sábado, 26 de diciembre de 2009

Un Cuento de Navidad, escrito por Belén. (Belén Martínez Macias)



Antes de nada y con un poco de retraso Feliz Navidad a todos. Ya han pasado la Noche Buena y el día de Navidad, quizás los días que más sentido le dan a estas fechas. Momentos para compartir con los seres más queridos, momentos para recordar a los que ya no pueden estar junto a nosotros, pero que siempre tienen su lugar, un sitio muy especial en nuestros corazones. Hemos cantado villancicos, tocado la pandereta y la zambomba. Hemos comido, bebido, brindado, reido y también llorado. Quedan aún momentos de alegría, de ilusión y de magia. Despediremos el año y daremos la bienvenida al siguiente, esperaremos a SS.MM. los Reyes magos de Oriente con la esperanza de ver cumplidos los sueños y las ilusiones de nuestros pequeños, y porque no decirlo, las nuestras propias. Seguro que veremos el cielo teñirse de rojo la noche del 5 de enero, como anticipo de la llegada de nuestros sueños. Seguro también que alguno de nuestros hijos no dormirá durante esa noche, llenos de inquietud, de nervios e ilusión, esperando a que amanezca para comprobar primero como SS.MM. se han bebido la copita de cava, se han comido el turrón, y los camellos sedientos han vaciado el cubo de agua que dejaron preparados para aliviarlos de una jornada agotadora, y después correr a ver si no han olvidado ninguno de sus juguetes, si realmente el esfuerzo de portarse bien cada día ha sido correspondido y les han traido todo lo que en sus cartas han pedido para ellos y el resto de la familia.
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Pero lo realmente importante de hoy es que Belén cumplió con su compromiso, y terminó su relato a tiempo, y otro año más en la cena de Noche Buena tuvimos la oportunidad de ver a los más pequeños de la casa escenificar un cuento de Navidad. Disfrutar con ellos, con sus nervios, con sus ganas de agradar y hacerlo bien. Mantener una tradición que en mi casa se lleva realizando casí cuarenta años, año tras año, generación tras generación, todas las noches de Noche Buena compartíendo un relato. Un relato de Paz, de Amor, un relato algunos años dedicado a los que nos faltaban, y también a los nuevos miembros que durante los meses previos habían nacido y formaban ya parte de nuestra familia. Este año ha sido Belén quien se ha encargado y quién ha hecho posible que una noche más la tradición de nuestra familia se haya visto cumplida. Espero que siga con esta costumbre, con el valor y la ilusión de escribir para todos nosotros una bella historia de Navidad.
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 Antes de compartir con vosotros su cuento, quiero dar gracias a Mayte, ella sabe porque, pero quiero que sepa que jamás ninguno de nosotros podremos devolver todo lo que hace porque la Noche Buena de cada año siga siendo lo que es, nos siga brindando la oportunidad de estar todos juntos, incluidos los que ocupan la presencia más importante aún sin estar, permaneciendo siempre en nuestros corazones, en nuestras soledades, en nuestros recuerdos y añoranzas, gracias Mayte por hacer posible que jamás nos abandonen, que siempre nos acompañen, que se mantengan a nuestro lado Noche Buena, tras Noche Buena.

"Era una noche muy fría. Todas las casas estaban llenas de adornos de Navidad, menos una.

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En aquella casa vivía una joven cuyo nombre era Elena. A Elena no le gustaba la navidad porque decía que era una fiesta de engaños y mentiras.
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Y allí estaba, sola en casa. Miró por la ventana hacia la casa que había frente a la suya. De repente se oyeron unos acordes de guitarra y unas voces cantando el villancico que tanto le gustaba de niña. (Los niños cantan escondidos: “ande, ande, la marimorena”)
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Elena empezó a recordar su infancia. (Aparece Belén, -Elena de niña-, con sus hermanos – Pablo, Joan y Catalina, y Laura de mamá). (Empiezan a poner cosas en el árbol de navidad).
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Con sus hermanos y su madre ponían el árbol de Navidad, decoraban la casa de arriba abajo, del revés y del derecho, por fuera y por dentro. También recordó aquel año en que toda la familia vino a cenar por Nochebuena y que después de la cena cantaron y bailaron hasta la madrugada del siguiente día. Y se dio cuenta de que precisamente aquella Navidad fue la mejor de todas.
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Elena siguió pensando: el motivo de no celebrar la Navidad no era porque fuera una fiesta de engaños y mentiras sino porque ella cada año iba haciéndose mayor y más egoísta y avariciosa. Por eso nadie quería celebrar la Navidad con ella.
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De repente tuvo una idea feliz. Cogió el teléfono y llamó a todos sus hermanos prometiéndoles comida y un buen rato juntos, cantando villancicos. Todos acudieron a su llamada. Elena volvía a ser muy feliz (Cantan todos incluso el público).
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Después del villancico:
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FELIZ NAVIDAD A TODOS. BESOS Y ABRAZOS. "
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sábado, 19 de diciembre de 2009

Historias por Navidad. (Antonio Martínez Beneyto)




Ya tenemos el segundo de los relatos. Esta vez he sido yo el que ha retrasado la publicación del mismo, entre semana me hes más difícil dedicar un poco de atención a nuestra cambra, pero por fin lo puedo compartir con todos vosotros. Espero que os guste, creo que Antonio nos regala un canto a la esperanza, al amor y a la amistad. Realmente deberíamos renovar estos mismos compromisos cada día, no esperar a estas fechas para hacerlo, merece la pena imaginar y después trabajar por un mundo mejor y como hemos compartido en otras ocasiones es responsabilidad nuestra, de cada uno de nosotros. Estoy seguro que con pequeños esfuerzos podremos dejar una herencia mejor a nuestros hijos, y a los hijos de nuestros hijos, y cada nueva generación deberá mantener los mismos compromisos con sus hijos y así hasta el final de los tiempos.

Estas fechas son propicias para las historias, para los cuentos que se inician con ‘Érase una vez..”. Pequeñas historias de chimenea y manta de cuadros en el sofá mientras te tomas un chocolate caliente humeante. Cuentos de nacimientos milagrosos, de reyes mágicos, de hadas de bosques nevados, de duendes que ayudan a Papá Noel. Historias llenas de amor y de buenos sentimientos. Niños que se pierden y son acogidos en casas de desconocidos en una noche fría y extraña; mayores que son ayudados por otros hombres o por algún personaje mágico; hombres y mujeres que reflexionan su vida ante el nacimiento del hijo de Dios.
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Pero....érase una vez que se era una tierra que cada día se volvía más estéril. Una tierra que perdía el color y se envolvía en un tono grisáceo y que poco a poco iba cubriendo a cada uno de los hombre y mujeres que vivían en el planeta.
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Las ilusiones desaparecían, todo valía y todo servía. La perdida de principios fundamentales en el desarrollo de la humanidad se hacía cada día más aguda. La mentira, el egoísmo, la charlatanería, el robo, el chantaje, la extorsión y el asesinato se iban instalando con total normalidad en la vida cotidiana de cada uno de los países. Guerras, magnicidios, pandemias, violencia en todas sus expresiones se habían convertido en la moneda de cambio.
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Faltaba esperanza; compromiso; comprensión y sobre todo, amor. Nada, ni nadie era capaz de insuflar un poco de optimismo en los resecos y yermos corazones de los habitantes de la tierra.
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Esto ha ido ocurriendo cíclicamente a lo largo de la historia de la humanidad en distintos grados y por desgracia seguirá ocurriendo. Pero hoy, como hace dos mil años volverá a nacer un niño, un bebé inocente que cada segundo y en todo el mundo salen de miles, de millones de vientres de mujeres de todas las razas, religiones y condición. Niños y niñas que aglutinan toda la bondad y todo el amor del mundo en si mismos, como aquél que nació en Belén. Cada uno de estos niños irá creciendo e irán perdiendo esos sentimientos puros con los que nacieron. Pero seguro que habrá uno, o varios, o miles que intentarán, guardar en un pequeño rincón de su corazón, esa bondad y ese amor con los que vieron la luz. Esos, son los que, al igual que Jesús, conseguirán que no olvidemos nunca los principios éticos fundamentales para la supervivencia de la humanidad.
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Feliz Navidad a todos y que en 2010 podamos ser un poco mejores. Si no lo queréis hacer por vosotros, pensar que al final la podredumbre se contagia y esta tierra solo necesita de amor para seguir existiendo.

lunes, 14 de diciembre de 2009

La Nieve y la Rosa. (Rodrigo Simancas)



Estamos de enhorabuena. Ya tenemos el primer cuento. Además debemos alegrarnos doblemente, porque podemos compartir un relato maravilloso, un relato sensacional e increible. Creo que somos afortunados, yo el primero, por tener a Rodrigo entre nosotros. No sólo es un buen amigo, es una persona con una capacidad envidiable a la hora de crear, de escribir, de relatar y contar cosas extraordinarias. Me encanta todo lo que escribe, envídio su facilidad para utilizar la palabra como una herramienta capaz de traer del mundo de las ideas relatos como el que hoy ha tenido a bien ofrecernos. Es inmensamente generoso en el esfuerzo y no tengo palabras de gratitud suficiente para corresponder a su generosidad. Seguramente las palabras sencillas son las más apropiadas para intentar valorar los grandes gestos, los mayores actos. Por tanto sólo puedo decir: Gracias Rodrigo, y a todos vosotros disfrutar de una gran obra creativa en un formato pequeño, aún más difícil todavía.

