias y esperemos que suficientes para cumplir con un único objetivo que es el de hacer si cabe un poquito mejor como persona.


viernes, 13 de abril de 2018

El Barrio - He Vuelto (audio)





Como El Barrio, he vuelto. 
No han sido tres años, como él, de estar alejado de esta Cambra. En mi caso un poco más de dos años han sido suficientes para recomponer un alma herida, recuperar una ilusión perdida por escribir que se fue agotando en frustraciones recurrentes al no encontrar las palabras que antaño fluían sin esfuerzo para enlazar escritos, entender que finalmente me he sentido peor por no poder escribir que sudar la gota gorda cada día para intentar terminar cada entrada que iniciaba, últimamente casi a la desesperada y con la certeza que el resultado sería tan catastrófico que terminaría en la papelera de mi ordenador sin ver nunca la luz que ilumina este espacio.
Hoy de nuevo estoy aquí, faltando a mi palabra en la despedida del tres de enero de hace dos años. Vuelvo a este mi espacio para seguir compartiendo con quien quiera leer los escritos que me descubren como persona, sin llegar a desnudarme del todo por prudencia, o porque lo que pudiera quedar al descubierto no fuese nada edificante, ejemplerizante ni ilustrativo de las buenas costumbres y valores, que me ayudan a entender lo que cada día más esfuerzo me cuesta, la vida, y que siempre me han servido para enfrentarme de forma pública a mis contradicciones más profundas.
Estoy atenazado, sufro un miedo atávico por errar en el nuevo intento de conseguir mantener este nuevo compromiso, siento mucha inseguridad y no tengo la soltura de antes a la hora de vomitar palabra tras palabra hasta llegar al fin.
Quizás me lanzo a un vacío sin red,  sin pensarlo mucho, porque estoy convencido que si le hubiese dado una vuelta más la decisión final hubiese sido otra muy distinta y no estaría hoy aquí escribiendo de nuevo. Sé que me costará recuperar mi nivel de escritura, nunca brillante muy a mi pesar, suficiente para sentarme y plasmar casi del tirón aquello que en cada momento ronde por mi cabeza. Seré paciente y un poco más benévolo en mis exigencias y espero que poco a poco todo sea como al principio.
Me queda hoy pedir perdón por faltar a mi palabra, mi despedida si fue un hasta luego, aquel adiós escondía un ojalá, las cenizas de aquel fuego revivieron, y el ciego se convirtió en tuerto y miró atrás. 
Como dice el título de una canción de Lagarto Amarillo: Perdón y Amen. y añado yo: y que Dios nos coja a todos confesados por lo que pueda pasar.
Se me olvidaba, gracias a todos los que habéis seguido visitando mi Cambra, vuestra Cambra que os pertenece más a vosotros que a mi mismo.