domingo, 30 de mayo de 2010

¡¡¡ Vaya Tropa !!!.


Llevo días alejado del blog para no caer en la tentación de escribir sobre lo que ahora mismo voy a hacer. No quería ser uno más de los que durante todos estos días se han asomado a sus distintas ventanas de comunicación a criticar y comentar lo que estamos viviendo en nuestro país. Pero al final, como si de un remedio terapéutico se tratase, he decidido sumarme a los que ya han ido por delante, y evitar así una posible hemiplejia que pudiese dejarme más idiota de lo que por naturaleza soy. Lo que aquí voy a compartir es un desahogo, seguramente poco correcto y fruto de la mala leche que uno acumula cada día después de leer, ver y oír la cantidad de decisiones absurdas, hechos más que cuestionables, errores masivos y maledicientes, que se acumulan por segundo en nuestra vida pública y política.
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Vaya tropa nos ha tocado, seguro que llegamos tarde, muy tarde en el reparto. Se llevaron los excelentes, los buenos y hasta los regulares antes de que nos tocara elegir. Son muchos y malos, los peores, los más pésimos. Y da igual donde quieran jugar este partido, de un signo y del contrario, de un partido u otro, de una organización pública o de todas ellas, no se salva ni uno.
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Voy a intentar ser ordenado, controlar la ira y repartir entre todos, cada uno con su responsabilidad, o mejor expresado irresponsabilidad, cada uno con el rol que representa.
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Empiezo por el gobierno del desgobierno. Un gobierno que ha roto su contrato de confianza, credibilidad, ilusión y esperanza con los ciudadanos. Un gobierno que se ha confundido hace más de dos años en su pronóstico y en su gestión. Un gobierno que ha demostrado sus incapacidades para liderar situaciones graves, muy graves, pero que al fin y a la postre es al que le toca sacarnos de este atolladero en el que nos ha metido. No vale lanzar a sus ministros a todo tipo de programas de radio y televisión, incluidos alguno de los conocidos como tele basura, a explicar sus nuevos planes de ajustes, a pedir perdón por errores del pasado. No vale, y si no que se lo pregunten a los más de 4,6 millones de parados de nuestro país. Si en otro ámbito de la sociedad algún gestor mete la pata hasta el corvejón sale por la puerta a la voz de ya. A modo de ejemplo, si un médico y su equipo cometen un error en un diagnóstico poniendo en riesgo la vida de un paciente, a lo mínimo que se enfrentan es a una indemnización y seguro que a una inhabilitación temporal o definitiva dependiendo del alcance del error. Pues en este caso lo mismo, a la calle inhabilitados, y ya veremos si de por vida o por los siguientes cuatro u ocho años. No se puede ser frívolo con las cosas de comer, y estamos hablando de comer, de sobrevivir con lo justo para un alto porcentaje de conciudadanos. Si no hay capacidad para aportar soluciones, es mejor decir adiós y ceder el puesto. Aún hoy estamos esperando medidas para la creación de empleo, está muy bien que se ajuste el gasto, esta bien porque tenemos que demostrar en el exterior que somos capaces de gestionar el caos, pero sólo con ajustes no es suficiente, o son capaces de poner en marcha la tan manida reforma laboral, o son capaces de generar empleo y confianza, o seguiremos la misma senda de nuestros amigos los griegos. Ya no hay tiempo para especular, o se gobierna de una vez por todas o a la calle, han tenido suficientes oportunidades y el tiempo de la fe se ha terminado. Por favor, actúen y actúen de forma contundente y si no se sienten capaces dejen espacio para otros.