Entre la vigilia de la mañana y el despertar invernal hubo un tiempo en el que hombres y leyendas moraban la tierra. En aquél mundo la nieve lo cubría todo con su manto helado, frío como el abrazo de la más gélida parca. El viento invadía los silencios y los cantos no eran más que vagos recuerdos de un gemir de grillos en una antigua cantinela... en el aquel mundo estaba prohibido soñar, siquiera imaginar despierto, que un mundo cálido esperaba al final de tan desesperada estación.
De este modo, en la aburrida vigilia, todos se conformaron con un mundo compuesto de grises y blancos... pero aquel día algo diferente sucedió, un hecho insólito que sobrecogió a los adustos y hoscos Señores de aquellas tierras: sobre una suave colina de las praderas congeladas del sur, un leve rayo de luz, como un susurro se posó y desbrozó la gélida superficie, y de la misma, un extraño espécimen brotó: una rosa.
Temerosos enviaron a todos sus ejércitos con la misión irrevocable de arrancar aquel ser extraterrestre de la tierra que ellos mismos pisaban y arrojarla al lago perpetuamente helado del reino oscuro del norte; todo antes de que ningún vasallo fuese consciente de su existencia.
De este modo miles de hombres se acercaron cautelosos y fue el General Durthian el encargado de arrebatar a aquella aberración de su arraigo. Cauteloso, forjado en mil batallas, se postró ante aquella maravilla y desenvainando su espada asestó un terrible mandoble en pleno tallo... el estruendo fue equiparable a mil doncellas gritando al uníoslo, el cielo pareció desplomarse en aquel preciso instante, la espada se quebró y ante la mirada perpleja de aquellos ejércitos, la rosa permanecía hierática, sin más rasguño que una espina quebrada de la que manó una gota de sangre de color azul, la cual resbaló y cayó clavándose en la nieve como una estaca... el terreno comenzó a temblar y la rosa comenzó a crecer hasta alcanzar la altura del General que pavoroso observó cómo de la lágrima azul manó un halo hasta el gris cielo, y ya en las alturas comenzó a diluir tan monótona paleta en un azul intenso. Un grito de pavor surgió de las gargantas de aquellos valientes. Aturdido, el General asestó otro golpe con otro sable entre sus temibles espinas, ya como saetas, y de nuevo otro estallido irrumpió en el campo de batalla, y de nuevo, tan solo un leve rasguño y otra espada rota, pero ahora un gota de color amarillo brotó del leve rasguño en su tallo, y al caer al suelo, su halo se concentró en una esfera incandescente en pleno cielo... el Día vino a nacer y desesperados vieron cómo la rosa alcanzó la altura de un castillo.

El terror del Mariscal de campo escapó de su garganta en forma de orden fulminante: ¡aniquilar a la bestia!. Y así, los ejércitos se abalanzaron sobre la inmóvil rosa descargando todo su pavor con sus lanzas, saetas, arcos, piedras, fuego griego, conjuros... y a cada golpe la Rosa duplicaba su tamaño y a cada golpe una nueva gota de color caía a la tierra. En su terror los ejércitos no vieron dibujarse un prado verde, ni árboles crecer en sus laderas. En su rabia no vieron ríos correr arrastrando en su lecho a infelices. Ni a caballos surcar el horizonte. Ni a mariposas esquivar sus flechas. No vieron cómo los niños se acercaban y cómo uno de los más pequeños avanzaba en plena algarabía.... su padre, el Coronel Lumbarth ordenó que la lucha parase de ipso facto... todos pararon, todos callaron y todos vieron como aquella tierna criatura se acercó a la enorme Rosa, ahora ya una montaña, y cómo la abrazaba y besaba. En ese mismo instante, sus pétalos se desplegaron como velas de un barco mastodóntico, y de su seno comenzaron a brotar nubes de colores que comenzaron a regar todas aquellas adustas tierras, transformando el blanco y el gris en un mundo vivo, un mundo alegre, un mundo repleto de vida, de sonidos, de canciones de jilgueros... y de risas de niños.

La batalla había terminado y el mundo había comenzado a latir.

domingo, 6 de diciembre de 2009

Navidad (II)


Como ya adelanté la semana pasada, en esta Cambra hemos dado por inaugurada la Navidad. Este mes lo vamos a dedicar entero a los más peques, a los verdaderos protagonistas de estas fiestas. Y para ello pido la colaboración de los mayores; la colaboración, paciencia infinita y vuestra indulgencia si lo que durante estos días encontráis aquí os resulta un poco empalagoso y distinto a lo que habitualmente compartimos.
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Como padre quiero compartir con mis hijos algo que les llene de ilusión, algo que recuerden en un futuro, cuando ellos a la vez sean padres y sientan, como yo, la necesidad de hacer algo por y con sus hijos. Quiero que los pequeños de nuestras casas puedan entrar a este sitio a escuchar villancicos, a leer cuentos que entre todos habremos escrito para ellos. Quiero que nos podamos sentar juntos un rato delante de la pantalla del ordenador, y que encuentren un rincón dedicado a ellos. Asociar la tecnología a la tradición me parece un regalo, una posibilidad que cuando yo era chico no existía, un tesoro escondido en un mar de infinitas posibilidades.
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Ya os he animado a colaborar, espero algún que otro relato, algún que otro cuento de Navidad. Pensar en vuestros hijos, sobrinos, o nietos, y escribirlos para ellos, al hacerlo serán unos pocos más los que los puedan disfrutar, y compartir después con más niños. Ayudemos entre todos a que la semilla de la ilusión genere en ellos una bonita flor de amor y amistad. Creo que estamos obligados siempre a compartir lo mejor de la vida, los mejores valores, y aunque sea un tópico, estas fechas son ideales para ello. Sé que muchos niños no pueden disfrutar ni siquiera de lo más básico que una vida digna debe ofrecer, pero a los privilegiados de nuestros hijos me gustaría hacerles estos días un poco más felices. Mantener la ilusión por Papa Noel, por sus Majestades Los Reyes Magos de Oriente, por un niño Jesús que nació pobre en Belén, en un pesebre, rodeado de una vaca y un burro, que su cuna era de paja y que hasta allí fueron a adorarle otros hombres y mujeres de bien.
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Para terminar, informaros que el cuento de Belén sigue igual, en el limbo de las ideas, de las dudas y de la mejor voluntad. Ahora le corroe una nueva duda, no sabe si escribir un cuento o ser aún más ambiciosa y escribir una pequeña obra de teatro; con sus personajes, sus decorados y atrezo. Me temo que esta Noche Buena no hay cuento, da igual, ella es optimista, siempre ve la botella medio llena, y lo mejor es que sin hacer nada lleva disfrutando unos cuantos días de la oportunidad de hacerlo. Como os decía en las Navidades del 2010 lo habrá terminado, seguro, y será casi un libreto digno de estrenarse en el mejor teatro de Madrid.
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sábado, 28 de noviembre de 2009

Navidad


A menos de un mes para el día de Navidad, he decido con un día de retraso sobre el Ayuntamiento de Madrid, inaugurar el periodo de las fiestas. Por eso os encontráis los tres primeros villancicos.
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No soy un gran devoto de estas fiestas, son fiestas para los niños más que para los mayores que convivimos con la dualidad de las ausencias, y la obligación moral de impregnar estos días de la ilusión y la magia que los más pequeños se merecen.
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Me gustaría convencer a alguno de mis seguidores habituales a que envíen sus propios escritos sobre la Navidad. Sé que al menos uno escribe, o ha escrito algún cuento dedicado a los verdaderos protagonistas de estas fechas. Cuentos redactados con mucho cariño y más esmero, cuentos de Navidad, relatos cortos escritos con el único fin de sembrar una semilla de ilusión en los corazones de los pequeños y no tan pequeños. Estaría encantado de publicar un relato de alguien que estando lejos durante prácticamente todo el año, acude puntualmente a esta cita cada año, vuelve a casa por Navidad para hacer de estos días unos días más entrañables regalando siempre una sonrisa, mucho humor y más amor. Si te decides y te apetece ya sabes que este es tu sitio tanto como el mío.
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Espero también compartir con todos el primer cuento que Belén, mi hija, está preparando para compartirlo con toda nuestra familia la Noche Buena. Está muy ilusionada con la idea, pero en un exceso de confianza puede ser que le pille el toro, y al final toda su buena voluntad se quede en eso, en voluntad y en la promesa que para el año próximo si llegará.
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Silent Night .( Neil Diamond)

Santa Claus Is Comin' To Town (Neil Diamond)

I, I, I, I'm Dreamin' Of A White Christmas.(Neil Diamond)

Un paseo hasta la cima



Había llegado al parking del puerto de Cotos unos minutos antes de que dieran las ocho de la mañana. Como cada año, había esperado a los primeros días del nuevo verano para ascender hasta la cima. A diferencia de los últimos años en esta ocasión haría en solitario aquella nueva subida. Se había convertido en una cita obligada. Las últimas veces, desde el primer año que subieron todos juntos para despedir dos vidas que se habían agotado casi a la vez, lo había hecho en compañía de uno de sus hermanos. Todavía acudía a su memoria la subida de aquel día. El dolor que les había acompañado durante todo el camino, el silencio que les recibió en la cumbre solitaria, el viento que mezclo las cenizas de ellos con las lágrimas de todos cuando llego el momento de dejarles para siempre unidos en aquel pico que tantas veces habían ascendido juntos. Desde aquel año no faltaba nunca, era una necesidad, no tanto una obligación. Hacer aquella subida año tras año le permitía sentirse muy cerca de los que allí se habían quedado. El recorrido se hacía siempre prácticamente en silencio, se intercambiaba con su hermano las palabras justas para conocer como iba haciendo mella en cada uno los esfuerzos por hacer cumbre. Se respetaban un mutuo sentimiento lleno de añoranza, lleno de los recuerdos compartidos con los que arriba esperaban sin estar, otro año más. Esta vez iba a ser distinto, él llegaba a la cita anual en solitario.


