sábado, 29 de enero de 2011

Emigrantes


Estos que en la foto se ven eran emigrantes españoles que se vieron obligados a salir de su país años después de una guerra fratricida para encontrar un trabajo que aquí se les negaba. Fueron años duros, años de hambre, de miedo e incertidumbre, de horror en lo político, años de pena, dolor y miseria. Cientos de miles de compatriotas salieron allende las fronteras para poder encontrar una posibilidad de vida, para poder ganar un jornal cada mes, para mantener a sus familias, para ganar un dinero que les permitiera mal vivir seguramente, para salir de la pobreza, para encontrar una ilusión y construir un futuro para sus hijos, años de sacrificio, soledad y tristeza.

Con casi cuatro millones setecientos mil parados, un 20,3% de la población activa, con más de un millón trescientas mil familias rozando el umbral de la pobreza porque ninguno de sus componentes trabaja, con un paro juvenil cercano al 43%, la situación laboral en nuestro país se hace insostenible. Como hace sesenta años, volvemos a pensar que la única salida posible para muchos será coger la maleta y emigrar a otros países. Cada día son más los conocidos y amigos que reflexionan sobre esta posibilidad, cada día son más los que se plantean como única salida a su situación vender lo mucho o poco que tienen y dar un salto en busca de soluciones que en su país se les niega.

Hoy hemos podido leer en la prensa que Alemania necesita entre 500.000 y 800.000 profesionales cualificados: ingenieros, arquitectos, técnicos y especialistas. Hoy Angela Merkel es esperada por nuestros jóvenes como en la España de los 60 dimos la bienvenida a Mr. Marshall. Tenemos una generación desesperada, una generación JASP, jóvenes aunque sobradamente preparados, que ve como su único futuro profesional posible está lejos de su familia, lejos de sus amigos, de su gente, de su hogar. Es una generación perdida para nuestro país, una generación sin esperanza, sin ilusión, una generación muerta laboralmente incluso antes de poder empezar a demostrar todo aquello que pueden llegar a aportar.

Dentro de poco veremos como hacen la maleta, como con su equipaje lleno de conocimientos se irán concentrando en aeropuertos, estaciones de trenes y puertos con billetes a cualquier parte, con billetes que les permitan viajar al futuro, a un futuro lleno de incertidumbre, a un futuro que su propio país les negó. Me da pena, mucha pena, me indigna la idea, siento rabia y frustración. Pienso en mis hijos, aún pequeños, pero sé que posiblemente ellos deban elegir cuando llegue su día el mismo camino. El esfuerzo que hacen las familias, el esfuerzo que hace un país en la formación de sus jóvenes, es baldío cuando a ellos no les queda otra elección que emigrar para vivir.
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sábado, 22 de enero de 2011

Pasa la Vida


Pasa la vida, pasa la vida y no has notado que has vivido
cuando pasa la vida.
Pasa la vida, tus ilusiones y tus bellos sueños,
todo se olvida.
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Pasa la vida igual que pasa la corriente en el río
cuando busca el mar que son caminos diferentes
ahí a donde quiera que va.

Ayer por la tarde fui a cortarme el pelo. Tengo por costumbre que cada mes y medio aproximadamente y haciendo coincidir esta cita con un viernes por la tarde o una sábado por la mañana me acerco a la peluquería. Acudo a la misma desde hace ya unos 35 años, allí siempre han estado Benito, Pepe y Mariano. Soy animal de costumbres, soy fiel cliente y me he sentido siempre entre amigos. Empecé a ir acompañado de mi tío con apenas trece años y desde entonces no he dejado que nadie más me cortase el pelo.

Han sido testigos de mi vida, han participado de los grandes acontecimientos siempre adelantándose a los mismos por unas horas. Han sido confidentes, terapeutas, consejeros, solidarios, amables, sensibles. Han participado de mis alegrías con entusiasmo, me han consolado en mis desgracias personales, han perdonado mis errores y me han ayudado en mis peores momentos con sus ánimos. He vivido sus problemas, sus emociones, sus alegrías y sus penas. Empezaron siendo mis peluqueros y hoy son mis amigos.