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El problema son los otros también. Desde el mirador y el observatorio de nuestra realidad cotidiana, si los primeros dan miedo, los que en teoría están por llegar dan pánico. Tampoco se puede hacer peor desde la oposición. Ya lo decía al principio son muchos y muy malos. No se puede especular con el desgaste de los que gobiernan, no se puede mirar siempre a otro lado, no se puede negar todo por principio y por estar a la contra por definición. Es mala estrategia esta de esperar en la puerta a ver pasar el cadáver del enemigo. Nunca resulta bien cuando tanto hay en juego, y lo que se están jugando es nuestro país. Quieren llegar al sorteo del 2012 con muchas papeletas acumuladas para recoger el primer premio, pero ojo que el premio se puede convertir en castigo, y cuando quieran alzar el trofeo de la victoria igual se encuentran con que no hay nada que hacer, que estamos muertos y no de parranda. Hay falta de lealtad, o peor aún también hay incapacidad, la misma incapacidad que han demostrado los primeros. Si en el primer partido de la oposición hubiese el más mínimo compromiso, si tuviesen las soluciones y una batería de ideas para impedir el caos donde vivimos, han tenido la obligación y el tiempo suficiente para demostrarlo. Es momento de ser generosos, de ofrecer lo mejor de cada uno, si es que lo tienen. Es lícito no dejar que el contrario se apropie de tu valor, de tus conocimientos de tus capacidades, pero es más lícito aún ceder, si las tiene, las soluciones a los problemas, y después convencernos a todos de que estas son suyas, que con sus soluciones hemos podido salir adelante, que gracias a su generosidad mañana tendremos una esperanza, por pequeña que esta pueda ser. Es muy ruin por su parte no colaborar, no estar dispuestos a arrimar el hombro, dejar que nos hundamos en la mayor de las miserias con el único objetivo de alcanzar el máximo poder y sustituir a los que hoy están, aunque parezcan que no hayan venido. No digo que estos sean más responsables que los anteriores, a cada cual lo que le corresponde, pero son cómplices de los primeros, son aún menos leales y más egoístas. En el fondo no les importa lo que todos sufrimos, en el fondo tienen sólo un objetivo y tampoco coincide con el que todos los ciudadanos demandamos.
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Y de los agentes sociales que decir. Son incapaces de llegar a un acuerdo de mínimos para afrontar una reforma laboral que es imprescindible para salir de este pozo. No nos puede extrañar, si la CEOE la dirige un empresario incapaz de gobernar sus propias compañías, si su mayor logro ha sido llevar a todas ellas a un concurso de acreedores, si no hay una que se salve. Eso si, no hay quién lo mueva de su posición al frente de nuestros empresarios, ni con agua hirviendo deja el cargo, igual desde su puesto es capaz de seguir medrando y salvar algo de su patrimonio personal, no el empresarial. Y en frente los sindicatos. Organizaciones que viven de la sopa boba del gobierno, organizaciones subvencionadas hasta decir basta y que con la excusa de la paz social no han sido capaces de presionar y defender los intereses de los trabajadores, los intereses de los millones de parados. Hemos tenido que oír de uno de sus dirigentes que no iban a presionar y convocar una huelga general para no hacerle el caldo gordo al PP. No se puede ser más vacío, por no decir algo mal sonante y peor. Si todo lo que puedes ofrecer a los miles de afiliados y resto de trabajadores y parados, es que prefieres no hacer nada para no tener que favorecer las posturas e intereses de aquellos que están en las antípodas de tu ideario político, es mejor que os marchéis y cuanto más lejos mejor. Cuando la situación que hay es la que es, lo menos que esperas de las organizaciones sindicales y toda su capacidad de presión para conseguir los mejores logros para los que siempre son los más necesitados, se haga el caldo gordo o no a los demás, antes que nada y lo más importante es intentar solucionar los problemas de los que tu representas y en ti han depositado toda su confianza. Así es imposible pensar que algo se va a solucionar en este país. Dios no lo quiera, pero o echamos a todos al mar y atados cada uno de ellos a una gran piedra para que no puedan volver a nado, o nos hundimos como las goletas de nuestra Marina Imperial en la batalla de Trafalgar.
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Joder con la tropa, son ejército, y de los peores. Se han convertido o quizás ya lo eran en el ejército de Pancho Villa, y lo siento por la memoria del afamado revolucionario mexicano, pero la historia nos ha contado que no había ejercito más desorganizado y chapucero que el suyo.
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domingo, 2 de mayo de 2010

La vida es bella - Miguel Bosé & Noa

Miscelánea.