Salió del coche para cambiar sus zapatillas de deportes por las botas de montaña, nunca conducía con botas, no se sentía cómodo con ellas, y además era una costumbre heredada de su tío, él fue quien le inició en la montaña hacía ya muchos años. Sacó del maletero su macuto, pequeño, con lo justo para sentirse bien durante la caminata, algo más de cuatro horas y media entre subir y bajar. Ya no tenía la fortaleza del pasado, ni la necesidad de demostrarse a si mismo la capacidad de mejorar el tiempo empleado en cada marcha. Cogió también su viejo bastón de montaña, su compañero más fiel durante muchos años. No podía evitar una sonrisa nostálgica, durante un tiempo en el trabajo le habían apodado "El Tío la Vara", seguramente por un carácter que se había agriado con el paso de los años y sin ser él muy consciente de aquel cambio. Había sido una etapa muy especial en su vida y la guardaba en esa parte del alma reservada para sus mejores y más especiales recuerdos.


Llegó el momento de iniciar la caminata, cruzó la carretera desde el parking y empezó a adentrarse en el bosque por el ancho camino que iniciaba la ascensión. Su meta estaba a 2.430 metros de altitud. Sabía que no había prisa por llegar, que tendría que adecuar su paso al ritmo que le obligaban marcar sus ya mal tratados pulmones, muchos años de tabaco a su espalda le hacían caminar con una marcada sensación de ahogo continuado. Caminaba acompañado de un sonoro silencio, la brisa de un suave viento movía las hojas de los árboles, algún que otro pájaro despertaba al día, y por lo demás una soledad absoluta en el frondoso bosque. Dentro de unos minutos empezaría a ser pasado por jóvenes montañeros que, al igual que él, preferían empezar temprano para evitarse después el ir y venir de numerosos grupos de excursionistas que se acercaban hasta la sierra con la intención de pasar un soleado día de campo. Las primeras cuestas siempre habían sido penosas, calentar los músculos de sus piernas, superar las primeras exigencias de un cuerpo anquilosado y ya un tanto avejentado, dominar mentalmente las primeras renuncias al esfuerzo pendiente. Visualizaba el recorrido que también conocía y no podía dejar de sentir una punzada de dolor físico pensando en todo lo que aún quedaba por delante. Primero llegaría al Mirador de la Gitana, un poco más adelante el cobertizo del Depósito, quedarían algunas curvas y muchas rampas hasta llegar al desvío del camino que lleva a la Laguna coronada por el refugio Zabala. Un infierno hasta llegar a las cimas de Dos Hermanas, y desde allí hasta la subida más abrupta para coronar el pico un tramo de descanso. Por último el esfuerzo final hasta alcanzar la meta, Peñalara.


Cuando por fin terminó su calvario, se sentó en una de aquellas rocas, cerró los ojos y dejo que el viento golpeara su cara, sintió como su cuerpo se estremecía por todos y cada uno de los sentimientos que le acompañaban. Estaba más exhausto que ningún otro año. El silencio que le acompañaba era absoluto, de momento no había nadie más junto a él. Los que ya le habían pasado por el camino estarían seguro camino del Risco Claveles para bajar a las Lagunas de los Pájaros y cerrar el recorrido de vuelta por la Laguna del Peñalara. Dejó fluir sus pensamientos, recuperó sus recuerdos más íntimos y personales, y como cada año no pudo evitar un pequeño reguero de lágrimas que brotaban de aquellos ojos ya muy cansados. La imagen de sus dos seres queridos se hicieron muy presentes. Siempre les recordaba de la misma manera, siempre acudían a su mente sonriendo, felices. Tan parecidos en casi todo, en su aspecto físico, en sus ademanes y gestos, en sus ganas de vivir y disfrutar la vida, cada uno a su estilo, en su forma de luchar por lo que se proponían, en su generosidad con todo y con todos. Siempre, cada año, los recordaba con el mismo amor y con el mismo respeto, admiración y orgullo. Así continuó un buen rato, hasta que el silencio se rompió con la llegada de un pequeño grupo que jovialmente celebraban el fin de su trayecto. Saludó a los recién llegados, intercambió con ellos los parabienes típicos de los que se unen por un esfuerzo ya realizado. Se levantó y mirando hacia el norte, atisbando en la lejanía La Granja y un poco más allá Segovia, se despidió con un mudo y doliente hasta el próximo año de su hermano y su tío. Ellos eran el motivo de aquella cita, a ellos iba cada año a rendir aquel pequeño homenaje de esfuerzo y sufrimiento. Por ellos, y por todo lo que cada uno le habían dado en su vida, subía año tras año hasta el pico más alto de nuestra sierra, para compartir no sólo los momentos de soledad en aquel techo, era una compañía con la que caminaba tanto en la subida como en la bajada de vuelta a casa. Sintió una punzada de temor, de desazón, no sabía si sería capaz de cumplir con la próxima cita, su caminar por el sendero de la vida se estaba acercando a su final. Respiró hondo y empezó a descender, con la idea de que él también estaría allí junto a ellos cuando llegara su momento. Formar parte de aquel paraje era su último deseo.



sábado, 7 de noviembre de 2009

I Have a Dream


Apenas tenía yo ocho meses cumplidos, cuando aquel 28 de agosto de 1963 Martin Luther King realizó su famoso discurso "I Have a Dream" en la ciudad de Washington. Nadie como él supo encarnar la protesta contra la discriminación racial. Su doctrina de resistencia pasiva, de no colaboración, y de no violencia, lo convirtieron en el máximo exponente de los movimientos antirracistas durante las décadas de 1950 y 1960. Los conceptos "satyagraha" (la fuerza de la verdad) y "ahimsa" (la no violencia) alma de la insurrección liderada por Gandhi, fueron el modelo en el que basó su actuación social Martin Luther King. Premio Nobel de La Paz en 1964, fue asesinado el 4 de abril de 1968 en la terraza de la habitación de su hotel en Memphis, cuando un tiro disparado por James Earl Ray le abatió seccionando la mitad de su garganta. Aquel día murió un hombre, pero no su idea.
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Han pasado ya cuarenta y seis años de aquel día, y aquel sueño se cumplió, o no. Se coronó hace un año con la elección del primer presidente afroamericano en los Estados Unidos de América, o no. Tengo serias dudas que aquel sueño, el sueño de un pastor protestante nacido en Atlanta en 1929 se haya visto cumplido después de tantos años.
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No hablo de un país en concreto, no hablo de una raza en particular, no hablo de los cambios sociales que durante todo este tiempo se han producido en las sociedades occidentales. Hablo de la desigualdad económica, hablo de la pandemia de pobreza que asola el mundo subdesarrollado, hablo de las guerras, del terrorismo, de la falta de libertad, de la hipocresía, hablo de dolor, persecución y de muerte de hombres, mujeres y niños. Hablo de la falsedad del mundo en el que vivimos, de la pasividad del ser humano ante la injusticia de sus semejantes, de la opresión del más fuerte sobre el más débil, de la intransigencia de unos y de los otros, del fanatismo religioso, del resurgir de ideologías extremas, de la corrupción, de la delincuencia, de podredumbre política, de envidia, y de odio.
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Yo también sueño cada día, pero sueño cuando más despierto estoy, sueño cuando mis sentidos más alerta están, cuando veo y oigo cada día el lado más oscuro de la naturaleza humana. Sueño despierto que llegará el día en que todo esto cambie, sueño que nunca más, ni una sola vez, la hiel de este mundo inundará mis sentidos, mis sentimientos. Sueño que llegará el día en el que se cumplirá el sueño de Martin Luther King, su último sueño: "Cuando repique la libertad y la dejemos resonar en cada aldea y en cada caserío, en cada estado y en cada ciudad, podremos acelerar la llegada del día en que todos los hijos de Dios, negros y blancos, judíos y cristianos, protestantes y católicos, puedan unir sus manos y cantar las palabras del viejo espiritual negro: "¡Libres al fin! ¡Libres al fin! Gracias a Dios omnipotente, ¡somos libres al fin!"
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Os preguntaréis porque hoy he escrito con este tono de desesperanza y amargura. La respuesta la podéis ver vosotros mismos. La respuesta es un vídeo de cinco minutos, un vídeo que no os dejará impasibles, un vídeo que os ha de revolver al menos en lo más profundo de vuestro ser, y si no lo consigue, es que estáis muertos, sois muertos vivientes, sin sentimientos, sin conciencia, sin valores. Lo encontráis aquí: http://www.youtube.com/watch?v=h_CWQTfeQIE
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No os pido que lo disfrutéis, no se puede disfrutar, pero si os invito a que al menos hagáis una pequeña reflexión, y si al final os ha removido como a mí las entrañas, si os pido un favor: intentar al menos cada día de vuestra vida cambiar algo, por pequeño que sea, de este miserable mundo que estamos construyendo. La suma de infinitas pequeñas acciones seguro que servirán para mejorar al menos un poquito nuestras vidas y las vidas de nuestros semejantes. Yo ya he comenzado, por favor pasa tú también a la acción, no te quedes parado.
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domingo, 1 de noviembre de 2009