Ayer Mariano me dijo que se jubilan, que en poco menos de dos meses cierran la peluquería. Que ya están mayores, que a Pepe le ha dado una angina de pecho y que Benito y él han pensado en que ya está bien de esfuerzos, de jornadas de doce horas, de pelear cada día, que ha llegado el momento de descansar y vivir lo que quede por delante disfrutando del retiro, de las sus mujeres e hijos, de sus nietos, de las partidas de mus, de la copita y el café en el bar del pueblo después de comer, de pasear e incluso, porque no, de hacer algún viajecito a la playa con el Inserso.

Me quedé helado. No me lo esperaba, no daba crédito. Se jubilan, ¿Cómo es posible? Pues así de fácil, han pasado los años, ha pasado la vida, y como yo que él lunes pasado cumplí años, ellos han ido haciéndose mayores, y yo a su lado sin ser consciente que efectivamente llegaría el día. Ayer fue todo distinto, mientras Mariano trabaja con mi cabeza apenas hablamos, no comentamos el último partido de fútbol, no mencionamos ni al gobierno ni a la oposición ni a la madre que parió a ambos, no hablamos de cómo me va o me deja de ir en el trabajo, no me preguntó por mis hermanos, por Pablo que hace tiempo que no le llevo, ni recordamos a Paco y Ricardo que al igual que yo fueron sus clientes desde el inicio de su negocio. Ayer, mientras Mariano trabajaba con sus tijeras, me recortaba las patillas, lavaba la cabeza, y me secaba con el secador nunca muy caliente para no quemarme, recordé muchos de los momentos compartidos, en silencio reviví mi primer día así como muchos de los que cualquiera de los tres han compartido conmigo. Ayer me di cuenta de cómo pasa una vida, de cómo aquello que nunca piensas que ha de suceder, que nunca te planteas que terminará llega a su fin. Han sido 35 años de mi vida los que han pasado, ellos han sido testigos de cada uno de esos años, siempre estaban, cada mes y medio los veía, acudía a ellos y en poco más de media hora nos poníamos al día de todas nuestras cosas.

Uno es consciente que se hace mayor, han pasado ya muchas cosas que han sido hitos trascendentes en todos estos años. Hay fechas ya muy señaladas en el calendario, he vivido acontecimientos que me han marcado el camino, he recorrido un largo trecho, pero quizás cosas como la noticia de ayer son las que te hacen pensar de forma abrupta que realmente la vida pasa, que el tiempo no se detiene para nadie.

Hoy tengo dos nuevos problemas, pierdo a tres amigos fieles en el viaje de mi vida, y en poco más de un mes y medio tengo que buscar una nueva peluquería, unos nuevos compañeros para recorrer junto a ellos espero el último trayecto de esta senda, que estoy seguro será más corta en el tiempo.
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domingo, 16 de enero de 2011

¿Qué cuantos años tengo?


Desde hace un par de años, cuando llega el día de mi cumpleaños vengo aquí para rendir pleitesía pública de mi onomástica. Mañana nuevamente incorporo a mi trayectoria vital un ciclo completo de 365 días. Van pasando los días, las semanas, los meses y los años, y aún continúo aquí entre todos vosotros. He de acreditar públicamente que no tengo ninguna intención de abandonar este mundo sin antes despedirme de muchos de los que considero han realizado más méritos que yo mismo para salir por la puerta que te invita al último viaje, el viaje sin retorno.
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No es que sea mayor, no siento que aún haya alcanzado la edad suficiente para que los que te rodean disculpen las estupideces que haces, piensas o dices, todo se andará, pero aún hoy soy el único responsable de mi idiotez, ya me gustaría encontrar un responsable subsidiario que avalase mis torpezas diarias, los errores que cada día cometo, las tonterías y bobadas que realizo a cada instante.