Dice el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española que miscelánea es un escrito en que se tratan muchas materias inconexas y mezcladas. Llevo días sin asomarme por la Cambra, y en estas casi dos semanas han pasado cosas, muchas cosas en el mundo que nos rodea. Algunas, la mayoría, ya manidas y sabidas por antiguas, por constantes, por que son más de lo mismo, porque son sucesos, hechos sin fin aparente y que aún durante muchos meses convivirán a diario con nosotros. Hablo naturalmente de política y los innumerables casos de corrupción: el Gürtel, el Palma Arena, el Faisán, y muchos más que aún por tener una menor repercusión mediática no dejan de ser igual de deleznables. Hablo de economía, o mejor dicho de lo que queda de ella: Paro, IPC, Standard & Poor’s, el desastre financiero de Grecia, y miles de titulares más. Hablo de justicia o la falta de la misma: Garzón, Estatut Catalán, violencia de género, escándalo en el centro penitenciario Madrid II, y muchos más que la memoria de mi disco duro particular, es decir la única neurona que aún me queda más o menos intacta, no recuerda con detalle en estos momentos. Pues a pesar de todo esto y mucho más, hoy he decidido mezclar en este escrito otros temas ligados a la banalidad de la vida, no de menos interés para algunos, pero de lejos menos transcendentes y sesudos que los mencionados anteriormente. Me apetece hablar de un torero, de un equipo de fútbol, de una muerte en la montaña, de estas cosas que también son noticias y que en mi despiertan sensaciones distintas, algunas ligadas a la admiración, otras a la alegría e ilusión ajena, otras a la angustia y la desazón.
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Empiezo con José Tomas, el último mito viviente de la Fiesta Nacional, el maestro de Galapagar, el torero que arrastra a las masas y por el que los aficionados son capaces de pagar 6.000 € en la reventa por ser uno de los pocos espectadores que tengan el privilegio de verle una tarde en la próxima feria de Las Ventas. No quiero hablar del torero, del mito, quiero expresar mi admiración por el hombre capaz de recuperarse en una semana de una cornada de 20 centímetros que apunto estuvo de arrebatarle la vida a borbotones. “Navegante” le destrozó la vena y arteria femoral, perdió más de un litro de sangre entre la arena y la enfermería y después de 28 minutos angustiosos y transfundirle más de ocho litros de sangre se le estabilizó para poderle trasladar en helicóptero a un hospital. Es un milagro que después de este trance a la semana esté dado de alta y ya fuera del hospital. Me admira la capacidad ilimitada de recuperación que ha tenido este señor. En general los toreros son de otra pasta, un poco alienígenas. Trato de ponerme en su lugar y pienso que simplemente con el revolcón, el impacto en el suelo, la angustia y el miedo que debió pasar, yo hubiese estado al menos un mes en el hospital, si encima hubiese perdido tal cantidad de sangre y sometido a una operación a vida y muerte todavía el día de fin de año estaría convaleciente de semejante trauma. Sinceramente no entiendo como el resto de los mortales necesitamos un tiempo de recuperación infinitamente superior a estos hombres que semana a semana se juegan la vida y tienen el cuerpo sembrado de costurones. José Tomas no es de este mundo, si esto exclaman sus fieles seguidores y admiradores por el arte que despliega en el toreo, yo lo exclamo por su infinita capacidad de recuperación. Desde hoy no soy quién para elevar una queja, por mínima que sea, cuando al levantarme cada mañana y para saber que sigo vivo descubro que el cuerpo donde mi alma habita está dolorido en cada rincón de su esqueleto y su grupo muscular.