Don Juan Tenorio


“Si ese plazo me convida para que gozaros pueda,
pues larga vida me queda, dejad que pase la vida.
Si de mi amor aguardáis, señora, de aquesta suerte
el galardón en la muerte, ¿qué largo me lo fiáis?”
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¿ Qué ha sido de Don Juan? Es la pregunta que hoy día 1 de Noviembre me hago, día de Todos los Santos, previo al día de Difuntos y fecha en la que toda mi vida , año tras año, he revivido este drama religioso publicado en 1844 por José Zorrilla. Donde se esconden Don Juan Tenorio, Doña Ines de Ulloa, Don Luis Mejía, Doña Ana de Pantoja, Don Gonzalo de Ulloa, Don Diego Tenorio, Marcos Ciutti, Gastón, Brígida, La Abadesa de las Calatravas de Sevilla, Don Rafael de Avellaneda.
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¿Donde están todos ellos, que por primera vez desde que tengo uso de razón, han caído en el olvido? Es el primer año que no he visto, ni oído una sóla mención del mítico Tenorio. Llegar al 1 de Noviembre era siempre el reencuetro anual con la figura del mito de Zorrilla.
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"Por donde quiera que fui,
la razón atropellé
la virtud escarnecí,
a la justicia burlé
y a las mujeres vendí.
Yo a las cabañas bajé,
yo a los palacios subí,
yo los claustros escalé
y en todas partes dejé
memoria amarga de mí.".
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¿Tanto está cambiando todo?. ¿Es posible que en el ostracismo dejemos nuestras tradiciones?¿Ha perdido Don Juan su última batalla? ¿Haloween, tradición irlandesa, ha vencido al poderoso Don Juan? Pues parece que si, ya no están los tiempos para revivir las andanzas donjuanescas, ni existen doña Ines ultrajadas, muertas por amor. Ya no están los tiempos para burlas, asaltos, y falsos enamoramientos. Ya no hay apuestas pendencieras, ni escenas del diván.
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"¡Ah! ¿No es verdad, ángel de amor,
que en esta apartada orilla
más pura la luna brilla
y se respira mejor?
Esta aura que vaga, llena
de los sencillos olores
de las campesinas flores
que brota esa orilla amena:
esa agua limpia y serena
que atraviesa sin temor
la barca del pescador
que espera cantando el día,
¿ no es cierto, paloma mía,
que estás respirando amor?"
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Don Juan desaparece del teatro de nuestras vidas, muere en el olvido, muere a manos de un rival foraneo, cambiamos tradición por tradición, y el mundo anglosajón impone su criterio y su costumbre. Seguramente va ligado a las nuevas generaciones, entiendo que es más divertido una noche de terror, que un drama del siglo XIX, seguramente es más divertido disfrazarse de muerto viviente, de bruja, momia, esqueleto andante, visitar casa por casa a todos tus vecinos y emplazarles al gran dilema del "Truco o Trato." Sé que Don Juan muere entre nuestras generaciones y las anteriores, hoy es Halloween quién se impone entre nuestros niños, jóvenes y no tan jóvenes. Yo mismo soy cómplice con mis hijos de esta batalla desigual. Espero al menos que en estos días y noches de terror, aunque Don Juan nos abandone, no dejemos de recordar a nuestros difuntos. No soy de visitar cementerios, lo respeto y mucho, pero si es cierto que en estos días siempre encuentro un momento para recuperar en mi memoría a todos los que hoy ya no nos acompañan.
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"Llamé al cielo, y no me oyó,
y pues sus puertas me cierra,
de mis pasos en la tierra
responda el cielo, no yo."
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Espero mantener otras tradiciones, disfruto con los Buñuelos, que le voy a hacer soy un goloso empedernido, no así con los Huesos de Santo. Sé que nada puedo hacer contra la corriente, además me considero una persona capaz de adaptarse y aceptar todo lo bueno que de cualquier parte nos llega. Pero si es verdad, que hay costumbres y usos muy arraigados en mi, seguro que por educación recibida, seguro que por edad, seguro que por respeto a lo que mis mayores me inculcaron. Por ello, cuando veo que alguna de mis tradiciones se pierden, se menoscaban, se dejan en el limbo del olvido, es como si una parte de mi y de mi pasado se perdiera con ellas. Muchas han sido las noches de Todos los Santos pegados a la televisión, cuando la televisión era una e incluso muchos años después, viendo año tras año la representación del drama de Don Juan. He visto una y mil veces la obra, con distintos Don Juan y Doña Ines, era parte de la festividad, era el cierre al día de los Santos y el inicio a la noche de los Difuntos. Ya pasaron aquellos días, ya no habrá más Don Juan, creo que perdemos en el cambio. Me gustaría mantener vivo el mito, me gustaría que llegado el día no tenga que explicar a mis hijos por su desconocimiento lo que hoy recoge una expresión tan cotidiana en nuestro idioma o lengua como "fulanito de tal es un Don Juan". Hay cosas que en si mismas para nosotros son sencillas de entender, las hemos mamado, las hemos conocido, entendido y vulgarizado por el uso y por el conocimiento de nuestra cultura. Don Juan, el mito, era una de ellas.
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"Sólo en la vida más pura
los justos comprenderán
que el amor salvó a Don Juan
al pie de la sepultura."

domingo, 11 de octubre de 2009

Heridas en el Alma


Tengo heridas en el alma.
Tengo el alma cansada de acumular dolor y sufrimiento.
Colmada está de llanto, llena de espanto y miedo.
Herida de muerte la siento.
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Tengo heridas en el alma,
de sangre, dolor y muerte.
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Tengo heridas en el alma,
rasgada la siento.
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Tengo heridas en el alma,
tengo un alma negra,
vacía de amor y sentimiento.
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Tengo un alma herida,
herida de muerte la siento.
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Alma enferma,
Alma herida,
Alma muerta.
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Tengo heridas en el alma,
de sangre, dolor y muerte.
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Galimatías.


Un Galimatías es para mi el proyecto de los Presupuestos del Estado para el próximo año. No soy economista y mucho menos experto en lo tocante a presupuestos y aún menos a los de todo un estado. Pero he de reconocer que viviendo lo que estamos padeciendo por la crisis económica, he intentado desvelar el misterio de los presupuestos con la intención de construir un discurso positivo que me ayude en mi día a día a romper la dinámica negativista actual, terminar con la zozobra y el miedo, y generar argumentos positivos de ilusión que nos ayude a ir recuperando la confianza en las estructuras económicas del país, y sentir así un halo de esperanza de cara a un futuro más o menos cercano.
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No he sido capaz, y ya lo siento yo. No soy capaz de entender y menos de creer en el proyecto de ley presentado. Me resulta imposible creer que los ingresos por IRPF vayan a crecer un 7% por encima de lo recaudado este año, y me resulta aún más difícil de creer que la tributación por IVA vaya a subir un 26%, máximo cuando el Gobierno estima una caída del empleo del 1,7%, unos 300.000 parados más que al cierre de este ejercicio y un crecimiento negativo del 0,3% del PIB. Según los datos aportados por el Gobierno la subida de impuestos reportarán unos ingresos adicionales el próximo año de 11.000 millones de euros que permitirían cerrar el ejercicio con un 5,4% de déficit de la Administración Central del Estado, la mitad del previsto para este año.
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No puedo creer estas previsiones del Gobierno, estoy seguro que los ingresos serán menores de lo que se contempla y porque además el gasto del estado en términos reales va aumentar. Un ejemplo es el de los sueldos de los funcionarios y los gastos de personal de la Administración que subirán un 2,7%, es decir 800 millones de euros más, que es equivalente a lo que Hacienda va a ingresar por el incremento en la fiscalidad de las rentas de capital. Otro ejemplo es el aumento del 10,8% en las transferencias a las comunidades autónomas hasta un total de 53.600 millones de euros, y además como consecuencia de la elevación de la Deuda, los gastos financieros del Estado aumentan en un 33%.
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Todo ello junto, me hace pensar que estamos ante unos Presupuestos que van a suponer un lastre importante para la inversión y el consumo privado. El propio Gobierno estima que la inversión caerá un 4,7% el año que viene, que se sumará al 14% de descenso de este año.
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Lo siento, siento ser tan poco optimista, siento no poder construir el argumentario de la esperanza, la única que a mi entender nos queda es que las economías de EEUU y la UE tiren del carro para sacarnos del atasco donde hoy estamos metidos. Me temo que tenemos por delante algunos meses más de estrecheces, de paro, de recortes y de muy pocas alegrías.
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Me imagino que alguno de los que acudís a esta cita estaréis pensando que para contar esto ya podría heber seguido calladito, que precisamente comentarios como el que ahora termino no generan ilusión de cara a nuestro futuro más inmediato, y que de vez en cuando es mejor compartir una alegría que volver a pintar un oscuro panorama. Lo sé, lo comparto y lo siento, pero no podía no compartir con vosotros las preocupaciones y los miedos que cada día me angustían por agoreros que estos puedan ser o parecer.