Hace justo un año y un día, cual sentencia penitenciaria, un alma anónima realizó un comentario al post que escribí en tan señalada fecha: "¿Qué cuantos años tengo? ¿Que importa eso? tengo los años necesarios para perder el miedo y hacer lo que quiero y siento...!!! Tengo la edad en que las cosas se miran con más calma, pero con el interés de seguir creciendo". No lo he olvidado en todos estos días, lo he tenido muy presente y me parece la mejor manera de afrontar el avance del calendario. Estoy convencido que alcanzada una edad lo que realmente es importante es todo aquello que molesta al resto del mundo que poco te importa, lo que muchos años has callado, tapado, ocultado, frenado, capado y enterrado dentro de ti mismo para no molestar, ofender, y disgustar a un ingente montón de personas que nada te aportan y nada te importan. Tengo la edad suficiente para querer ser feliz los años que me quedan, para querer alcanzar todo aquello que me queda por hacer. La edad suficiente para dar hasta el infinito a todos aquellos que realmente me importan, para amar y ser amado, para ser infinitamente generoso con los que quiero, para ser el más egoísta de los humanos contra aquellos que nada me ofrecen, para reír cada día, para disfrutar de cada instante, para emocionare a cada momento, para disfrutar y ser disfrutado, para enloquecer cada minuto con el don más hermoso que poseemos: la vida, un regalo que no valoramos, un presente que tiene su fecha de caducidad para todos nosotros.

Este año no hago balance, sé que he cometido muchos errores, pero también sé que he vivido y disfrutado de momentos muy especiales y mágicos. Soy afortunado, tengo mucho más de lo que merezco, voy perdiendo el miedo y hago mucho más cada día de lo que quiero y siento.

Una última cosa, como genéticamente pertenezco a una familia no demasiado longeva y para que no exista duda alguna: “Le tengo prohibido a mi cuerpo morir. De suceder tal eventualidad y por si fuera posible no dejarla impune, me gustaría que se supiera que fui desobedecido”.
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Diana Krall - Fly me to the moon

sábado, 15 de enero de 2011

Aforismos.


Un aforismo es una declaración o sentencia concisa que pretende expresar un principio de una manera breve y aparentemente cerrada.

El término aforismo fue utilizado por primera vez por Hipócrates, como una serie de proposiciones relativas a los síntomas y al diagnóstico de enfermedades. El concepto fue aplicado después a la ciencia física y, posteriormente, generalizado a todo tipo de principios.

Conviene distinguir entre aforismo y axioma. Los aforismos son el resultado de la experiencia, mientras que los axiomas son verdades obvias, que no requieren ni pueden ser probadas.

Ayer en un suplemento cultural de un diario nacional, me encontré con un artículo dedicado a este género con algunos de ellos inéditos que formarán parte de un libro futuro: Aforismos, dichos y refranes del rock.

De entre todos ellos rescato tres para compartir en esta entrada. No creo que sean los mejores de todos los que aparecían, ni pienso que recojan mayor verdad o principio que el resto. Quizás los he elegido porque en definitiva resumían alguna idea que está muy cerca de mi vivencia personal, quizás porque al leerlos no pude menos que identificarme en ellos, y sin ser verdades absolutas resumirían a la perfección alguna de las sensaciones, sentimientos, creencias, o complejos de culpabilidad que siempre nos acompañan:

“Soy torpe hasta para equivocarme. Tal es la explicación de mis aciertos.” Y además en mi caso los últimos son escasos.

“Reconozco ante mis hijos que como varón no he sido una buena madre.” Espero que al menos en un futuro no deba reconocer que tampoco fui un buen padre.

“Para no morirse tarde pidió como última voluntad que pusieran el reloj en hora.” Siempre me ha parecido una grosería hacer esperar a los demás, incluso en el último trance, en la última cita.
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sábado, 8 de enero de 2011

Proscrito


Salí de casa como cada mañana temprano, muy temprano. Hacía frío, de noche aún por el madrugón de cada día, el reloj de pared había dado las seis y media antes de cerrar la puerta y dejar a mi perro en el jardín. Llevaba en mi boca el segundo cigarrillo del día, abrí el coche, encendí el contacto y consumí el cigarro antes de ponerme en marcha. Sé que madrugar me ayuda a evitar el gran atasco de entrada a Madrid, las luces de otros coches iluminan ya la autopista en ambas direcciones. En poco más de media hora estaré entrando en la ciudad y en unos minutos más pararé para comprar el periódico en el mismo quiosco de cada mañana camino de la oficina. Tercer cigarro de la mañana, una pequeña charla con el quiosquero, aún no conozco su nombre todo se andará, para comentar el día tan desapacible que ha amanecido hoy, el cierre de los aeropuertos en media Europa, allí si que hace frío, la huelga de los controladores o las últimas medidas de este nuestro gobierno.