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Elevemos un grito de júbilo por todos los atléticos de bien que hay por el mundo. Ahí tienen a su equipo, a punto de hacer otro doblete y volviendo a una final de Europa después de 24 años. Yo no soy muy aficionado al fútbol y en cualquier caso pertenecería al eterno rival, al equipo al que cualquier atlético de pro quiere ver humillado partido tras partido, da igual que se trate de una competición oficial o un amistoso con el Alpedrete, el Madrid ha de perder siempre y si es posible por goleada o por penalti injusto en el último minuto. Hago esta aclaración para que nadie pueda confundir mi reconocimiento con la pasión del hincha por sus colores. Pero he de reconocer que me encanta la afición de este club. Tengo amigos y amigas que son fieles seguidores y cada año vivo a través de ellos todo tipo de sensaciones y de sentimientos. Son los más fieles seguidores y pase lo que pase siempre están al lado de su equipo. Este es un pequeño homenaje a todos ellos, por sufrir como sufren, por aguantar como aguantan, por vivir como viven cada semana las aventuras y desventuras de su equipo. Pasan de rozar el cielo a las profundidades del infierno, conviven con sus disgustos sin perder un átomo de entrega. Son atléticos desde que se levantan por la mañana hasta que se vuelven a la cama, lo viven y hacen que lo vivan todos los que a su alrededor estamos. Creo que es de justicia que este Atlético consiga el doblete tan ansiado y que con él vean recompensado tantos años de sufrimiento. Este mes de mayo y durante dos tardes me sumare a todos ellos, y viviré con la misma ilusión el triunfo del equipo de sus amores. Por una vez todos debemos estar al lado de una de las mejores aficiones del mundo, por una vez al menos debemos sumar nuestra ilusión y apoyo a la de todos ellos. Aupa Atlético de Madrid ¡!! Y a por el doblete!!! 2010 será seguro otro año histórico, y en Mayo doble chapuzón para muchos en la Plaza de Neptuno.
 







Y de la alegría y la ilusión a la desesperación, a la angustia y la desazón. Esta semana en el Annapurna ha muerto Tolo Calafat, un montañero, un ser que pertenece también a otra rara especie de nuestro mundo. Ellos son conscientes siempre del riesgo que asumen en cada reto propuesto. Ellos son los primeros en respetar a la montaña y conocen como nadie los peligros que cada pico al que ascienden esconden en sus entrañas. Tienen sus códigos, en el peligro y la superación encuentra la recompensa a todos sus esfuerzos. No suben engañados, saben que siempre puede ser la última vez, que nadie es infalible y que antes algún que otro compañero y amigo ha dejado su vida en las laderas de cualquiera de los “ocho mil” a los que ellos se enfrentan. Lo peor de la muerte de Tolo Calafat ha sido como se ha producido. Sólo, enfermo pero consciente de que llegaba su último momento. No ha sido un accidente que le robase la vida en unos instantes, ha estado en la montaña sabiendo que sus horas se acababan, que sus días terminaban y que allí dejaba su vida. Es imposible sentirse más sólo, es imposible aceptar que no volverás a ver a tus seres queridos, que la vida se te escapa y que a una edad aún temprana inicias el último viaje sin retorno. No puedo, ni quiero, imaginar la angustia y seguro que el miedo que se debe sentir en esos últimos momentos. He seguido el desenlace con la última esperanza que sus compañeros lograrán rescatar su cuerpo aún con vida, he deseado un milagro por alguien al que no conozco de nada, he sentido el dolor de sus familiares muy cerca. Me gusta la montaña, cada verano hago mis rutas como senderista por la sierra de Madrid. No sé si las sensaciones que a mi me invaden cuando año tras año corono el Peñalara tienen algo que ver con lo que ellos sienten en estas montañas de más de ocho mil metros de altitud, me imagino que las de ellos, las de Tolo, se multiplicarán exponencialmente por la dificultad y el esfuerzo realizado, por la satisfacción de su triunfo sobre el reto de la naturaleza en condiciones y dificultades extremas. Pero a pesar de todo ello cuando al final te encuentras sólo, abandonado y consciente de que la solución no ha de llegar y que el final está a punto de producirse, el sentimiento de angustia, el miedo y la soledad deben de ser absolutos. Estoy seguro de ello porque a miles de kilómetros de distancia estas mismas sensaciones me han invadido a mí por él. Han sido unos días tremendos, han sido muy duros y lo que pienso que es peor, es que los volveremos a revivir dentro de un tiempo, sufriendo y acompañando en la distancia el final de otro intrépido montañero que no podrá con el esfuerzo de imponerse al reto de vencer a cualquier gigante de la naturaleza.
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