domingo, 27 de septiembre de 2009

Un Poema Nobel y Homófobo


Relata esta semana Raúl del Pozo en su columna del viernes en el diario El Mundo, un poema de nuestro Premio Nobel de Literatura Camilo José Cela. Como el mismo Raúl describe es un poema impertinente y machista para este tiempo de la ideología de la corrección. A pesar de ello, o quizás por ello, lo he querido rescatar y compartir aquí. Fuera de la incorrección, me ha parecido que describía nítidamente la personalidad y el genio literario del autor. A mi me arrancó una gran sonrisa y me invitó a hacer ciertas reflexiones sobre la muy valorada virilidad de la que muchos presumimos. Defender nuestra "culona honra" en vida, y pensar que podrías echar por tierra todos los esfuerzos una vez muerto y sin posibilidad alguna de solución.
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En la Clínica Cemtro, desde donde se llevaron al gallego para hacer el último paseíllo sin cuadrilla, el doctor Guillén tiene una biblioteca dedicada al Nobel y guarda un poema impertinente y machista para estos tiempos de la ideología de la corrección. Perdonemos sus excesos homófobos para sacar de él lo humanitario, lo quevedesco o aretinesco. Cela dona sus órganos, al estilo burlesco, con algunas salvedades: «Que se los den a cualquiera». «Si ya no puedo respirar / que otro respire por mí». «Donaré mi corazón / para algún pecho cansado / que quiera ser restaurado / y entrar de nuevo en acción». «La pinga la donaré / y que se la den a un caído / y levante poseído / del vigor que disfrute».
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El Nobel regala todos sus órganos excepto la boca y el culo. «Sé de quien en ocasiones / habla mucha bobería; / mama lo que no debía / y prefiero que se pierda / antes que algún comemierda / mame con la boca mía». Y respeto al bullate canta y no da: «El culo no lo donaré / Muchos años lo cuidé / lavándomelo a menudo. / Para que un cirujano chulo / en dicha transplantación / se lo ponga a un maricón / y muerto me den por el culo».
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La foto de la discordia


No tenía pensado escribir sobre la polémica foto. Me había hecho el propósito de evitar comentario alguno sobre la misma. Pero he de reconocer que, al final, más por pereza y por recurso fácil que por otra razón he venido hasta aquí a verter mi punto de vista y mi opinión sobre la polémica desatada. He vuelto de vacaciones un poco vago y falto de toda inspiración, pero el blog ha de ser alimentado, como cualquier otra parte de mi ser, para mantenerlo vivo y no dejar que se atrofie o se muera por inanición. Por lo tanto el ejercicio de hoy corresponde más a un acto de supervivencia en la red, que a un acto de interés verdadero.
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Antes de empezar he realizado una última reflexión para fijar mis pensamientos y poder compartir así una opinión algo estructurada. Creo que la polémica ha surgido por dos motivos: uno y principal por el mal estar manifestado por el presidente de nuestro gobierno por la difusión de la misma y por no respetar el derecho de privacidad de sus dos hijas menores, y la segunda mucho más mundana por la indumentaria o vestimenta de las dos adolescentes.
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Es cierto que la razón y la ley asisten a nuestro presidente, pero también es cierto que evitar la tentación es evitar el pecado. La fotografía se realizó en un acto público, en una recepción oficial y en representación del estado español. No soy ningún experto, pero me imagino que en un viaje oficial no se deja nada al azar, el departamento de protocolo de Moncloa, sabe al detalle como son cada uno de estos actos. Nadie ni nada se improvisa en estas recepciones y me cuesta mucho creer que no se supiese de antemano que los invitados a la misma tendrían que realizarse una foto con los anfitriones. Siendo así, y respetando la opción como padre de preservar la privacidad de sus hijas menores de edad, el señor presidente debió poner la venda antes de la herida y evitar la asistencia al acto de sus amadas hijas. Entiendo que la obligatoria asistencia sólo le corresponde al mandatario y si decide ir acompañado de la familia sabe de la posibilidad de la foto. Por otro lado negar in situ la foto sería un desagravio a los anfitriones. Por lo tanto la polémica se podría haber ahorrado si nuestro presidente, como padre concienzudo hubiese decidido cortar por lo sano y haber dejado a sus hijas en el hotel o haber pagado de su pecunio personal la cena de ambas en cualquier restaurante de la ciudad alejados de los informadores de la cumbre. Por último compartir un par de dudas. Este mismo presidente y su gobierno presentan una ley del aborto que permite a una menos tomar por su madurez una decisión tan grave como decidir sobre la vida y la muerte, y además les otorga la libertad de comprar la píldora del día de después sin control facultativo. ¿Reconocen su madurez para unos casos y para otros no? Y ¿qué hubiese pasado si alguien hubiese fotografiado a las hijas del presidente en una de las carrozas que desfilaron para conmemorar el último día del orgullo gay? En un día festivo, un desfile autorizado por la calles de Madrid, tan multicolor, cualquiera podría haber hecho una fotografía, y por defender su intimidad, ¿también se habría prohibido la publicación de las mismas?
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En cuanto al segundo aspecto, mucho más mundano, la elección de los vestidos, sinceramente creo que fueron inapropiados para la ocasión. Entiendo el sentimiento de las adolescentes, ese sentimiento grupal que se desarrolla hasta las últimas consecuencias a determinadas edades. Da igual que sean góticas que siniestras, pero insisto en el detalle del protocolo, y más cuando es un acto público y oficial en representación de un estado, en este caso el nuestro. Creo que el sentido común es el menos común de los sentidos. Entiendo la educación en términos de libertad que podemos escoger cada cual para formar a nuestros hijos, ceder como padre lo hacemos todos a diario, pero ceder como presidente no es adecuado si lo que hacemos es representar a un país. ¿Qué diríamos si el presidente anfitrión se hubiese presentado en la recepción ataviado de unos vaqueros, unas botas camperas y un sombrero del séptimo de caballería? Todos ellos ropajes muy descriptivos de una parte importante de la población de su país. Por cuestiones de trabajo he sido invitado alguna vez a algún evento, cena, entrega de premios, recepción o gala. En la invitación te indican la vestimenta adecuada para la ocasión y siempre que he decido acudir y por respeto a los anfitriones he intentado cumplir escrupulosamente con las indicaciones. Presentarme en chandal y zapatillas de deporte sería una infame descortesía, y muchísimas ganas de llamar la atención.
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Sinceramente creo que todo se podría haber evitado, creo que ha faltado criterio en las decisiones previas y ha sobrado mucho gesto de rasgarse las vestiduras. Lo que bien empieza, bien acaba.

domingo, 13 de septiembre de 2009

Llanto por Ignacio Sánchez Mejias. Alma Ausente. (Federico García Lorca)


No te conoce el toro ni la higuera,
ni caballos ni hormigas de tu casa.
No te conoce el niño ni la tarde
porque te has muerto para siempre.
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No te conoce el lomo de la piedra,
ni el raso negro donde te destrozas.
No te conoce tu recuerdo mudo
porque te has muerto para siempre.
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El otoño vendrá con caracolas,
uva de niebla y montes agrupados,
pero nadie querrá mirar tus ojos
porque te has muerto para siempre.
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Porque te has muerto para siempre,
como todos los muertos de la Tierra,
como todos los muertos que se olvidan
en un montón de perros apagados.
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No te conoce nadie. No. Pero yo te canto.
Yo canto para luego tu perfil y tu gracia.
La madurez insigne de tu conocimiento.
Tu apetencia de muerte y el gusto de su boca.
La tristeza que tuvo tu valiente alegría.
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Tardará mucho tiempo en nacer, si es que nace,
un andaluz tan claro, tan rico de aventura.
Yo canto su elegancia con palabras que gimen
y recuerdo una brisa triste por los olivos.
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domingo, 6 de septiembre de 2009

La Última Sonrisa.