Continué el pequeño trayecto que ya me separa de la cafetería donde me espera el cafetito caliente para terminar de despertar mi mente, la sonrisa cómplice de la limpiadora que repasa mañana tras mañana la misma puerta, las mismas ventanas desde la calle y seguro que antes ha terminado con el suelo, mesas y sillas de dentro, siempre impoluto todo, siempre del agrado de los pocos clientes madrugadores que allí coincidimos. El cálido buenos días de Ángel detrás de la barra, siempre pendiente de cada uno de los que allí desayunamos cada mañana, sin tiempo a mi comanda se dirige solícito a la cafetera para preparar uno largo de café, con leche templada.

Casi el mismo ritual de cada mañana, saque las gafas de la chaqueta, abrí el periódico, eché el azúcar al café y empecé a empaparme con las noticias del día. Normalmente estoy entre veinte minutos y media hora, es un pequeño lujo que paga con creces el despertarme casi de madrugada. Desde hace unos días falta algo, desde hace unos días ya nada es igual, no es redondo, existen aristas que arañan el excelente momento de tranquilidad y sosiego que acompañaban ten inmenso deleite. Ya no hay un cenicero en la mesa, ya no experimento el placer de beberme el café de cada mañana acompañado con ese cigarro que realmente disfrutas, de los pocos que los fumadores saboreamos realmente, el cigarro que sabe bien, muy bien desde la primera calada.

Había leído ya la última columna en la contraportada, el café se terminó en las páginas de deportes, pero hasta que no alcanzo el final del periódico no salgo de la cafetería hasta la mañana siguiente. Fue un acto reflejo, un hecho inconsciente, la costumbre me traicionó. La mano derecha dentro del bolsillo de la chaqueta sacó un cigarro, sin pensar y como un autómata la izquierda acompañó el gesto sacando del pantalón el mechero. Sólo un clic para encenderlo y el murmullo de fondo se convirtió en un denso silencio. Desde distintas ubicaciones de la cafetería, diez pares de ojos se centraron en mi persona, alguno sacó su móvil del bolsillo como si de un revolver se tratará. Ángel se deslizo por la barra hasta el teléfono detrás de la máquina registradora. Me quedé inmóvil, ya era tarde, muy tarde, el cigarro encendido ardía en mi boca. No sabía muy bien que hacer, si tirarlo al suelo y salir corriendo sin decir nada, no sabía si disculparme con Ángel por el error cometido, o como si uno de los magos que tanto me gustaban de chico voltearlo con la punta de la lengua, meterlo en mi boca y salir disimulando a la calle. No hubo tiempo, en mi parálisis, en mi indecisión, perdí unos minutos de oro, cuando levante la mirada hacia la puerta una patrulla de la Policía nacional estacionaba subiéndose a la acera con las luces de alarma encendidas. Salieron del coche dos policías a la carrera, las puertas abiertas, pistola en mano entraron en la cafetería y lanzándose uno de ellos contra mí, me derribó de espaldas contra el suelo con el cigarro resbalando por la comisura de mis labios y quemando mi camisa como una prueba más de mi delito en su caída hasta el suelo. Una bota aplastó sin miramientos el que hasta hacía unos pocos días era un inofensivo compañero de desayuno, hoy la prueba que me condenaba públicamente como el peor de los delincuentes. Salí esposado a la calle, me esperaba un viaje a una comisaría y la pertinente multa por atentar contra la salud pública. Hoy soy un proscrito, la gente me mira mal, todo el mundo cuchichea y murmura a mi paso, soy fumador, soy una lacra social.

Esto que he relatado exagerando en su parte final, es lo que pienso, siento e imagino que podría pasa a cualquier fumador desde el pasado día 2 de enero. Sé que no es así, pero he buscado el absurdo de una situación ficticia e inventada para intentar compartir mi punto de vista sobre la nueva ley antitabaco. Creo que ya sabéis que llevo muy mal las prohibiciones de todo tipo, las intervenciones de los gobiernos o el estado que interfieren de forma directa sobre la libertad del individuo, siendo consciente que las leyes están para cumplirlas y que se realizan buscando el bien de la mayoría. Hace pocos meses realicé una entrada donde me anticipaba y ya pedía perdón por ser un delincuente en potencia.