Se despertó como cada día desde hacía ya unos pocos años mucho antes de que las primeras luces del alba inundaran su dormitorio. Se había acostumbrado a consumir sus horas de sueño en las primeras horas de cada noche. Llevaba tiempo durmiendo muy pocas horas, no sabía muy bien porque había adquirido aquella costumbre, pero era incapaz de conciliar el sueño más de tres o cuatro horas seguidas.
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Intentó levantarse nada más abrir sus ojos, sabía que tenía que consumir unos segundos adaptando los mismos a la oscuridad reinante, pero era consciente que sería incapaz de saltar de la cama sin más, el simple hecho de ponerse de pie cada día era un ejercicio que le dejaba exhausto desde hacía ya semanas. Se esforzó en silencio por poner en marcha aquella maquinaria muy deteriorada que era su cuerpo. Sacó primero las piernas, casi dos alambres que a penas se sujetaban por si solas, cuando al final sus pies tocaron el suelo incorporo el resto de su cuerpo hasta sentarse en la cama. Tuvo que descansar unos minutos, dejar que su respiración se volviera a acompasar y acumular de nuevo las fuerzas exiguas que aún le quedaban para poder levantarse del todo. Muy despacio se dirigió a las escaleras que deberían llevarle al salón como cada madrugada, sabía que esta sería la última vez que sufriría la humillación de bajar escalón a escalón, los catorce escalones que separaban su dormitorio del resto de la casa. Esa operación cotidiana en su vida, se había vuelto en un reto que semana tras semana le obligaba a dedicar mucho más tiempo, y que en alguna ocasión termino dando con sus huesos en el maldito suelo, por su debilidad extrema y su casi nula capacidad de coordinar sus movimientos.
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Hoy no tenía prisa, la verdad es que la sensación de correr para hacer las cosas le había abandonado desde hacía ya un par de meses o tres. Bajó muy despacio, a oscuras como siempre lo había hecho. Cada escalón era un pequeño triunfo, cada escalón era un paso adelante y en esta ocasión sin retorno. Entró en el salón y sólo entonces encendió la primera luz del día. Necesitaba sentarse a descansar, tenía que controlar los espasmos de un cuerpo agotado. Eligió el sofá más largo, sabía que como cada mañana terminaría tumbado todo lo largo que era en él. En la mesa baja de cristal situada en el centro de los dos sofás había dejado preparado el día anterior su ordenador portátil, el mando de la televisión, su teléfono móvil, el cenicero y la caja de los puritos que llevaba fumando desde que decidió volver al vicio del tabaco. Junto a ellos se encontraba la última novela que había terminado de leer justo esa misma noche Nunca le había gustado dejar un libro a medias, sin llegar a su última página, respetaba y valoraba mucho el esfuerzo que supone contar una historia. Escribir había sido siempre su sueño incumplido.
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Como cada amanecer encendió la televisión, busco el canal de noticias internacionales y se preparó a escuchar siempre las mismas noticias repetidas una y mil veces en espacios de media hora. La cara de su presentadora favorita, casi una amiga por la cantidad de veces que habían coincidido en los últimos dos años, apareció inmediatamente dando cuenta de la información deportiva. Los entrenamientos del Gran premio de Motos de San Marino que se celebraría esa misma mañana había dejado en la pole position a nuestro campeón de Moto GP, los resultados de los partidos adelantados al sábado de la segunda jornada de la nueva liga que hacía una semana había comenzado, los cruces de octavos de final del US Open donde nuestros representantes estaban haciendo un magnífico papel, y algún suelto más que ofrecían las últimas novedades del deporte nacional. Después de unos diez minutos sin apenas resuello, había logrado descansar lo suficiente como para responder a la segunda ardua tarea de la mañana. Debía ir a la cocina para prepararse el desayuno. Había dejado programada la cafetera la noche de antes, era un trabajo más asequible para su actual situación. Recorrer escasos cinco metros para alcanzar la cocina, ponerse una taza de café con su leche templada, la sacarina, una pequeña ensaimada que se le hacía como todo un roscón de reyes cuando tenía que comérsela, la servilleta de papel y vuelta al salón. Al ponerse de pie para iniciar este nuevo paseo se miró en el espejo que había sobre la chimenea. Ya no le llamaba la atención la falta de pelo, la cara demacrada, y el aspecto general que presentaba después de haber perdido más de quince quilos en los último seis meses. El tratamiento de quimioterapia y radioterapia habían sido devastadores. El sabía de sus efectos, los había conocido en seres muy queridos, que habían sucumbido a la maldita enfermedad, que como él, que estaba a punto de perder su última batalla, ya habían rendido cuentas ante el señor del mal y habían terminado por reconocer su derrota abandonando el campo de la batalla. En un principio había pensado en negarse a recibir el tratamiento, pero finalmente decidió que quería experimentar todos y cada uno de sus efectos, no porque pensará en que servirían para vencer en esta lucha, más por comprobar en su propio cuerpo los efectos demoledores que anteriormente habían experimentado sus padres, su único tío y no hacía muchos años su hermano mayor. Sólo le sedujo un sentimiento de solidaridad a la hora de tomar la decisión, y además quería luchar, no para ganar, pero al menos quería plantar cara a su enemigo y ganar tiempo para terminar las últimas cosas pendientes de su vida.
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Después de esta reflexión y temiendo que el tiempo que le había dedicado estando de pie frente al espejo le impidiera hacer de una sola vez el recorrido de ida y vuelta entre el salón y la cocina, decidió ponerse en marcha con la esperanza que aquella nueva excursión por el territorio de su casa no le llevará mucho más tiempo del necesario, y no agotara del todo sus maltrechas fuerzas antes de volver a los que últimamente eran sus dominios.
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Al final no pudo con todo su desayuno, decidió terminar el café, pero no fue capaz de comerse la ensaimada de cada mañana. Encendió su portátil, abrió el documento que llevaba ya años escribiendo y dedicó sus últimos esfuerzos a escribir su último capítulo. Era un escrito donde había relatado paso a paso su guerra contra aquel maldito cáncer. Lo empezó un buen día, el día que sospecho que la enfermedad llamaba a su puerta. Intuyó que empezaba la lucha, aunque sólo fue eso una intuición. Había decidido que lo mantendría en el disco duro de su ordenador sabedor de que en cualquier momento más adelante lo retomaría. Era la manera que tenía de perdurar ante la derrota, sabía de antemano que cuando llegará el momento de la batalla desigual él era el que iba a perder, pero a través de aquel escrito sabía que a pesar de dejar la vida habría algo de él que perduraría en el tiempo, algo que le dejaría a tan cruel enemigo un agrio sabor en su victoria. Su recuerdo no se perdería, su presencia permanecería en la mente y en los corazones de su gente querida. No eran más que palabras, palabras que describían sus sentimientos, sus sensaciones, sus malestares y como no sus miedos. Eran palabras que le habían permitido llegar hasta el final con la dignidad suficiente para enfrentarse al último trance. Sabía que ya poco quedaba, tan sólo unas pocas frases, quizás datar aquel último párrafo de despedida, unas palabras de aliento, de cariño y de amor para los que se quedaban, un último adiós para los que con él habían sufrido, incluso con mayor intensidad, los últimos meses de su vida. Todo estaba a punto de terminar, las últimas letras ya estaban escritas, el documento no lo guardó, tan sólo lo dejó minimizado para que lo pudieran encontrar sin problemas cuando descubrieran que aquel ordenador permanecía encendido. No lo había compartido con nadie durante la enfermedad, pero estaba interesado en que todos lo leyeran, que cada persona amada tuviera su propia copia, que cada uno de ellos pudiera al menos compartir sus sentimientos durante el tiempo que ellos eligieran.
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Se recostó en el sofá, cerró los ojos. Empezó a notar que su corazón palpitaba cada vez más despacio, al final todos nos morimos por parada cardiorrespiratoria. Sabía que en breves instantes perdería la conciencia. De repente el primer fogonazo de una luz fuerte, brillante y maravillosa. Quedaban pocos instantes, percibía que el final era cuestión de pocos minutos, quizás uno sólo, no sabía cuanto tiempo podría mantener aún despiertos sus sentidos, no sabía si se repetiría la visión por segunda vez de aquella luz espectacular, no sabía si entraría en una negritud que ya no le abandonaría para toda la eternidad. No perdió más tiempo en tratar de sentir o averiguar, sin esfuerzo alguno rescato de su mente la imagen de aquella sonrisa. No le fue difícil, le acompañaba desde hacía ya años. La sonrisa que todo lo iluminaba, la sonrisa que todo lo llenaba, la sonrisa que le había dado el amor y la felicidad. Quiso que aquella fuera la única imagen que le acompañase en ese último y breve instante.
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Sus ojos permanecieron cerrados, sus labios en un último gesto dibujaron también una breve y pequeña sonrisa de un eterno agradecimiento. La televisión volvía a contar las últimas hazañas de nuestros mejores deportistas, después darían el pronóstico del tiempo de ese domingo uno de los últimos días del verano.
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viernes, 28 de agosto de 2009