Creo que está bien regular los lugares donde se puede fumar o no. Entiendo que el gobierno quiera lugares públicos libres de humos, pero no me gusta nada que el gobierno quiera legislar sobre negocios particulares, al fin y al cabo los bares y restaurantes donde hoy esta prohibido fumar no dejan de ser propiedades privadas, montadas con capital privado y todos ellos abiertos después de pagar las licencias oportunas del Ministerio de Sanidad y de las administraciones locales. Nadie puede abrir un local de cara al público sin estas licencias, y por cierto no son baratas. No se puede cambiar las reglas en la mitad de un partido. Si ha de ser así seguro que existen mediadas alternativas antes de una prohibición absoluta. No entiendo que el 100% de los bares y restaurantes tengan que ser para no fumadores, nada digo de hospitales, colegios, centros de deporte municipales, transportes públicos y cualquier lugar donde además asistan de forma natural y frecuente menores de edad, no he necesitado nunca una ley para saber que no se debe fumar y que hay que respetar a los no fumadores y ejemplarizar a los niños. Como decía, no entiendo porque el gobierno se entremete en una actividad privada sin dar alternativa posible. Puedo comprender que a partir de la fecha cada nueva licencia que se otorgue conlleve la prohibición de fumar en el establecimiento, podría entender una serie de incentivos fiscales para aquellos propietarios que quisieran cambiar su licencia a un establecimiento de no fumadores, pero dejaría siempre la libertad de que el dueño de un negocio privado dejara la posibilidad de fumar en su local. Yo elijo donde como, o donde quiero tomar un café, o una copa por la noche, y si decido entrar en un sitio donde se puede fumar asumo mis consecuencias. Siendo fumador no he entrado en muchos sitios porque el ambiente estaba muy cargado, o incluso me he salido de algún bar por el olor a fritanga, pero también es verdad que llevo comiendo fuera de casa muchos años y he compartido restaurantes donde la gente fumaba dos mesas más allá y no me he sentido agredido, ni he sentido que yo agrediera a nadie si encendía un cigarro. Hay muchos locales donde el tema del humo y los olores están muy bien resueltos con extractores sin perjudicar un buen ambiente. Incluso últimamente he comido en peceras, rodeado de mamparas para no molestar al resto de comensales, y creo que era una solución compatible para todos, para el que no fuma, para el que fuma y para el empresario que había realizado una inversión y un gasto extra para no perder su clientela. Hay mucha gente que ofrece como solución las terrazas para el fumador, incluso hoy en una emisora de radio la Ministra de Sanidad y la comunicadora de un programa jaleaban esta solución, es una opción más europea e incluso una oferta de ocio más chic dirían ellas. Vale, ¿pero quién vuelve a pagar la licencia al ayuntamiento para abrir la terraza todo el año?, y además no todos los bares y restaurantes tienen esa posibilidad por su ubicación física en las ciudades.

Sinceramente si este es el país con mayor número de bares y restaurantes de toda Europa, yo diría que de todo el mundo, no sería mucho más lógico que hubiese locales para unos y para otros, locales con humo y sin humo. Creo que uno debe ser libre para elegir si le dan la opción, la pluralidad y el talante debe de ir en todas las direcciones. No quiero entrar en el debate del dinero, del coste para la sanidad que representa la comunidad de enfermos derivados del consumo del tabaco. Si se trata de un tema económico, si no quieren enfermos de tabaquismo y enfermedades derivadas por el gasto que representa para el estado, que lo prohíban del todo, que terminen con la venta, con las máquinas expendedoras, con los estancos, que no se de la opción de la compra.

Como podéis comprobar soy fumador, un fumador cabreado como me imagino muchos más, creo que soy respetuoso con el no fumador, intento no molestar si hay alguien realmente cerca que se puede sentir mal por mi culpa, no enciendo el cigarro y espero a que la situación sea más propicia en muchas ocasiones. No quiero imponer a nadie mi forma de vida, ni mis humos, pero me gustaría que me hubiesen dado la posibilidad de elegir donde y como quiero tomar mis cafés, comer o cenar cuando estoy fuera de casa y tomar esa copa de muy tarde en muy tarde. Hoy ser fumador es ser un delincuente, hoy ser fumador es ser una lacra social, ser un marginado de la peor ralea, terminaremos siendo clandestinos, y a lo mejor el día de mañana cuando seamos una minoría antisocial algún gobierno progresista se fija en nosotros y nos devuelve a la sociedad.