La Estética del Verano



De vuelta en casa. Se terminaron las vacaciones y en dos días vuelta al tajo. Finalmente y a pesar de todas las alertas naranjas y unas pocas amarillas decidí que bien merecidos estaban unos pocos días de descanso sin nada que hacer. Disfrutar de la playa, del mar, del pescadito frito, de buena lectura, de mis hijos, esa asignatura pendiente durante todo el año, y porque no decirlo de que te lo den todo hecho y no preocuparte de nada más que de las cosas poco útiles e intrascendentes.
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Han sido una decena de días mal contados, pero realmente suficientes para desconectar del trabajo, intentar no leer mucha prensa y alejarme del océano de malas noticias económicas, políticas, sanitarias y sociales. Ha sido un tiempo que he dedicado principalmente a lavar la mente y el alma, puse en marcha la lavadora de ideas, sentimientos, y sensaciones, configure el programa más avanzado y duradero y dejé que la máquina hiciese su trabajo. Necesitaba volver a las las labores cotidianas del día a día limpio como las patenas. En ese estado donde las neuronas se adormecen casi hasta la más absoluta de las inactividades, sólo quedo despierta mi capacidad de observación y el don de la curiosidad. En mis paseos solitarios cada tarde, o los que en compañía de mi hija dábamos por las mañanas de cada día por la playa, me dediqué a observar y me imagino que ser observado. Pero he de reconocer que además de atender las conversaciones inacabables de Belén, tiene el don de la palabra y la capacidad de hablar sin cesar horas y horas, de cualquier tema, y son muchos los que a una niña de escasos diez años le preocupa y le interesa, mi tarea principal ha sido escudriñar a la gente. Han sido exámenes visuales y auditivos profundos, han roto en mi la perplejidad y la capacidad de sorpresa en muchas ocasiones, y me han empujado en todas ellas a realizarme infinidad de reflexiones, aunque todas se resumían en la misma, la estética del verano.
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No quiero ser excesivamente crítico, no se trata de comparar estilos de vida, estilos de vestir, de comportarse, no es mi intención valorar lo que debe o no debe ser, pero realmente si es cierto como conclusión que el verano tiene su propia estética, o mejor dicho en muchos casos su falta de estética. En primer lugar he de reconocer que quizás el calor, el sol, la luz, el tiempo libre, la sensación de libertad que en vacaciones nos acompaña, libera muchos de nuestros frenos sociales que nos acompañan durante el resto del año. Estoy convencido que algún mecanismo químico o biológico se pone en marcha en nuestros cuerpos cuando les mandamos la señal de que iniciamos nuestras vacaciones. Deben de existir miles de inhibidores bioquímicos que se toman un merecido descanso en este periodo, dando rienda suelta a una absoluta sensación de libertad en la toma de nuestras decisiones. Cualquier mecanismo de autocontrol es destruido. He visto de todo, he visto las combinaciones de colores más estrambóticas imaginables, he visto pañuelos en la cabeza de señores que se disfrazan de piratas en la playa y con más de 33ºC, seguro que poco cómodo e incluso poco higiénico. me ha parecido ver trocitos de tela a modo de bikinis o bañadores estilo Speedo para ellos, marca que hizo furor en los jóvenes cuando el Meyba era el bañador de nuestros padres, no sólo el Sr. Fraga los usaba, en cuerpos que realmente deberían ser más tapados que lucidos, al menos por un pudor ajeno, evitar al resto de la especie humana tan dantesco espectáculo; he visto glotonería, comer como si de la última comida en vida se tratara, he visto beber hasta saciar la sed de todo un año. He podido ver a señores y señoras jugar en grupo con sus animadores, ellos grandes profesionales, a juegos infantiles, fútiles y pueriles. He visto competir como si de salvar la vida se tratara, por un premio ten valioso como un mechero, llavero, gorra o camiseta con el logotipo del hotel. He visto casi de todo y casi nada bueno. Que nadie se confunda, he pasado mis vacaciones en un destino muy digno, en un hotel nada barato, y con un ambiente a priori muy normal. Daba igual que se tratara de señores o señoras, jóvenes ellos y ellas, locales, nacionales o extranjeros. Estoy seguro que la mayoría de ellos gente con cierta responsabilidad profesional, respetables padres y madres de familia, niños bien, y algún que otro soltero y soltera de oro. No se trata de poder adquisitivo, de capacidad económica, es una cuestión de la estética liberadora a la que el verano nos invita. Creo que es un sentimiento extremado de liberación, creo que es una contraposición al formalismo del resto del año, estoy de vacaciones y en vacaciones todo vale. No es que trate de reivindicar el traje de lino y la camisa blanca en la playa para ellos, y los trajes de chaqueta para ellas, eso es sin duda antiguo, poco práctico y excesivo. No se trata de recrear los ambientes de los balnearios de principios del siglo pasado, pero en el término medio está la virtud, seguro. Uno tiene que ser tal cual es en invierno como en verano, uno es uno mismo siempre y en cualquier circunstancia, y dar cierta rienda suelta a los instintos es sano, estoy a favor de ello e incluso lo aliento y apoyo en muchas ocasiones. Pero ese sentimiento de libertad, de dejarnos ir, no es incompatible con una estética menos extrema, menos atrevida, llamativa y en la mayoría de los casos hortera.
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Yo mismo he sucumbido a esa llamada de la estética y en un ejercicio deliberado decidí no afeitarme y dejar crecer una barba anárquica y canosa en gran medida. No quiero decir que por ello me haya sentido un libertino, pero como gesto de refrenda de mi libertad y oposición a la obligación diaria del resto del año, el hecho de no afeitarme reafirmaba mi sensación de estar de vacaciones sin necesidad de pañuelo en la cabeza, combinación de colores chillones en mi vestimenta, Speedo o braguita náutica, como en mis tiempos se conocían estos bañadores, o juegos infantiles para llenar las horas muertas que a lo largo de un día de asueto se suceden. No tengo ni edad, ni cuerpo como para hacer nada de todas estas cosas, y lo mejor de todo ello es que no tengo la necesidad de cambiar mi estética para saberme liberado de mis responsabilidades diarias.
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Para terminar un dato: "Millenium", en cualquiera de sus tomos, ha sido el libro del verano. En cualquier hamaca, en cualquier toalla extendida, se veían en miles los tomos I, II y III. Los he visto en inglés, francés y alemán, ha sido un éxito editorial, pero más aún en gran éxito de marketing.

martes, 11 de agosto de 2009

Naranja. El color de nuestras vidas


Nunca llegue a pensar que importante iba a ser este color en nuestras vidas. No se trata además de un tema ligado a la moda, aunque me consta que es un color que se ha hecho muy popular durante estos dos últimos veranos. Me refiero a la importancia social que ha adquirido en nuestro país como símbolo de todas las alertas posibles y por haber.
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Llevo días escuchando y leyendo noticias, viendo mapas de colores, siendo testigo de la cantidad de riesgos que asumimos por el mero hecho de existir. Últimamente además he ido adquiriendo conciencia de que vivir cada día es un milagro mayor, un don del que disfrutamos sin ser enteramente conscientes del regalo que nos han hecho y del trabajo que le supone a nuestro estado mantenerlo con nuestro agradecimiento, o muy a pesar de nosotros, seres inconscientes que nos lo jugamos en cada esquina, en cualquier momento del día.
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Hemos pasado de estar en alerta naranja en la mayoría de las provincias españolas por la ola de calor, a pasar a alerta naranja también por el riesgo de lluvias torrenciales, alerta naranja por tormentas de granizo, alerta naranja por posibles vientos huracanados y alerta naranja por cualquier fenómeno meteorológico todos ellos caprichos de la naturaleza. Parece como si desde hace unos años nuestras vidas están sujetas a riesgos que nunca antes se habían presentado. Llover, granizar, padecer las típicas tormentas de verano, se han convertido en amenazas mortales para los ciudadanos. No estoy seguro, pero tengo la impresión que todos nuestros mayores han debido ser unos inconscientes, han debido vivir la vida pendiente de un hilo las 24 horas del día, nunca han conocido el riesgo que les suponía una concentración de chubascos más allá de 25 o 30 litros por metro cuadrado. Deberían ser suicidas potenciales que se arriesgaban a salir y entrar de sus casas sin la menor información sobre todas estas alertas y muchas más que se cernían sobre sus vidas. Es posible que ellos vivieran la vida en blanco y negro y de ahí la dificultad de avisar de las alertas naranjas que les acechaban a la vuelta de cada esquina.
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Dentro de unos días tenía planeado salir de vacaciones a una playa andaluza, pero ya no sé que hacer. Tengo la sensación que me veré inmerso en un continuo riesgo, que estaré viviendo una situación continuada de alerta naranja. No sé si me tocará por el calor, si por las lluvias, el granizo, los vientos o las tormentas. Asumir tal responsabilidad en nombre de mi familia me produce una angustia y pesadumbre difícil de soportar. También pienso que si me quedo en casa el riesgo de alerta naranja seguirá siendo el mismo, y por los mismos motivos. Menuda encrucijada en la que me encuentro.
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Creo que finalmente voy a volver a la era de la desinformación, a la época del blanco y negro, no ver la vida de forma tan cromática como la actual seguro que me ayuda a liarme la manta a la cabeza y marcharme los días previstos a la playa.
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Una cosas si os digo, entre mi vestuario de verano será imposible encontrar una prenda de color naranja, es un color que me produce angustia.
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lunes, 10 de agosto de 2009

Que poco dura la alegría en casa del pobre.