Termino, me muero por un cigarro, estoy en casa, estoy sólo y puedo conscientemente fumar sin riesgo de ser detenido, al menos por ahora.
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Diana Krall. I've got you under my skin

sábado, 1 de enero de 2011

Hace un año poco más o menos.


Hace un año poco más o menos, subí a nuestra Cambra el vídeo de la canción “Color Esperanza”. Os contaba que sería mi himno para los 365 días que ya han perecido. Intentaba extraer de su letra los mensajes de esperanza, los mensajes de voluntad, de valentía necesaria para enfrentarnos a un año que asustaba desde su nacimiento. Hablaba de ser menos egoístas, de ser menos “yo” y buscar el “nosotros” para intentar vencer todas las dificultades que ya preveíamos en sus inicios. El año que ayer terminó no fue nada bueno, fue áspero, duro, difícil; fue complicado, negro, frustrante, doloso. El año que ayer moría a la media noche nos ofreció muy pocas alegrías, enlutó el alma de muchos, sangró las heridas de otros tantos, hirió a la mayoría. Han sido doce meses para el olvido, fueron la prolongación de otros anteriores igual de nefastos. Hemos deseado su fin con la misma intensidad que uno desea salir de una larga enfermedad, hemos asistido a su muerte con el alborozo del muerto el can se acabo la rabia. Ayer le deseaba en sus últimas horas que descansará en paz, cuando lo que sinceramente quería pedir es que nos dejará en paz.

Hoy hemos iniciado un nuevo camino, seguro que tortuoso, seguro que empinado desde hoy mismo, plagado de incertidumbres, de muchos miedos, de muchas trabas y alguna trampa. Somos conscientes que la pendiente aún no se suaviza, que el tramo por recorrer aún es pedregoso, que el aliento nos va a faltar en el esfuerzo, que la subida hasta la cima imaginaria es muy prolongada, que pasaremos frío, que nos dolerá el alma en el intento, que coronar y alcanzar la meta nos obligará a ser constantes, a trabajar lo indecible, a mirar sólo para delante, a no escatimar recursos, a sacar fuerzas de nuestra flaqueza, y a luchar cada paso hasta lograr el objetivo.

Sé que no nos queda más remedio, que será una lucha de titanes, que tendremos que dar lo mejor de cada uno de nosotros cada día, cada semana, cada mes. Me gustaría aventurar una excursión de auténtico placer, un paseo de domingo por bucólicas praderas, un camino ancho y rectilíneo, con buen suelo para que pisemos cómodos al andar, con buen tiempo, con un sol cálido y protector. Pero una vez más no será así, no debemos esperar un año más un regalo divino que nos alivie el dolor de cumplir con este calvario. Pintan bastos y la partida ha de ser a cara de perros.

Siento iniciar este nuevo año con un mensaje tan duro y extremo en su forma y contenido, pero creo que el mejor favor que nos podemos hacer todos es concienciarnos de las dificultades, prepararnos para lo peor y obligarnos cada día al máximo esfuerzo. Sólo de nosotros, de todos nosotros, dependerá que al final logremos la victoria, alcancemos la gloria y la satisfacción por haber resistido sea inmensa.

Nos ha tocado luchar y lo debemos hacer por nosotros, por las siguientes generaciones, porque también ha habido muchos que lo han pasado aún peor, que a nuestros padres y abuelos no les regaló nada la vida, que aún hoy están cerrando heridas en sus almas mucho más profundas que las nuestras, que a pesar de ello nos hicieron felices, que han sido y serán el ejemplo a seguir, y que es el espejo donde nos debemos mirar para no desfallecer.

Hoy hemos empezado el año 2011, nos quedan 364 días más, espero que al final lleguemos todos con la misma sensación del deber cumplido, podamos celebrar la entrada del siguiente año con la seguridad de que lo peor ya ha pasado, que ya hemos dejado atrás los peores momentos y que estemos en disposición de mirar con ilusión lo que aún nos quedará por ver, por sentir, por vivir en el futuro más inmediato y en muchos años más.
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