Y yo que hace escasos dos días me había entronizado como el Rey de la Pereza. Qué tan feliz me prometía tres semanas enteras sin dar un golpe, sin trabajar, sin pensar sin hacer nada. Del género tonto es lo mío, parece mentira que no me conozca, que no conozca lo que en mi entorno sucede. Oficialmente hoy era mi primer día de vacaciones, normalmente hacemos todos el truco del fin de semana anterior que no nos cuenta y alargamos dos días más el periodo vacacional, y desgraciadamente llevo desde la hora de la comida enganchado al teléfono e intentando poner en marcha dos posibles nuevos negocios. ¡Qué iluso.!
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Y lo peor es que no aprendo nunca, llevo así varios veranos, uno tras otro desde hace ya muchos años la promesa inicial de no trabajar en vacaciones la rompo en el primer instante. No me considero un enfermo del trabajo, un workalcoholic que tan de moda está. Intento racionalizar mis esfuerzos, mis dedicaciones, mis compromisos en los momentos que corresponden y que son muchos a lo largo del año, pero soy incapaz de no atender una llamada de un cliente, de un posible nuevo cliente, pensando además que es bueno para mi empresa y que por eso me pagan. Siempre me puede el mal entendido sentido del deber y termino arruinando las vacaciones mías y de la gente de mi entorno. Hoy lo que más me ha molestado es que estaba comiendo con mis hijos, para mi todo un lujo que pocas veces puedo hacer a lo largo del año, una comida a tres compartiendo sus cosas, hablando de todo lo que está siempre pendiente por mi parte, disfrutando de ellos, observando como sin darme cuenta se hacen mayores y sin apenas haber vivido con ellos todas las inquietudes que a lo largo de los días les niego, o mejor dicho me niego a mi mismo.
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Todo ha empezado con una llamada, después otra y otra más, vuelta a casa envía un email y otro, recibe la información, nunca es correcta, nunca está completa, busca a alguien que te ayude, nunca los encuentras en los momentos que los necesitas, ellos si están de vacaciones y hacen bien. Al final recurres a los mismos de siempre, a los que como tú están de vacaciones pero siempre trabajan, les comprometes y te sientes aun peor. Mañana igual una escapada a la oficina, sólo por un par de horas, ya no me lo creo ni yo mismo según lo escribo, puesta en marcha del proyecto y durante el resto de las vacaciones seguimiento, llamadas, nuevos emails y seguro que más problemas.
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He vuelto a ser derrocado por la virtud de la diligencia, por la estupidez innata en mi. Mi reino ha durado un suspiro, justo el tiempo en el que espira el fin de semana. De rey a plebeyo. Adiós a la flojera, a la holgazanería, a la gandulería, a la haraganería. He vuelto al tajo y todavía no me había quitado las telas de araña del curso ya terminado.
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En vista de la derrota, una nueva en mi interminable lista, aquí me tenéis de nuevo y me temo que aquí me encontraréis durante muchos días de este verano, de estas mis vacaciones. Puestos a estar, no me parece mala idea venir aquí aunque sea de vez en vez, para quejarme como hoy, o para contaros cualquier otra cosa que durante estos días sucedan.
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sábado, 8 de agosto de 2009

Pereza


Estoy de vacaciones. Tres semanas por delante para no hacer nada. Tres semanas enteras para intentar descansar de un "curso" duro, muy duro, con muy pocos resultados profesionales, pero con un desgaste como hace tiempo no había vivido, tres semanas para intentar olvidar meses de esfuerzo, de trabajo y de sinsabores. Tres semanas, con sus veintiún días completos para disfrutar del placer de no tener que hacer nada más que aquello que en cada momento me pueda apetecer. Tres semanas para leer, escribir, pasear, para estar con mis hijos e intentar recuperar parte del tiempo que me pierdo cada día de ellos, para hacer un poco de deporte, oír música, incluso bañarme en la piscina con un poco más de frecuencia de lo habitual.
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Pero la verdad es que de momento lo único que quiero es no hacer nada. Lo único que persigo es disfrutar de uno de los siete pecados capitales, la pereza. Seguro que no es nada edificante, seguro que como tal pecado que es debe ser malo, muy malo, pero si he de elegir en estos momentos enemistarme con Dios, no se me ocurre mejor elección. He mirado sinónimos del término, y tanto me vale el cuarto de los pecados capitales como: gandulería, flojera, haraganería, holgazanería. Estoy dispuesto a asumir todos y cada uno de ellos, al menos durante unos días, sin remordimiento, sin acto de contrición. Además voy a alejar de mi la tentación de redimir mi bajo instinto combatiendo este sentimiento con la virtud de la diligencia, reconocida en el Catecismo de la Iglesia católica y romana como la virtuosa herramienta para combatir tan atroz pecado.
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Voy a hacer de la pereza mi bandera, mi patria, mi himno, mi refugio, mi hogar. Voy a ser el mayor de los holgazanes, de los haraganos, flojos y gandules. Me corono pues, este verano, como el Rey de todos ellos. Seré su líder espiritual y material, seré el espejo donde han de mirarse los ejércitos de miles de seguidores, pecadores todos ellos contra este vicio capital. Hoy ejerzo mi poder y como primer edicto de este mi nuevo reino, promulgo el derecho y el deber de no hacer nada.
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Y para ser consecuente con lo que aquí proclamo termino aquí esto que hoy he empezado a escribir lleno de flojera, invadido por la mayor de las perezas y holgazanería. Si no vuelvo hasta terminadas mis vacaciones, no dudéis que será fruto de que instalado en el trono de mi nuevo reino estoy disfrutando sin un ápice de remordimiento de no hacer nada.
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Disfrutar de vuestro verano y saber que siempre seréis bienvenidos a engordar las filas de este mi reino, de este vuestro reino si así lo decidís.
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No puedo quitar mis ojos de ti (Alba Molina y Andrea Lutz )

domingo, 26 de julio de 2009

El Principito. (Antoine de Saint-Exupéry)


Quién seguiría siendo niño toda la vida. Quién pudiera nunca envejecer. Quién pudiera nunca ser persona grande. Quién fuera siempre capaz de hablar de serpientes boas, de elefantes, de zorros, bosques vírgenes y estrellas. Quién alguna vez en su vida hubiese conocido a El Principito, y pudiese recordarlo para siempre.
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Yo ya soy una persona grande camino de envejecer, hace ya mucho tiempo que dejé de hablar de elefantes, de boas, de zorros y de estrellas. Ya no sé entender de todas estas cosas, ya no sé de cajas, ni de corderitos, ni de baobabs.
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Hoy he vuelto a releer este libro, lo hago de vez en vez, lo hago seguramente a destiempo, cuando como persona grande que ya soy, me importan más el mundo de las cifras, el mundo de las consignas, el mundo del poder y la disciplina. Lo hago cuando dejo de comprender los libros para niños, y cuando llevo mucho, mucho tiempo olvidado de que yo también en su día fui un niño.
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De su nueva lectura hoy quiero compartir con todos alguna de las ideas que El Principito cuenta cerca del momento de su despedida. Sé que no para todos han de significar lo mismo, seguramente dependerá de lo persona grande que ya seáis. Sé que al contarlas de forma aisladas y algo fuera de su contexto natural no te dirán mucho, o sí, eso depende de la parte del niño que ya no somos y aun queda en nosotros. No pretendo más, no quiero contar nada, sólo os regalo unos párrafos sueltos que a mi me han devuelto por unos instantes a la niñez, al tiempo de la ilusión, al tiempo de la sinceridad, al tiempo donde todo lo importante era simple, nítido y fácil de entender.
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....."Por las noches miraras las estrellas. No te puedo mostrar donde se encuentra la mía, porque mi casa es muy pequeña. Será mejor así. Mi estrella será para ti una de las estrellas. Entonces te agradará mirar todas las estrellas....Todas serán tus amigas..."
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....."Las gentes tiene estrellas que no son las mismas. Para unos, los que viajan, las estrellas son guías. Para otros, no son más que lucecitas. Para otros, que son sábios, son problemas. Para mi hombre de negocios, eran oro. Pero todas esas estrellas no hablan. Tú tendrás estrellas como nadie las ha tenido."
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....."Cuando mires al cielo, por la noche, como yo habitaré en una de ellas, como yo reiré en una de ellas, será para ti como si rieran todas las estrellas. ¡Tú tendrás estrellas que saben reir!"
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....."Y cuando te hayas consolado (siempre se encuentra consuelo) estarás contento de haberme conocido. Serás siempre mi amigo. Tendrás deseos de reir conmigo. Y abrirás a veces tu ventana, así ....., por placer...Y tus amigos se asombrarán al verte reir mirando al cielo. Entonces les dirás:"Sí, las estrellas siempre me hacen reír", y ellos te creerán loco. Te habré hecho una muy mala jugada...."
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Tristeza de amor.(Hilario Camacho)